Sin Acarreados…

Punto de Vista

Por Jesús Michel Narváez

¿Cuántos millones?

Se calcula entre 11 y 12 millones.

El número más elevado hasta ahora en registros.

Una peregrinación en la que el pueblo, los pueblos, acudieron a la Basílica de Guadalupe a pagar mandas y hacer nuevas peticiones.

Ríos de gente se miraron durante horas y horas y esta mañana ahí estaban miles, cientos de miles, millones, de seres humanos que agradecían estar vivos y que, con fervor de a de veras, mostraban una fe incrementada por las condiciones en las que han sido encapsulados por decisiones equivocadas de quien no tuvo el talento de cuidarlos, de darles atención durante la pandemia, crearles empleo para mejorar sus condiciones de vida.

Llegaron desde los últimos rincones del país y de otras naciones. Adultos mayores, adultos, jóvenes y niños caminaron lo mismo por las calzadas Ignacio Zaragoza, Insurgentes, sur y norte, Constituyentes. Por los cuatro puntos cardinales.

Gente que no fue acarreada. Gente que no gritaba consignas políticas. Gente que no respondía al interés político. Gente que salió en defensa de su religión. Gente convencida de que hay un mañana y que no llegará por sus acciones populistas.

Rendir homenaje a la virgen de Guadalupe, no requiere de propaganda barata y mala. Quienes acuden lo hacen por convicción. Saben que no tendrán que dar nada a cambio y que recibirán el apoyo que les permite mantener la fe en algo que está más allá de los adversarios, fifís, conservadores.

Defienden sus creencias religiosas y están conscientes de que la Iglesia católica es su refugio y que la Patrona de México no los abandonará.

Arremolinada sobre Calzada de Guadalupe, los feligreses marcharon con el pensamiento único: agradecer y pedir. No se trata de un acto simbólico. Es de esperanza.

¿Cómo entender que millones de personas, creyentes católicos, respetuosos con la imagen de la Guadalupana estén presentes?

Solamente hay una palabra: fe.

Para las autoridades federales, las estatales, las de la capital del País, debe ser una lección. Lección que estarán obligadas a aprender. Se mostró unidad y no en torno a un personaje que siente ser el conductor de la felicidad y busca mostrar el “nuevo paraíso”.

Nadie convocó. Nadie utilizó las “benditas redes sociales”. Nadie mandó pegar carteles en el Metro. Nadie pagó espectaculares. Nadie inundó la televisión y la radio con spots llamando al apoyo para su “trasformador”.

Quienes acudieron lo hicieron por convicción. Religiosa, sí. Nada hay que mueva masas de verdad. Creer en alguien que hace milagros y así lo entienden todas y cada una de las personas que acudieron y están esta fría mañana rindiendo pleitesía.

Y nadie, absolutamente nadie, acudió para recibir la torta y el refresco o un billete de 500 pesos o dos de 100.

La fe mueve montañas y más cuando es lo que les queda a millones de mexicanos, además de los centroamericanos principalmente, que en los últimos años han sobrevivido, no vivido, por las acciones de sus gobiernos. Migrantes, desempleados, muchos que perdieron seres queridos por la pandemia y que siguen observando cómo se diezman sus familias por los brutales asesinatos que se cometen cotidianamente, por la violencia permitida por las autoridades.

Un récord no promovido por aquellos abusivos del poder que desean mostrar ”el músculo”, el control hasta de la manera de pensar.

La Virgen de Guadalupe les da una lección. Quinientos años después de su aparición, está más presente que nunca.

¿Qué pensará el falso mesías?

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