Por Jesús Michel Narváez
¿Pasos en la azotea? Seguramente. Y por ello el consejero presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova Vianello, clamó: “Todos somos responsables de cuidar y preservar el sistema electoral”.
Luego daría un dato poco conocido o que ha pasado de noche: “(…) hasta el momento se han presentado más de 115 reformas electorales y sólo una es integral e implica la revisión radical del sistema electoral, pero ninguna se ha planteado el propósito de eficientarlo, mejorar la certeza de los procesos electorales o las condiciones de la competencia”.
Sin embargo, en lo que representa una contradicción a lo antes escrito, Córdova expresó:
“Podemos mejorar el sistema, hacer cambios, analizar ahorros, pero si no hay reforma, no pasa nada”, puntualizó ante contraloras y contralores de todo el país”.
Según el comunicado del INE, el consejero presidente externó: “(…) hasta el momento las reglas electorales han funcionado bien y, en todo caso, es necesario que cualquier cambio cuente con un consenso amplio de todas las fuerzas políticas y no pierda de vista los cuatro pilares del sistema electoral: la autonomía de las autoridades electorales, los procedimientos que dan certeza a las elecciones, las reglas de equidad en las condiciones de la competencia y la posibilidad de mantener la representación de la pluralidad política”.
Y aquí comenzaron las dudas. Porque nadie entendió lo que quiso decir. A ver: ¿funcionan o no las reglas?… ¿la reforma electoral actual es o no integral?… ¿qué significa se ha planteado el propósito de eficientarlo, mejorar la certeza de los procesos electorales o las condiciones de la competencia?
Si las reglas funcionan, si la reforma electoral que se ha perfeccionado es integral ¿a qué los cambios?
Da la impresión y quizá con certeza, que Lorenzo Córdova Vianello escucha las voces de la 4t que se dirigen al control del Gobierno federal de los procesos electorales.
Antaño, días atrás no más lejos, el pastor del INE defendía con fiereza inusitada la autonomía y el funcionamiento del INE; hacía notar que debilitar a la institución conllevaría a perder la credibilidad de los ciudadanos en los procesos electorales. Ahora admite que puede ser mejorada la legislación electoral.
Otro galimatías: ¿tienen o no credibilidad los procesos electorales? Si la respuesta es ambigua –como todo en política- habría que darle la razón a ya sabes quién, que ha puesto el dedo en la llaga que genera desconfianza.
Y si la legislación electoral se “puede mejorar” es que no funciona correctamente. Y si para superar escollos se requiere otra reforma, entonces la actual no es integral.
Hay días así.
Y es cuando hace su aparición el personaje de la Chimoltrufia, quien como dice que sí, pues dice que no.
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