La Eterna Pobreza en México y la Denigración Política en el Combate

Los Dados de Dios

*Y Setenta Años Después de los Programas

*Los Denigran, los Cambian, los Multiplican… y Nada 

*Problemas en Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Veracruz

Por Nidia Marín

Hace cien años el pensamiento sobre los pobres en México se almacenaba en la memoria de las familias y sólo se tocaba cuando tocaban a la puerta para pedir pan, comida o dinero. También cuando los gobiernos llevaban a cabo en las ciudades campañas contra los mendigos y llegaban a ser comentarios de sobre mesa.

Muy lentamente la concepción sobre el problema, no sólo entre los gobernantes, sino entre los ciudadanos (en mucho gracias a la iglesia católica) se fue modificando hasta alcanzar programas destinados no solamente a combatirla, sino a medirla.

Casi setenta años después de aquellas primeras experiencias, hoy se presenta una crisis en el nuevo gobierno (¿o en su presidente solamente?) en la concepción de la forma de luchar contra la eterna calamidad.

La pobreza sí ha sido eterna en México, pero su combate no. Por ejemplo, Alma Esther Aguilar Estrada, Ignacio Caamal-Cahuicho, y Marcos Portillo-Vázquez, de la Universidad Autónoma Chapingo, recuerdan:

“Durante todos estos años, el combate a la pobreza se ha llevado a cabo a través de la canalización de recursos crecientes a programas sociales específicos (Cabrera, 2007:70). Los primeros esfuerzos tuvieron resultados favorables, pues durante el periodo de 1950-1984, a pesar de que la pobreza absoluta aumentó por el crecimiento demográfico, la pobreza relativa se redujo de manera continua e importante, pasó de 90% a 54% y de 62% a 22% en el caso de la pobreza extrema (Székely, 2005:918). Este periodo incluye la época del Desarrollo Estabilizador o Milagro Mexicano, seguida por la implementación del Programa de Inversiones Públicas para el Desarrollo Rural (Pider), la Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados (Coplamar) y el Sistema Alimentario Mexicano (SAM).

“Durante esta época el estado instrumentó políticas eficientes para hacer frente a la enorme desigualdad postrevolucionaria, por ejemplo: importantes inversiones en educación, salud, un sistema de protección para trabajadores, abasto alimentario, impulso a la producción agropecuaria mediante un esquema proteccionista, créditos y asistencia técnica. Se tuvieron también logros institucionales como la coordinación entre el gobierno federal y los estados, descentralización de recursos públicos y planeación regional (Mathus, 2009)”.

Y una se pregunta ¿entonces qué sucedió, más allá de la corrupción o la manipulación que hubieran existido?

Tal vez se deba a que en muchas ocasiones sobre todo por cuestiones electorales, antes o después de unos comicios, los gobiernos alteran las cifras sea para enaltecerse o para atacar al contrincante y en última instancia el vencedor decide denigrar al anterior gobierno.

Eso nos sigue sucediendo. No sólo hay manipulación de las cifras de la pobreza, sino enlodamiento de aquellos personajes que se dedicaron a medirla, que no a manejar programa alguno.

De ahí que una vez pasado el toro del escándalo lanzado desde Palacio Nacional, en la UNAM se dio a conocer en la Gaceta de la UNAM que de acuerdo con cifras del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED), “en los últimos 10 años (2008-2018) la pobreza en México disminuyó 2.5 por ciento, al pasar de 44.4 por ciento a 41.9 por ciento, aunque el número de personas en esa condición aumentó 2.9 millones.

Por lo tanto, señaló Delfino Vargas, investigador del PUED: “tenemos más población de pobres en términos absolutos (debido al aumento poblacional), aunque se registra menor porcentaje”.

Al abundar en el tema, el especialista dijo que observaron un decremento de 49 a 48.8 por ciento en 10 años sólo en pobreza por ingreso. “Hoy en día, este aspecto se mide de manera multidimensional, por eso abarca una década”, especificó.

Y ¡Ufff!, la pobreza extrema. Bueno, expuso que pasó de 11 por ciento en 2008 a 7.4 por ciento en 2018, y el número de personas en esa condición disminuyó tres millones, al pasar de 12.3 a 9.3 millones en el mismo periodo.

No todo está perdido, pues.

Sin embargo, también mencionó que el año pasado el acceso a la seguridad social pasó de 65.0 a 57.3 por ciento; la alimentación, pasó de 21.7 a 20.4 por ciento, y el servicio básico de vivienda de 22.9 a 19.8.

Pero hay más: el acceso a los servicios de salud pasó de 38.4 a 16.2 por ciento, lo que representó una baja de 57.9 por ciento; sobre calidad y espacio de la vivienda.

A su juicio: “La disminución de la pobreza es espuria, porque se considera un decremento en cifras absolutas y, en realidad, aumentó el número de pobres, porque la reducción es atribuible sólo a la política social. Si la medimos por ingreso no hay cambios.”

En cuanto a lo demás las entidades más afectadas en porcentaje de pobres siguen siendo las mismas: Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Veracruz.

¿Serán magos en este sexenio?

Ya se verá, se evaluará, se sopesará, se criticará o se elogiará.

 

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