La Zalamería no Resulta Buena Táctica Diplomática

Del ABC Político

*Cuando la voz de México se Escuchaba y Fuerte

*Lección: el Abstencionismo Avanza a Paso Veloz

*Mientras Tanto los Partidos Políticos se Anquilosan

*Lo Llamativo: que el PRI no Haya Desaparecido

Por Gerardo Lavalle

A.- Buscar la amistad con quien no quiere ser amigo e intenta poner de rodillas al de enfrente, nunca será una buena táctica para enfrentarlo.

A cuento el tema, porque el Presidente López Obrador ha insistido en autollamarse “amigo” de su vecino Donald Trump, cuando las acciones no corresponden a una “amistad de los pueblos”.

No se trata, ni con mucho, de descalificar al Jefe del Ejecutivo, pero en el trato que le da al residente de la Casa Blanca muestra dos elementos que siempre deben estar escondidos frente a los lobos: el miedo no se expone porque la fiera lo huele y ataca, mientras que la zalamería no siempre resulta buena táctica frente al poderoso que está más allá del elogio fácil.

Si el Presidente cede, como lo hace en materia migratoria, pone en peligro la fortaleza de una nación que es la decimotercera economía del globo terráqueo.

Porque la semana pasada elementos de la Guardia Nacional se instalaron en el cruce de Ciudad Hidalgo, en Chiapas, para impedir que migrantes centroamericanos y de diversas otras naciones africanas y asiáticas se internen en territorio nacional para seguir su camino hacia la frontera norte. La acción se realizó el martes 4 y pareció, aunque sea, una forma de responder a Trump en su exigencia de que México abandone las palabras y entre al camino de las acciones.

La no confrontación, el rechazo a la violencia, le quedaba como anillo al dedo a Gandhi. Su filosofía pacifista funcionó en las décadas entre 1930 hasta el 48 cuando fue asesinado. Su reclamo por la independencia de la India se escuchó en el mundo entero. Sus huelgas de hambre llegaron a durar 21 días y su pasividad para exigir libertad se convirtió en ejemplo. Sin embargo, a 72 años de su muerte el mundo cambió. Para mal si se quiere, pero al final de la jornada no se resuelven los problemas con la docilidad.

En efecto, la confrontación no tiene como puerto de atraque la resolución de los conflictos. Pero cala en la conciencia de los pueblos que se ven amenazados por otros gobiernos.

México no es una ínsula. Está inmerso en la globalidad neoliberal, aunque no le guste al Presidente y haya decretado su “muerte” en marzo pasado. En los países en donde la inteligencia política existe, se conforman grupos para enfrentar al adversario. El nacimiento de la Unión Europea fue la respuesta a la alianza Estados Unidos-México-Canadá. Una forma inteligente de enfrentar la creación del “mercado más grande” y que preludiaba daños inconmensurables a las economías del Viejo Continente.

Aquí no tenemos la fuerza europea. Vaya, de ser nación líder en América Latina, hoy México es una voz cuyos gritos no se escuchan ni en los cuartos de junto.

Hubo épocas en las que la voz de México, lo mismo en la OEA que en la ONU se escuchaba y fuerte. Rafael de la Colina, el embajador en la Organización de las Naciones Unidas demostró la fortaleza al ser el único que votó en contra del embargo de Estados Unidos a Cuba.

Aquellos tiempos no volverán. No mientras se busque la amistad de quien no quiere ser amigo.

B.- Las 6 elecciones realizadas el domingo 2 de julio evidenciaron algo sabido, pero negado: la gente no cree en los políticos ni en el sistema democrático mexicano.

El abstencionismo, que siempre ha estado presente, avanza a paso veloz mientras los partidos políticos se anquilosan, incluso el nuevo llamado Morena y que hoy es el oficial.

Que hayan acudido a las urnas menos del 50 por ciento de los ciudadanos incluidos en las listas nominales del Padrón Electoral debe encender las alarmas de quienes se consideran los adalides de la democracia.

Porque las reglas para hacer campañas y estar en las boletas o bien son mal entendidas o sencillamente no encuadran en la idiosincrasia.

Con el argumento de que cada elección es “más de lo mismo” el desencanto ciudadano aumenta. Y tiene razón el votante en ausentarse cuando los candidatos, sobre todo los locales que son bien conocidos, prometen lo mismo desde hace décadas.

En las dirigencias de los partidos políticos, cuya primera importancia es obtener votos para alcanzar la mayor cantidad de prerrogativas, no existe la visión a largo plazo. No hay un proyecto de gobierno que trascienda más allá del trienio o el sexenio. Antaño, guste o no admitirlo, existía una meta por cumplir y se tomaron como base los postulados de la Revolución Mexicana, pero en el camino surgieron las desviaciones y terminaron por traicionarlos.

Cierto: México dejó de ser rural y pasó a la industrialización –en los más de los casos como maquilador o ensamblador- y está, aunque con retraso considerable, ingresando al mundo de la tecnología. Los programas de gobierno no pueden ni deben ser los mismos que los aplicados en la mitad del siglo XX. El mundo reclama cambios con dirección.

En tiempos del Siglo XXI se presume que la democracia se encuentra en el camino correcto. Puede y debe ser cierto. Sin embargo, algo y grave ocurre cuando los ciudadanos dejan de creer en esta y abandonan sus responsabilidades constitucionales: votar y ser votado.

No sufragar genera el surgimiento de cacicazgos. Permite que el partido con mayores recursos manipule y “convenza” mediante dádivas y falsas promesas. Da la oportunidad de que quienes reciban el voto de la minoría que sí acudió a las urnas se empodere sin el aval de la mayoría.

Después de dejar las urnas en el abandono y que emerja el gobernante indeseado, no se vale la queja.

C.- Mal y de malas están en el PRI. Después del descalabro de 2018 que les quitó hasta el modo de andar, un año después los ciudadanos le repiten la fórmula: rechazo.

Un año pasó desde la tragedia electoral. Y no fue suficiente para enderezar el barco que se va a pique. Los grupos pelean por el poder ¿cuál? e intentar mantener la cofradía que hizo perder el rumbo.

Lo llamativo de las elecciones del primer domingo de junio es que el PRI no haya desaparecido totalmente. Y que sus dirigentes todavía consideren que “fue una buena jornada y hay PRI para rato” (ratito).

Perdieron espacios importantes y no entienden que no entienden.

La carta que René Juárez, el coordinador de los diputados -46- federales del tricolor en San Lázaro y en la que reclama unidad en lugar de división, es un documento que estarían obligados a leer todos los que sientan que por sus venas corre sangre tricolor.

Entre más avance la división menos oportunidad de ser Ave Fénix.

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