Por Jesús Michel Narváez
Volvieron los tiempos de pagar favores con representaciones diplomáticas. O en su caso, de exiliar a quienes tienen cola que les pisen y desde el alto mando los protegen.
Es el caso de Quirino Ordaz Coppel aun gobernador de Sinaloa y que el viernes fue invitado por el presidente López para que se incorporara a su administración “porque ha sido muy buen gobernador y tiene experiencia”.
En tiempos idos, los políticos o intelectuales incómodos al gobierno en turno, se les exponía: cárcel o embajada. Todo mundo prefería la segunda opción en la que, además, ganarían salarios en dólares, tenían inmunidad -y también impunidad-, se relacionaban con los Jefes de Estado, eran invitados a las ceremonias oficiales y hasta de frac se vestían.
El presidente López ha insistido en sus 33 meses de gobierno que “no somos como los de antes” y aplica la letanía para cualquier ámbito. Sin embargo, en materia de política exterior hay barruntos de complicidades y de ser peor que los de antes.
Hay embajadoras que no tienen mérito alguno para ocupar dos de las joyas de la corona de la diplomacia: Blanca Jiménez, ex directora de la Comisión Nacional del Agua fue designada para representar al país en Francia. Y feliz de la vida de vivir en París, caminar por Champs Elysées, visitar el Museo del Louvre y de vez en cuando asistir al Lido. El otro caso: Josefa González-Blanco primera como titular de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, a quien renunciaron al retrasar 38 minutos un vuelo de la Ciudad de México a Tijuana, fue enviada al Reino Unido, en donde tiene la oportunidad de rodearse con la nobleza, de pronto ser invitada al Palacio de Buckingham y en una de esas hasta saluda de mano a la Reina Isabel II. Tiene oportunidad de hacer sus compras en la legendaria Harrods e ir al British Museum y cenar en Boisdale of Belgravia, uno de los restaurantes históricos y cuya comida básicamente es irlandesa.
Ahora representará al país en el reino de España, el sinaloense Ordaz Coppel que, al menos en su currículum, no se registra ninguna experiencia diplomática.
Lo envían, por supuesto si el Senado lo aprueba (se da por descontado), a la guerra sin fusil. Es el momento en que las relaciones entre ambos países se encuentran en el más bajo nivel desde que se reanudaron las relaciones en marzo de 1977 y sorprendentemente se designó a Gustavo Díaz Ordaz como embajador. Un “diplomático sin diplomacia”, se dijo entones.
¿Podrá Ordaz Coppel recomponer la relación?
Desde la llegada del presidente López ha habido distanciamiento. Y con motivo de los 500 años de la Conquista, exigió al Rey Felipe VI una disculpa por la aventura encabezada por Hernán Cortes que, con espada y la cruz, se hizo de lo que se llamó Tenochtitlan.
Son tan malas las concepciones del actual gobierno, que se desapareció la estatua de Colón, se cambió el nombre de Puente de Alvarado y se modificó el del Árbol de la Noche Triste. Y es solo el comienzo.
Quirino Ordaz -¿habrá algún parentesco con el expresidente?- cambia de chaqueta. Deja la tricolor de sus “amores” para calzarse la guinda de sus “Morenos”.
Ya en Madrid, seguramente recorrerá la Serrano, Serrano, donde se ubican las tiendas de firmas y marcas más exclusivas de moda, joyería y complementos. Podrá estar en el Palace o en el Ritz y, si quiere piano y beber la copa con amigos, el Café de Gijón. Los tablaos tienen los suyo. Y el Malacatín ofrece el mejor cocido madrileño. El Museo del Prado tiene lo mejor de Picasso.
Vaya, estará mejor que en Culiacán. A propósito: ¿su exilio voluntario y por invitación presidencial tiene algo que ver con la familia Guzmán?
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