Por Emilio Hill
En medio de la incertidumbre que hay ante las difíciles condiciones para filmar y exhibir cine nacional, hay tiempo para uno que otro chascarrillo. Por lo menos así lo demuestra el Robin Hood de los pobres de la Condesa, Gael García Bernal. El pasado 3 de agosto en su cuenta de Twitter escribió: “Tengo un chiste sobre críticos de cine, pero no se los cuento porque es fallido”. Y los platos de la batería sonaron. Como una forma de respeto al público, esta publicación no tiene risas grabadas. Las reacciones no estuvieron del todo, del lado del otrora charolastra.
Y es que justo en un momento crucial para ver qué sucede con los apoyos para el cine mexicano, en el que gran parte de la comunidad fílmica ha dejado de trabajar y enfrenta una gran crisis, el actor ha decidido guardar silencio. Contrasta esta actitud con su antes activismo de redes, siempre enterado de cualquier causa de índole liberal. Pues ahora no, en esta administración su sonido es el silencio. Curioso asunto en un gremio tan contestatario.
Y hay más, lo que llama la atención, es que algunos crítico y periodistas cinematográficos, sí alzaron – y lo siguen haciendo- la voz en contra de la desaparición de fideicomisos que apoyan diversas ramas de la industria fílmica. Y estas plumas, voces, influencias, no obtienen beneficios del dinero público. Proyectos de actores y productores como Gael, sí. Súbase usted a una buena causa y ahórrese el trabajo de un buen publicista.
Sería bueno que el actor, que le gusta presumir de conocer la realidad nacional, dejara de voltear a causas políticamente correctas y vea la realidad de la pulpa del cine: los técnicos, los administrativos y una larga lista que no aparecen en los créditos, pero que tienen meses sin trabajar. A ellos les afectará la falta de apoyos. A sus familias, a sus futuros, a sus proyectos. Esa gente que es parte del cine, pero que nunca será invitada a un Festival. El silencio en ocasiones es cómplice.
Por cierto, en Netflix se puede ver un corto documental interesante Lorena, la de los pies ligeros (Juan Carlos Rulfo, 2019), sobre María Lorena Ramírez, una joven Tarahumara, nacida en Guachochi, Chihuahua, el 1 de enero de 1995, que en medio de la pobreza sigue una tradición familiar: correr, competir, resistir. Y su constancia y talento la han llevado a maratones internacionales: Siempre con loa huaraches puestos.
El productor por cierto es García Bernal, que como todo buen ente de la vida pública de causas progre, toma una historia maravillosa y el talento de Rulfo para consolidar su imagen pública.
El documental, es poético por lo visual y la musicalidad de su lenguaje, la pregunta es ¿se puede creer en un contenido fuerte, de resistencia, de valor humano y en el silencio de uno de sus realizadores? Sí, por la ternura, la integridad de sus protagonistas.
Véalo y usted decida. En los próximos días, por cierto, dice radio pasillo, habrá nota sobre los fideicomisos.
Gael no será nota.