Y Adiós, Adiós… al Charrismo Sindical

A la Vuelta de la Esquina

IVÁN RUIZ FLORES

Al charrismo sindical le quitaron las espuelas, no tardan en retirarle la silla de montar y… hasta el caballo.

Parece que fue ayer, pero corría 1948 cuando un conflicto laboral por mejoras salariales tenía de punta los cabellos de Miguel Alemán, quien harto del asunto ordenó la resolución y de ahí partió la imposición de Jesús Díaz de León, a quien apodaban “El Charro” por su afición a las charreadas.

Hoy, siglo XXI señores, lentamente México le dice adiós al charrismo sindical, vía las escasas afiliaciones a ese tipo de sindicatos, pero también la lenta desaparición de lo que fueron las poderosas y enormes centrales obreras de México.

Hasta 2017, de acuerdo a la Secretaría del Trabajo, por ejemplo, sumaban 775 sindicatos, aglutinados en la Confederación de Trabajadores de México (CTM); 412, en la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) y 352 en la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM).

Además está la cuarta agrupación sindical: la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), misma que nace como opositora a los otros tres precisamente contra el charrismo, y con la participación de ex miembros del Congreso del Trabajo (CT) y del sindicalismo independiente.

Las paladas de tierra, con la colaboración de líderes, trabajadores y gobierno, por una u otras razones, para dejar lista la sepultura del charrismo, se han llevado a cabo desde hace tres décadas aproximadamente, a la par que la crisis gremial, ya que cada vez son menos aquellos que se afilian a los sindicatos integrados a las centrales y son más (sobre todo en el siglo XXI) quienes prefieren los denominados sindicatos blancos o de empresa o navegar en la soledad… si se puede.

Inclusive, para disfrazar la problemática dentro de las propias centrales, se ha advertido a lideres sindicales y trabajadores que en estos tiempos no van a permanecer las organizaciones sindicales más grandes o las más fuertes, “sino aquellas que sepan adaptarse a las nuevas realidades, hagamos de la organización sindical y colectiva una de las principales vías para construir un mundo más justo, equilibrado, con mejores condiciones de vida y una posibilidad de presente y futuro”.

UN DESTAPE

SORPRESIVO

Pero la realidad está alcanzando a los otrora enormes conglomerados gremiales que se daban el lujo (la CTM) de ser la vía para el “destape” de futuros presidentes de México. Fue el caso con Fidel Velázquez, quien destapó a José López Portillo en 1975 con lo cual dejó chiflando en la loma a otros suspirantes, fundamentalmente a Mario Moya Palencia. (Hoy no se destapan corcholatas de cuarta).

Más, entonces, dichas centrales tenían una gran fuerza y Fidel Velázquez era la muestra viviente como dirigente. Primero estuvo seis años al frente de la CTM y después nada menos que 47 (de 1950 a 1997). Los que le siguieron fueron: Leonardo Rodríguez Alcaine, 8; Joaquín Gamboa Pascoe, 11; y Carlos Aceves del Olmo, 6 hasta ahora.

Antes de Fidel habían estado en la dirigencia Vicente Lombardo Toledano (1936) y Fernando Amilpa, tres. Sin embargo, el sindicalismo ya existía sin ellos. 

Sí, en el siglo XIX, surgió para superar al mutualismo y al cooperativismo al organizarse los gremios ferrocarrileros, la liga de los carpinteros, tranviarios, cigarreros, panaderos y demás. De tal manera que, para los inicios del siglo XX, en 1906, había suficientes, entre los cuales estaba el de Cananea, Sonora, el cual tenía vínculos con el proletariado estadounidense, gremio (el mexicano) que se fue a la huelga impulsado por los hermanos Flores Magón. 

Hoy, es necesario resaltar que todas las centrales y sus lideres han guardado un bajo perfil no solo durante los sexenios de Acción Nacional (Vicente Fox y Felipe Calderón), sino en el actual de Morena.

Porque los gremios, todos parejos, están en crisis, a excepción de los que controla Napoleón Gómez Urrutia, que no tardará en introducir el puño en las grandes centrales… si no lo frenan a tiempo.

Y es que la crisis sindical es real, en buena parte debido al sindicalismo blanco (o de empresa) que ha crecido a gran velocidad a lo largo de la República Mexicana.

 En tiempos cercanos, en 2020 para ser exactos, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dio a conocer, por ejemplo, que en 2010 había 30.1 millones de trabajadores de los cuales 4.3 millones reconocieron estar en un sindicato.

Pero, diez años después, sumaban 37.9 millones trabajadores subordinados, pero solo 4.7 millones formaban parte de este tipo de organización.

Recientemente la titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde, aseguró que en estos tiempos las organizaciones obreras que van a permanecer no son las más grandes o las más fuertes, sino aquellas que sepan adaptarse a las nuevas realidades.

Y aunque pareciera una quimera, también resaltó la gran oportunidad existente “para reinventarse, fortalecerse y abrir camino al sindicalismo que puede perdurar para los siguientes años, que logre conquistar otros sectores y otras generaciones…”.

LA MERMA ESTÁ

A TODA MARCHA

Ante la realidad… de un declive del sindicalismo tradicional, no sólo debido a la escasa filiación, sino al hartazgo de los trabajadores con los líderes, llegó la merma en serio: en 2020 sólo 4.7 millones de trabajadores eran sindicalizados, sino que la crisis abarcaba las diversas formas de aglutinarse en materia gremial.

De ahí que la Organización Internacional del Trabajo siga insistiendo en el derecho de los trabajadores y empleadores a constituir libremente las organizaciones que estimen convenientes, lo cual califica como elemento integral de una sociedad libre y abierta. 

Además, considera: “La existencia de organizaciones independientes de empleadores y trabajadores contribuye a la existencia de interlocutores bien definidos para la negociación colectiva y el diálogo social. En muchos casos, las organizaciones de empleadores y de trabajadores han desempeñado un papel importante en la transformación democrática de sus países”.

Y adiós, adiós, con aquello de… 

 

Ahí viene el Charro Ponciano

dando vuelta a la estación,

viene pegando respingos

porque lo hicieron…”

 

 

 

 

 

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