Por Jesús Michel Narváez
Manejar los tiempos es un don del presidente López. Los tiempos político-electorales, por supuesto.
Su magia puede cambiar el contenido literal de las palabras pero el fondo es el mismo.
Hablar de “tocó madera” para que no regresen los de antes, que se robaron todo, no es sino un mensaje dirigido a los ciudadanos que saben a qué se refiere: al PRI, al PAN, al PRD…al que le guste que no esté sumiso ante su partido y menos a su persona.
No es igual pero es lo mismo.
Aunque aún no comienza la veda informativo por el proceso electoral, el INE ya acordó que las mañaneras no se trasmitan íntegras. Podrán difundirse fragmentos en radio, televisión y redes sociales, pero no difundir la totalidad de la “conferencia”. Y parece que muy a su pesar tendrá que respetar la ordenado por el organismo, todavía autónomo constitucional…
Se queja amargamente y señala que “mientras no me censures, seguirá subiendo mensajes al Face”. Aquí si niega que las redes sociales son propiedad privada… ¿estará pensando en expropiarlas? Porque crear su propia red como lo anunció no “es enchílame otra”.
En Atoyac de Álvarez, Guerrero, por enésima ocasión refirió ser maderista y por tanto anti releccionista. Afirma que en septiembre se jubilará -¿con cuál pensión, ciudadano?- y entregará la estafeta a los jóvenes -¿adiós Marcelo?- que consolidarán el (su) proyecto político.
Dos observaciones: ¿Cómo sabe que ganará su candidato –porque no puede haber uno que no cuente con su visto bueno- en 2024? Y la segunda: ¿quién garantiza que la revocación de mandato tiene como respuesta SÍ?
Nadie le pregunta si quiere reelegirse pero asume que su forma de gobernar lo propicia. Se dice maderista y más parece pinochetista. Para él, solamente para él, todo lo que hace es lo correcto y quienes no compartimos su forma de gobernar, porque la de pensar, si hay materia gris, es otra cosa, señalamos sus desaciertos y eso nos convierte en adversario –sinónimo de enemigo- y por consecuencia nos tiene que sepultar… si nos dejamos.
Los temas s ele agotan por el abuso en el uso. Y tiene que inventar nuevos que resultan más de lo mismo: los del pasado robaron a manos llenas, la impunidad y la corrupción ya se acabó -¿en serio?-, los del pasado quieren que mi gobierno pierda la mayoría –diríase el control- de la Cámara, pero el 71 por ciento de los mexicanos me apoya. (Encuesta realizada por la Secretaría de Gobernación con 2 mil 500 entrevistas. ¡¨Qué gran universo!).
Su magia para cambiar las palabras pero decir lo mismo, es admirable. Insiste y lo seguirá haciendo, en descalificar a las oposiciones aunque la Constitución lo prohíba.
Alguien decía: ¡Ya chole!
Y sí, ya basta de mentiras, engaños, distractores. Tiempo es de reconocer los desaciertos y corregirlos si quiere pasar a la historia como “el mejor presidente de México”, con lo cual, por supuesto, desbancaría a Benito Juárez. Si se trata de ser demócrata y quiere el pódium, que Madero se despida de su pedestal y entienda que no es el mejor.
Cosas veredes, Mío Cid.
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