NIDIA MARIN
Vivimos en un país propenso a la tragedia.
Como cantan en Veracruz:
“En el pueblo de Teocelo, / muy cercano de Xalapa, /cayó la iglesia y atrapa / a cincuenta y van al Cielo…”
O como decía la letra de “Los Aguaceros de Mayo” que cantaban “Los Bribones”:
“Hoy que veo llorar al cielo / Yo lo acompañó en su llanto / Me acuerdo los aguaceros / Cuando yo te quise tanto, ¡caray, qué sufrir!”.
Y como interpretaba con bella voz Mercedes Sosa:
“El agua vino bramando / pobre quedé / ni rancho ni cobija / he de tener”
Pero México, con el lugar número13 en el mundo en ocurrencia de desastres naturales, tiene hoy un presupuesto pírrico anual para combatir las consecuencias de los mismos.
Sí, ocurren un año sí y al otro también: terremotos, inundaciones, deslaves, heladas, incendios forestales, sequías, ciclones y huracanes. Pero además… epidemias y pandemias.
Para darnos una idea de la magnitud de los desastres que suceden en la República Mexicana, el sismo del 19 de septiembre de 1985 causó más de 10,000 muertos, 30,000 heridos, 250,000 damnificados y afectaciones para más de 2.1 millones de personas, mientras que el huracán “Stan” en octubre de 2005 afectó una población aproximada de 2 millones.
Y por ello, porque había que prevenir y tener los recursos, desde 1999 se creó el Fondo de Desastres Naturales de México al final del mandato de Ernesto Zedillo Ponce de León, institución avalada por organismos internacionales, que funcionó correctamente hasta que el 28 de julio de 2021, cuando la Secretaría de Hacienda (SHCP) oficializó su desaparición al publicar el acuerdo en el Diario Oficial de la Federación (DOF).
Hasta 2018 habría recibido importantes recursos: 15 mil millones de pesos. (Pero, para el primer año del actual gobierno en 2019, el Fonden sólo recibió como presupuesto 3,644 millones de pesos).
Y aunque los desastres continuaron, en México siguió el descenso de los dineros. Por ejemplo, los incendios forestales arrasaron bosques de Baja California, Jalisco, Guerrero, Michoacán y Quintana Roo: un total de 5,799 eventos en total, entre los cuales estuvieron aluviones y ciclones, pero el presupuesto sólo fue de 3,800 millones de pesos.
Como dice la canción “Uno de los Nuestros” para un bombero forestal:
“Alumnos del fuego nuestro gran maestro / Que enseña, pero no aprende libre como el viento/ Aunque nuestra labor no es solo apagar, te lo aseguro / Generar también nuestro paisaje del futuro”.
Para el siguiente año, 2021, los daños y pérdidas fueron en 707 eventos de origen natural y antrópico que causaron daños y pérdidas por 15 mil 354 millones de pesos y el fallecimiento de 588 personas.
¿Y el presupuesto? Sólo llegó a 9,054 millones de pesos.
Ese año también, el 21 de julio, la Secretaría de Hacienda (SHCP) oficializó la desaparición del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), al publicar el acuerdo en el Diario Oficial de la Federación (DOF).
En 2022 los daños en materia de desastres se calcularon en 16,600 millones de pesos, causados por el huracán Agatha, las intensas lluvias y el sismo del 19 de septiembre -los tres más devastadores-, pero sólo se presupuestaron 9,262 millones de pesos. Por cierto, los desastres de origen hidrometeorológico son los que reportan mayor cantidad de daños y pérdidas.
Además, el año pasado en dichos desastres murieron 496 personas.
Sí, los mexicanos resultan muertos, heridos o afectados durante las contingencias, pero las obras de relumbrón del actual gobierno siguen adelante con recursos que podrían destinarse a salvar y curar a los habitantes de este país llamado México.
Falta saber que más sucederá en este 2023 en cuanto a devastaciones y calamidades, cuando el presupuesto para Desastres Naturales aumentó a 17.374.635.852 pesos.
¿Habrá manipulación electoral?
Con el tiempo lo sabremos.
Por cierto, todo esto viene a cuento porque ayer se cumplieron seis años del sismo del 19 ocurrido en septiembre de 2017 y aun no se terminan de reparar los daños.
