La Posición de México en el Contexto Latinoamericano

Las Revueltas de Silvestre

Por Silvestre Villegas Revueltas

En la historia casi bicentenaria de la independencia a que llegaron los otrora territorios españoles en América, los cuales se convirtieron en repúblicas independientes como el caso concreto de México, podemos identificar esencialmente cuatro etapas que han caracterizado la relación de nuestro país con los demás estados del continente americano. Sucintamente podemos identificarlos de la siguiente manera: México como potencia en los años de 1820; desintegración, minusvaloración y primer no intervencionismo (1830s-1900); el tiempo de la negociación mexicana y los imperios en pugna (1900-1948); México en el contexto de la Guerra Fría (1950-1991); el país frente a la preponderancia estadounidense, democracia imperfecta y narcotráfico (1990s a la actualidad).

Estas cuatro etapas que reflejan momentos históricos muy importantes en el desarrollo de México como estado nacional tienen su racionalidad, sí y en efecto en el ámbito diplomático y de las relaciones internacionales, pero más importante, responden a problemáticas muy serias a nivel interno las cuales provocaron que, en coyunturas específicas, los gobiernos mexicanos buscaran en el lenguaje y en el entramado internacional apoyos para sus proyectos a nivel nacional y problemática administrativa hasta el nivel de una lectura local. Pongamos varios ejemplos.

Primero. La necesidad de tener circulante, proveerse de impuestos, crear una productiva clase propietaria y pegarle al enemigo por antonomasia del liberalismo mexicano -el clero católico- provocó que diversos gobiernos mexicanos (1855-1867, 1878-1884) involucraran a particulares extranjeros en el proceso desamortizador; cuando hubo problemas aquellos se acogieron a la protección de sus respectivos gobiernos nacionales (léase Francia, Inglaterra, EEUU, España). Segundo. La Revolución Mexicana produjo la Constitución Política de 1917, en ella existían varios artículos que afectaban de raíz la tenencia de la propiedad inmueble y las inversiones que en diversos rubros habían realizado compañías nacionales pero fundamentalmente extranjeras. Llegado de un golpe militar, el gobierno de Álvaro Obregón buscó frenéticamente el reconocimiento estadounidense y para ello negoció la no aplicación de tales mandamientos constitucionales. Relacionado con la disposición constitucional, el problema del petróleo, las afectaciones provocadas por la industria minera, inmensamente rica, la siguieron enfrentando las administraciones de Calles, Cárdenas, López Mateos (nacionalización de la industria eléctrica), Salinas de Gortari, Peña Nieto y la actual de López Obrador (con la industria eólica, supuestamente limpia. Pregúnte a los verdes de Dinamarca y Noruega qué piensan de tales compañías). En todos los casos señalados, el enfrentamiento del país con gobiernos e intereses del exterior respondía a problemas, presiones y procesos de cambio al interior del estado mexicano.

Finalmente vamos hacia el tercer ejemplo del nexo entre procesos, problemas y afectaciones al interior de México y la postura, acciones e inacciones de éste en el ámbito de las relaciones exteriores, en particular la lectura y la política diplomática  mexicana frente al subcontinente latinoamericano. Como en anteriores artículos publicados en Misión Política, repetimos, desde el Congreso Anfictiónico de Panamá (1828) y su secuela en Tacubaya, pasando por la postura del gobierno porfiriano respecto a los problemas de Centroamérica (el caso de Nicaragua) luego el papel de México en la Sociedad de la Naciones, y finalmente  la posición de México en la ONU y la OEA, en todos ellos se observa una reiteración por la defensa de la soberanía de los países latinoamericanos, una crítica al intervencionismo de las potencias particularmente respecto a los gobiernos en Washington, y derivado de lo anterior aunque sin señalarlo abiertamente, una autodefensa respecto a lo que al interior estaba sucediendo en México. Ello se puede apreciar de manera muy nítida con la Guerra Fría y la Organización de Estados Americanos (1948-1951, fechas de su fundación y funcionamiento). Aunque nació en Colombia la OEA se materializó en la ciudad de Washington, la capital del imperio que vigila y señala a los países del subcontinente latinoamericano. La organización desde los  años cincuenta pero especialmente a lo largo de las décadas de 1960,1970 y1980 abiertamente se posicionó como contraria a todos aquellos regímenes que en Dominicana, Guatemala, Cuba, Grenada, Venezuela y otros países más llevaron cambios reformistas o francamente revoluciones radicales. A todo ellos se les etiquetó de comunistas. México en el caso de la Revolución Cubana quedó aislado, protestó por la expulsión de la OEA del país caribeño y luego, hasta el día de hoy, ha desaprobado el embargo estadounidense contra el régimen socialista de la isla. Se puso contra “Sansón a las patadas” porque valía la pena, innegablemente el respaldo le dio estatura moral a México delante de la comunidad internacional, y aunque conflictiva la postura no ha pasado a mayores porque los gobiernos mexicanos saben perfectamente la línea que no deben pasar. Si algunos periodistas rastreáran de medio siglo atrás la postura de México frente a la OEA se darían cuenta de las críticas oficiales de la SRE, de los señalamientos académicos nada favorables, de los editoriales periodísticos y caricaturas contra semejante organismo. La historia de México demuestra que ponernos de tapete frente a las políticas de los Estados Unidos no funciona para obtener mejoras sustanciales, porque al final de cuentas los estadounidenses desprecian fundamentalmente a los entreguistas extranjeros, aunque sirvan a sus intereses. En los recientes conflictos en América del Sur, las respuestas electorales en Bolivia y el Perú han evidenciado los errores de los analistas de la OEA y han dimensionado el comportamiento cipayo de su Secretario General, Luis Almagro.

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