Por Jesús Michel Narváez
Las voces de expertos señalan que la vacuna lograda por Pfizer no podrá aplicarse en México debido a la falta de infraestructura de congelación para mantener activos los componentes y sus resultados sean positivos en quienes la reciben.
Un amplio reportaje publicado por El País puso en evidencia que en nuestro país se carece de un sistema de refrigeración que alcance los 70 u 80 grados bajo cero, temperatura requerida por el fármaco de los laboratorios con sede en Nueva York. Apuntaba que un equipo de esas características podría alcanzar un costo de alrededor de un millón 300 mil pesos. (Una ganga cuando hay dinero suficiente como lo ha afirmado el presidente López).
Incluso Martha Delgado, subsecretaria de Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores ha comentado que si bien México no tiene el sistema de refrigeración requerida, cuenta con otras opciones de vacuna cuyas investigaciones se encuentran en fase 3.
Sin embargo, el súper poderoso epidemiólogo que hace las veces de vocero sanitario para el tema de la Covid-19, señaló que se analizarían varios escenarios para poder utilizar la vacuna producida por Pfizer.
Una opción para optar por dicha vacuna es que el Gobierno de México organice la aplicación de “una manera no convencional”.
Recórcholis y contra recórcholis. ¿Qué habrá querido decir de una manera no convencional?
Es probable que haya descubierto cómo aplicarla desde un globo de cantoya o desde los helicópteros de la Marina o de la Fuerza Aérea
Vivillo el que desde ahora podría ser calificado como la reencarnación de la Chimoltrufia pero con apellido Gatell.
La seriedad del caso no admite que un día se diga que no es posible cumplir la exigencia de tener un sistema de refrigeración y al otro se sugiera otras opciones “no convencionales” para aplicar la vacuna a millones de personas en México.
De acuerdo con sus datos –los otros, por supuesto- la autoridad sanitaria cuenta con un plan preliminar para el inicio de la aplicación de la vacuna contra el COVID-19.
Pero qué cree usted: por momento no lo darán a conocer.
¿Será ultra secreto y no quiere el Gobierno que se lo pirateen?… ¿o será que no hay nada de nada?
Los mexicanos tenemos el derecho de saber qué planea el Gobierno para impedir que las muertes sigan cada 24 horas y los contagios registren ya un millón. No es la vida del epidemiólogo la que está en juego: es la nuestra.
Más seriedad y respeto, aunque mínimo, para los ciudadanos, señor López-Gatell.
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