Por Itzel Toledo García
Como desde hace más de un siglo, el 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer con el fin de reconocer los derechos de la mujer; exigir justicia, igualdad y vida; y reivindicar el papel de la mujer en la sociedad en varias partes del planeta. En América Latina, el 8 de marzo y los días cercanos un buen porcentaje de mujeres de diferentes edades y estratos sociales gritaron a continuar luchando “juntas, libres y sin miedo”. Sonó la sororidad (solidaridad entre mujeres frente a la opresión patriarcal).
Esto se hizo de diferentes formas, y miles de mujeres salieron a las calles a marchar. Centenares participaron en actividades artísticas ya fuera interviniendo el “muro de paz” con nombres de mujeres víctimas de feminicidio o haciendo una performance como “Resistencia” de LASTESIS en la que se denunció la violencia contra las mujeres y se hizo un llamado a retomar las calles, “nosotras somos resistencia, somos respuesta a su violencia”. Otras, desde sus espacios personales, participaron en eventos transmitidos en vivo en los que se visibilizó el papel de la mujer en el espacio público histórica y actualmente. Muchas otras se manifestaron con cacerolazos y carteles, muchas más utilizaron las redes sociales para compartir ilustraciones, pictografías, frases y videos. Algunos hombres se solidarizaron con la lucha, reconociendo la necesidad de establecer nuevas masculinidades y apelando a relaciones humanas justas. Lamentablemente, no faltaron quienes, necios y molestos, se quejaron por las manifestaciones o los que atacaron virtualmente eventos académicos con imágenes de violencia a la mujer.
La música fue un elemento que acompañó una semana de gran importancia para las mujeres latinoamericanas como lo ha hecho a lo largo de esta marea feminista. Artistas iberoamericanas como la rapera feminista y anarquista guatemalteca Rebeca Lane, la rapera chilena-francesa Ana Tijoux, la cantante rapera española Mala Rodríguez, la feminista hiphopera argentina Sara Hebe, entre otras, han denunciado al estado represor, el colonialismo, la exploración de recursos y personas, la violencia de género y los feminicidios en América Latina y el Sur Global. Ante esta situación, han llamado al establecimiento de un mundo justo y libre para la humanidad.
En las calles y las redes sociales, la sororidad sonora genera espacio para compartir y dialogar sobre el desgarrador dolor por la violencia de género, las desaparecidas y los feminicidios, y el enorme sentimiento de frustración por la impunidad en la región latinoamericana.
Por ejemplo, “Un violador en tu camino” es una performance participativa de protesta que fue creada por el colectivo interdisciplinario de mujeres LASTESIS (Lea Cáceres, Paula Cometa, Sibila Sotomayor y Daffne Valdés), que surgió en Valparaíso, Chile. La primera interpretación de “Un violador en tu camino” ocurrió en Valparaíso el 20 de noviembre de 2019 con mujeres formadas en líneas que realizaron una coreografía con los ojos vendados con telas negras y portando un pañuelo verde en la que cantaron la canción que plantea las principales tesis y demandas del feminismo. La canción presenta de manera clara que el patriarcado castiga a la mujer por nacer, existir y ser.
Haciendo burla del himno de carabineros chileno de que un carabinero es “un amigo en tu camino”, la canción también señala que el culpable de una violación es el violador, el que está en tu camino, no de la mujer por el lugar donde está o la forma en que viste. Acusa la impunidad que es permitida por jueces, estado, y presidente. La segunda interpretación ocurrió cinco días más tarde en el Día Internacional de la eliminación de la Violencia contra la Mujer, teniendo un alcance mundial gracias a que movimientos feministas adaptaron la performance en 40 países del planeta. Se trata, sin duda de un himno feminista a nivel global.
Otro ejemplo, “Canción sin miedo”, compuesta por Vivir Quintana e interpretada con el coro El Palomar, es ya un himno para feministas en México. Esta canción fue lanzada el 7 de marzo de 2020 por Quintana en su canal de YouTube y en las marchas alrededor de la república el año pasado fue coreada una y otra vez. Este año volvió a sonar alto. Esta canción, que cuenta con más de 9 millones de vistas, denuncia que, en México, donde cada día matan a más de 10 mujeres, “A cada minuto de cada semana / Nos roban amigas, nos matan hermanas / Destrozan sus cuerpos, los desaparecen […]” y muestra sororidad con las compañeras que marchan en Reforma, las que pelean en Sonora, las que luchan por Chiapas y las madres que buscan en Tijuana. Además, se pide justicia y vida. Frente a un México nacionalista y machista, “al sonoro rugir del cañón”, se ofrece un país donde caiga el feminicida y retiemble la tierra “al sororo rugir del amor”.
Desde nuestros espacios es importante que escuchemos la sororidad sonora latinoamericana pues nos recuerda que, a pesar de los obstáculos, otro mundo es posible.