La Globalización y el Muro de Nopal

*En Busca de Fórmulas Regular el Comercio Internacional

*Fracaso el Intervencionismo de Estado y la Estatización de Empresas

*Chávez y Maduro Apostaron a Ello y Fallaron Estrepitosamente

*Lula Impulsó la Industria Nacional y el Comercio con Aceptables Resultados

*En México la Economía Mixta ha Carecido de Estrategia

*Tampoco hay Objetivos Claros, Deseables y Alcanzables

Por Ezequiel Gaytán

La globalización es un fenómeno que está en el espíritu de aventura y sed de conocimiento de los seres humanos y que en términos de convencionalismo académico podemos decir que su época moderna empezó con el veneciano con Marco Polo (1254-1324) y cundió con el genovés Cristóbal Colón (1451-1506). Ya que ambos registraron en sus bitácoras sus odiseas. En la actualidad la globalización se define como el proceso económico-financiero, tecnológico, político, social y cultural que une mercados con las consecuentes transformaciones sociopolíticas y jurídicas en los Estados-nación. El fenómeno ha desplegado, al menos, dos posiciones opuestas. La primera consiste en impulsarla debido a que rediseña el mundo real e imaginario al amparo de la idea de la “aldea global” y su consecuente tendencia al fortalecimiento de la consciencia de responsabilidad que le debemos a nuestro planeta y a la humanidad; la segunda que se opone – en lo posible – a la misma, ya que los mercados generan desigualdades e inequidades en muchas economías nacionales, sobre todo las de los países productores de materias primas que no tienen infraestructura de transformarlas en manufacturas.

El hecho es que la globalización avanza querámoslo o no. De ahí que algunos gobiernos procuran acotarla mediante su oposición al flujo mundial de mercancías libres de aranceles. Es decir, la idea es que el comercio internacional tenga nuevas reglas de operación y que se protejan las economías locales a fin de que las grandes empresas trasnacionales paguen impuestos por traspasar sus productos de un país a otro. Lo cual ya no es tan fácil debido a que el proceso de producción de las mercancías es internacional y la producción en banda o fordismo ya casi no existe. Consecuentemente, aunque un producto diga “hecho en tal país”, la verdad es que su ensamble fue realizado en varias naciones con mano de obra barata.

Por lo anterior, el expresidente Donald Trump propuso condicionar algunos tratados comerciales internacionales y nos obligó a redefinir el Tratado de Libre Comercio junto con Canadá. Su idea era que las empresas norteamericanas cerraran sus fábricas en el mundo y las reabrieran en los Estado Unidos, pero la lógica del capitalismo es diferente, pues lo que importa es la acumulación del capital sin importar los países. Otro caso lo podemos observar con Inglaterra que se salió de la Unión Europea.

En Latinoamérica algunos presidentes también han buscado fórmulas mediante las cuales se pueda regular el comercio internacional, favorecer los mercados internos y el crecimiento de sus respectivas economías. Algunos, como los señores Chávez y Maduro en Venezuela han propuesto un mayor intervencionismo del Estado y la estatización de algunas empresas consideradas estratégicas, pero sus resultados han sido magros. Otros, como Lula da Silva en Brasil, impulsaron la industria nacional y el comercio por medio de bloques económicos, léase el BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) cuyos resultados han sido aceptables.

En México, país catalogado en el rango de economía emergente y parte del Grupo de los 20 se optó por fortalecer los tratados de libre comercio con el mayor número de economías productivas del mundo y los resultados, en cifras económicas han sido alentadores, pero no los deseados, pues la distribución de la riqueza no es una realidad. Por eso el actual gobierno ofreció mejorar la situación y dejar de lado al neoliberalismo. Sin embargo, no ha sido tan fácil, por un lado, porque la propuesta de asumir la rectoría económica del Estado no ha sido explicada y, hasta donde se aprecia, el modelo neokeynesiano o de economía mixta ha carecido estrategia y objetivos claros, deseables y alcanzables. Por el otro, tampoco queda claro cómo pretende el gobierno superar la crisis económica después de la pandemia del sanitaria- asistencial, ya que no se está sentando las bases, hasta donde se sabe, de fortalecer a las pequeñas y medianas empresas. Aún más, la política económica, hasta el momento, es errática, confusa y los titulares de las secretarías de Hacienda y Economía están rediseñando la misma.

Por mientras, no fortalecemos la inversión extranjera directa que, nos guste o no, es la única opción viable de recuperación económica. De ahí que lo correcto es aceptar la presencia de las empresas trasnacionales y estimularlas a que se queden en nuestro país, sin que nos impongan políticas leoninas. De lo que se trata es de ganar-ganar, pero de ninguna manera la solución es imponer condiciones unilaterales como lo quiso hacer Donald Trump, construir en muro real y uno comercial; ambos inútiles. En nuestro caso será de nopales nuestro muro de no entender a la globalización y que no podemos romper discrecionalmente los acuerdos comerciales internacionales.

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