*Entre sus Armas Está el Conocimiento Crítico
*Capaces de Crear Conciencia Emancipativa
*La Ignorancia Crea Servidumbre y Fanatismo
*Las Calamidades Están al Acecho de Instituciones
Por Ezequiel Gaytán
Uno de los aspectos políticos y administrativos más importantes que las organizaciones humanas han desarrollado es el de la autonomía, ya que esta significa, por un lado, el reconocimiento social a que algunas instituciones puedan actuar según su criterio con independencia de la opinión o el deseo del poder central. Por el otro, son generadoras de información y poseen una de las armas más poderosas que ha desarrollado la humanidad: el conocimiento crítico.
En otras palabras, implica que dichas instituciones autónomas gocen de la capacidad de gobernarse por sus propias leyes y órganos internos. Por eso personifican comportamientos vinculados con la triada libertad, responsabilidad y poder. Es decir, son capaces de crear conciencia emancipativa que cuestiona con autoridad científica, humanística y libertaria las decisiones y actuación de la ignorancia.
De entrada, todos los diccionarios explican que el antónimo de la autonomía es la heteronomía, pero eso es demasiado obvio y caer en lugares comunes. Lo contrario a la autonomía es la ignorancia porque esta crea servidumbre, fanatismo y subyugación. De ahí que los gobiernos dictatoriales latinoamericanos apoyados por los Estados Unidos no invirtieron en educación, ciencia y tecnología. Es decir, hay poderosos que no les gusta que el pueblo sea culto, educado y que tenga acceso a información, cifras y estadísticas.
Desde 1929 en México las universidades gozan de autonomía. También en el siglo pasado se otorgó esa figura jurídico-administrativa a la banca central y hoy tenemos instituciones como el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) o el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) que son reconocidas como Órganos Constitucionales Autónomos. De esa manera se fortalece la división de poderes, se garantiza su capacidad de gestión, se fortalece la vida democrática nacional y, sobre todo, se combate la ignorancia.
Resulta que la ignorancia conduce a la intolerancia, la repugnancia por prejuicios y crea círculos viciosos entre individuos que no saben que no saben. Así, el oscurantismo explica la carencia de las propiedades del proceso cognitivo y da por válidos e incuestionables las sentencias de los sacerdotes o chamanes acerca de justificaciones míticas y místicas que someten a la sociedad.
Hace noventa años la Universidad Nacional logró su autonomía y desde entonces, gracias a la libertad de cátedra, de investigación y a que se gobierna a sí misma ha combatido la ignorancia, no obstante que ha sido incómoda para algunos miembros de las clases gobernantes que paradójicamente ahí se formaron.
Se aproxima el tiempo en que la Junta de Gobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) inicie su proceso de auscultación entre la comunidad universitaria a fin de decidir si designa por otros cuatro años al actual rector o será otro. El caso es que la Ley Orgánica de esa casa de estudios dice en sus artículos 5 y 9 los requisitos para ser rector y miembro de la Junta de Gobierno y precisa que se debe “ser mexicano por nacimiento”. Al respecto, he escuchado rumores que en los pasillos de las cámaras de diputados y de senadores hay intenciones de modificar la Ley aludida. Algunos dicen que se intentará que se omita el lugar de nacimiento, otros desean que desaparezca el examen de admisión, hay voces que sugieren la extinción de la Junta de Gobierno para que en un proceso de elecciones abiertas la comunidad opte por su rector de conveniencia. El caso es que el Poder Legislativo está, una vez más, ante la gran oportunidad de respetar a la autonomía universitaria y lo puede volver a lograr manteniéndose ajeno a su proceso interno de agosto-noviembre.
A mi parecer, también el poder central debe respetar a las instituciones autónomas nacionales, es más debe fortalecerlas por las ventajas de confianza que generan en la sociedad. A Federico Nietzsche se le atribuye la frase: “no me molesta que me hayas mentido, me molesta que a partir de ahora no pueda créete”. He ahí un gran reto que puede y debe superar la actual administración. Gana ella y gana la sociedad.