Por Emilio Hill
De clara vocación neorrealista, Mano de obra (Zonana, 2019), es una muestra de las inquietudes narrativas de los cineastas mexicanos actuales: habilidad narrativa y melodramática con un dejo documental al usar a los llamados actores naturales, en este caso albañiles y una historia que antepone el tema social más que la distracción o evasión para que el espectador cuestione, salga de su zona de confort.
De reciente estreno en la exigua cartelera, lo cual puede, por curioso que parezca, beneficiarla, el filme se pudo ver el año pasado en El Festival de Cine de Morelia, donde tuvo buen recibimiento. La anécdota en apariencia es sencilla: Francisco (Luis Alberti) es un trabajador de la construcción que decide quedarse a vivir en la casa –lujosa– que construye, luego de que su hermano muere en un accidente de la obra.
Los dueños de la propiedad se niegan a dar una indemnización a la viuda, la cual está embarazada y esto provoca los deseos de venganza de Francisco. Ya instalado en la residencia, invita a sus compañeros de obra para que hagan lo mismo. A partir de ese momento, se crea una comunidad que replica los vicios y jerarquías del exterior. Todos los intérpretes, menos Alberti, son actores naturales, es decir son albañiles en la vida real. Lo anterior consolida la vocación neorrelista del largometraje.
Alberti, por cierto, ganó el Ariel como Mejor actor en la pasada entrega de trofeos que se llevó a cabo en un foro de Canal 22. Mano de obra, resulta un trabajo que no es complaciente ni paternalista con el sector y la problemática que retrata. Los vicios que se replican en la residencia, ya como comunidad, resultan en el fondo un microcosmos social. Bien narrado y sin complacencias para el público, resulta un testimonio narrativo de la injusticia, la reivindicación social y el ciclo de la venganza social.
La película, consolida la vocación de compromiso y trabajo con la realidad que tiene buena parte del cine mexicano. El uso de los llamados actores naturales se vio también este año en Ya no estoy aquí (Frías, 2019). Por cierto, el joven protagonista de este filme Juan Daniel García Treviño ganó el Ariel como Revelación en el Ariel.
Mano de obra es el tipo de cine que no busca la evasión gratuita del espectador y sí apela a su sensibilidad e inteligencia. Elude la mediocridad del martahigaderazo nuestro de cada día y se arriesga a retar al espectador.
Este cine es el que puede desaparecer con la falta de apoyo vía fondos a la cultura.