Consecuencias Para las conservadoras que se disfrazaron de feministas

De Fondo

Por Jesús Michel Narváez

Otra vez la palabra incumplida.

No, no debería sorprender a nadie. Porque engaña con la verdad o la mentira la convierte en verdad.

Debe ser admirador, profundo y analista, de Paul Joseph Goebbels –porque debe conocer su nombre completo si es, como se presume, su lector asiduo- no hay día en que no lo demuestre. Repetir una mentira mil veces hasta convertirla en verdad parece ser la mística.

Antes, durante y después la marcha y el paro de mujeres, hecho insólito e histórico por sus resultados, el presidente López Obrador habló de la libertad de ellas para asistir a sus actividades sin represalia alguna.

Por supuesto nunca supuso e imaginó siquiera que salieran miles, millones de ellas en todo el territorio nacional para manifestarse y que unas horas después la parálisis en todos los ámbitos se sintiera y se viviera a plenitud.

Ante la realidad, acuñó otra mentira: son los conservadores, los oportunistas, que se vistieron de femeninas.

¡Acabáramos de acabarla!

Como expresión demostró su desprecio hacia quienes ni le piden nada más que las escuche y las proteja, como obligación del Gobierno, para no ser asesinadas, no ser violentadas, no ser agredidas.

Algo rompió el esquema; la declaración de la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, de que se instigará a todas aquellas mujeres que podrían haber recibido línea, dinero e instrucciones para participar en la marcha y el paro. Sí, recursos u órdenes de los conservadores.

Sumar la expresión presidencial de que el movimiento “quiere derrocar al gobierno”, no deja duda de que las represalias están a la vuelta de la esquina sin responsabilidad para el empleador.

Eso se llama tiranía.

Cuando se consuman los hechos para los que no está preparado un gobierno, las respuestas pueden ser de alto riesgo para la democracia, una forma de gobierno en la que corresponde al pueblo decidir su destino ante las arbitrariedades de su Presidente. Salvo, claro, que quien ostente el cargo ordene a las fuerzas armadas dejar de ser parte del pueblo y reprimir al pueblo.

Solamente para el contexto. Ningún descubrimiento. Se vivió los últimos 30 años del siglo XX y aún se vive en una docena de “países amigos” de México.

Si resulta cierto que la Secretaría de la Función Pública utilizará recursos económicos y humanos para investigar a que mujeres identifica como puntas de lanza de los conservadores para derrocar al Gobierno de López Obrador, habrá que cambiarle el nombre a la dependencia y a la titular. A la Secretaría habrá que llamarla Gestapo y a doña Eréndira llamarla como Heinrich Müller.

¡Qué pena que la palabra presidencial sea derrotada por la obsesión y la soberbia!

Luis XIV de Francia, El Rey Sol,             ya fue superado porque el estado se llama Andrés Manuel López Obrador.

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