Por Jesús Michel Narváez
Seguramente si Aristóteles viviera moriría de inmediato al darse cuente de la ilógica lógica del Gobierno federal para la aplicación de la vacuna.
Las dos definiciones de Lógica apuntan a algo diferente de lo que se hace con la presunta inmunización. Veamos: 1.- Parte de la filosofía que estudia las formas y principios generales que rigen el conocimiento y el pensamiento humano, considerado puramente en sí mismo, sin referencia a los objetos. 2. -Método o razonamiento en el que las ideas o la sucesión de los hechos se manifiestan o se desarrollan de forma coherente y sin que haya contradicciones entre ellas.
Ante la segunda ola de la Covid-19, que se ha ensañado con los habitantes de la Ciudad de México lo mismo que en las entidades como Chihuahua, Durango, Guerrero, Morelos, Puebla, Baja California, Zacatecas, entre otras y que se encuentran en semáforo rojo por el elevado número de contagios y el aumento de fallecimientos.
La lógica indicaría que las vacunas deberían aplicarse en las zonas en donde se registran los índices mayores de hospitalizaciones y muertes. Sin embargo, la ilógica lógica del doctor Hugo López-Gatell o de quien haya sido la ideota, es vacunar primero al personal sanitario por ser soldados de primera línea y enseguida a los adultos mayores que se encuentran “en los lugares más alejados del país” dixit Andrés Manuel López, y si no pueden salir de sus casas hasta ellas llegarán los mal llamados Siervos de la Nación –no son siquiera son remedos de José María Morelos y Pavón a quien ni para bolearle las botas sirven- para inmunizarlos.
La lógica aristotélica diría que primero hay que atacar los frentes en donde se gesta el bicho y en donde la letalidad es innegable.
Digamos que la Ciudad de México tendría el nada honroso primer lugar para que sus habitantes sean vacunados. Pero no es así.
El presidente anunció que “en Campeche (único estado en semáforo verde) serán vacunados todos los maestros para que inicien las clases presenciales”. La lógica presidencial es reiniciar los estudios sin recurrir a la sana distancia. La lógica de Aristóteles es primero ir a las entidades con semáforo rojo o naranja y luego al amarillo y finalmente al verde.
El verde indica “limpieza”, es decir, a salvo de la Covid-19. Quienes lograron el control total deben dar a conocer su metodología para que otros Estados la pongan en práctica y pronto pasen del rojo Ferrari al verde limón, no al olivo.
Sin la cantidad suficiente de vacunas, porque se está cediendo parte para los “países más pobres”, aunque la versión que corre es que no hay contratos con la estadounidense Pfizer que, además, esta semana redujo la entrega a más de la mitad, la elección de inmunizar a quienes habitan en zonas alejadas, en donde no hay contagio, o en Campeche, estado, donde sí domaron la pandemia, no parece la lógica.
En la ilógica lógica presidencial, surge al anuncio que “sin problema se vacunará a 3 millones semanalmente”. Esto equivale a 428 mil 857 personas recibirán la dosis correspondiente a la primera aplicación. Y representa 144 millones inmunizados. Más del número de habitantes que tiene México.
Si habla de las dos dosis, entonces solamente 77 millones serán inmunizados. Y si esa es la cifra que estima el señor López-Gatell para “domar la pandemia”, tenemos que encomendarnos a Dios. Ya sabe usted cómo son sus pronósticos. Están peor que los del Mentirológico con respecto al clima.
Total que la ilógica lógica es la que está partiendo el queso en este país que no produce Gruyere pero sí y mucho Cotija, uno de los 10 mejores del mundo según los expertos.
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