Imposible Sentirse Incómoda; la Comodidad se Acabará Pronto

*De Aquellos Secretarios de Gobernación a Doña Olga

*Defensa de lo Indefendible: los Cervatillos de la Nación

*La Falta de Entendimiento con los Críticos Gobernadores

Por Alberto Almazán

Cinco días, solamente cinco días, bastaron para que la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, expusiera en público que se siente “muy cómoda” al representar al presidente López en las mañaneras.

El gusto por los reflectores, por salir en las primeras planas de los diarios, por estar en todos los noticieros de televisión y radio, nadie se lo quita. Aunque su presencia en el Salón Tesorería no durará más allá de la alta médica del aislado en Palacio Nacional por Covid-19, que seguramente firmará el secretario de Salud.

Acostumbrarse a ser el foco de atención de los medios de comunicación, no es difícil. Lo incómodo es dejar de estar presente y que los periodistas pregunten y ella responda.

Un tanto cuanto la “escuela” iniciada por Hugo López-Gatell e impulsada por su protector que lo considera uno de los “mejores funcionarios del mundo en atención de la pandemia”, aunque los especialistas que evalúan el desempeño de los países para contenerla califiquen a México en el lugar 97 de 98. Seguramente en Palacio Nacional y en el edificio Art Nouveau, sede de la Secretaría de Salud creyeron ubicarse en segundo lugar y están por reclamar porque no les dieron el primero. Es que en matemáticas todo el gabinete está reprobado. Esa es otra historia que con el tiempo contaremos.

Regresando a doña Olga, quien se convirtió en la primera mujer en ser titular de Gobernación, cargo por el que han pasado personajes políticos-políticos como Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas del Río. Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría quienes fueron Presidentes de México; Narciso Bassols, Jesús Reyes Heroles, Enrique Olivares Santana, Manuel Bartlett Díaz y Emilio Chuayffet Chemor, sin olvidar a Fernando Gutiérrez Barrios y por supuesto los polémicos que nunca faltaron, ha mostrado –doña Olga- poco control para alcanzar la gobernanza nacional.

En tiempos pasados –ahora dicen en el gobierno que “no somos como los de antes”-, desde la Secretaría de Gobernación se forjaban los acuerdos políticos para impedir que el país perdiera el rumbo, aunque no fuera el correcto pero se interpretaba como un eslabón de la sacrosanta Revolución Mexicana y mantuviera una línea de conducta que, en el escritorio y los papeles, buscaba y encontraba la forma de reducir la brecha entre los que todo tienen y los que nada poseían.

Sin ánimo de descalificar a doña Olga, por lo menos públicamente, no ha sido capaz de diseñar y llevar a cabo acciones que sumen en pro de un proyecto de gobierno, que si bien tiene toda la característica de unipersonal, quien lo propuso a los ciudadanos ganó arrolladoramente la elección que lo llevó a la Presidencia de la República con solo haber ocupado un cargo de elección –jefatura de Gobierno de la Ciudad de México (2000-2005) y no haber pasado por la administración pública federal en un cargo relevante.

Por el contrario, las disputas políticas son el pan de cada día y muestra de ello es la formación de la llamada Alianza Federalista, en donde 10 gobernadores increpan al presidente de la República –algo impensado en los tiempos pasados- y difieren de las acciones que toma y que ignora el federalismo.

En los cinco días de la semana pasada en los que la titular de Gobernación, segunda del mando político, no ha logrado llevarse la de “ocho columnas”, porque ha carecido de fuerza en sus respuestas a las preguntas a modo que todavía se hacen en Palacio Nacional.

Sin mostrar la fuerza que representa ser quien en caso de ausencia definitiva del Jefe del Ejecutivo federal asume la responsabilidad de gobernar, la funcionaria federal no ha sido capaz de limar asperezas con los inconformes y, por el contrario, se ha convertido en una acarreadora de carbón y leña para atizar la hoguera en tiempos de estiaje.

Por supuesto que no es el Presidente. Y sus capacidades políticas y de administración pública no alcanzan para mantener la atención del respetable. Ah, eso sí, sumida en la cuarta transformación, rechaza críticas y defiende la política sanitaria seguida para combatir la pandemia.

De llamar la atención la apología que realizó de los cervatillos de la nación –se dicen siervos…y lo son, del presidente- a quienes no pocas voces han descalificado por formar parte de las brigadas que acuden a “vacunar” –sin que lleven vacunas- a los adultos mayores.

“Son los que conocen en dónde están los adultos mayores y qué rutas seguir para llegar a los lugares en donde se encuentran ellos”, habría dicho el pasado miércoles. Como lo hace el presidente, ignoró los reclamos y las críticas por haber recibido vacunas sin formar parte del ejército de primera línea que enfrenta la Covid-19.

Habrá que reconocer que mantiene la postura contraria a la de su Jefe en torno a la despenalización del aborto, pero no deja en claro para qué habría de realizarse una probable consulta en la que las mujeres decidan. De los feminicidios poco se ocupa y de informar sobre la seguridad nacional no parece estar en su agenda. Por ello le cede la palabra a la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, quien la semana pasada no presentó nada que conmueva y sí que ratificó que la “estrategia” en la materia, implantada por Alfonso Durazo, no ha funcionado.

Pero doña Olga se siente cómoda supliendo al presidente López.

Los reflectores, obnubilan, no cabe duda.

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