La Democracia Pierde Ante el Populismo

Por Alberto F. Mena Mallen

Nuestra democracia –que está en construcción-, participativa, deliberativa, directa y consensual va en picada hacia la desaparición con la propuesta de la 4T de Andrés Manuel López Obrador, quien hasta ahora, luego de 19 meses en el gobierno –ni en su campaña lo hizo-, ha definido que tipo de sistema político usaremos en México.

Al principio se mencionaba que iríamos hacia una social-democracia por lo que había mencionado en su campaña de que construir un sistema de salud semejante al de los Paìses Bajos, que utilizan dicho sistema político, pero como lo hemos visto ni a eso podemos aspirar ante las deficiencias de polìticas pùblicas y de administraciòn y pobreza de nuestros hospitales y personal médico, achacada a gobiernos anteriores, cuando la austeridad franciscana utilizada por los morenistas es generadora de la falta de material para apoyar en la campaña contra el Covid-19 y de una amplia gama de enfermedades de los mexicanos que no son atendidos, por lo cual, muchos se van al panteón.

Lo que sí es de comentarse es que los estudiosos y analistas de los sistemas polìticos mencionan que el centro polìtico –ya desaparecido en muchos de ellos-, no es usado actualmente, ya que los extremos radicales son aplicados por los mandatarios como es el caso de Donald Trump en los Estados Unidos, ubicado en la utra-derecha y del mandatario mexicano quien se colocó en la izquierda recalcitrante, y ambos con el sello de populistas. Otro dpopulista extremo es el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.

Estas posturas lo único que han causado son problemas para los habitantes de sus países, quienes ya comenzaron a protestar porque ambos presidentes (Trump y López) han usuado su estilo personal, ademàs de que buscan ser el centro de atenciòn, al agrupar todo el poder en sus manos y desaparecer las instituciones que se han creado para ser contrapesos del poder omnìmodo del presidencialismo.

En la revista Diálogo Político que publica la fundaciòn Konrad Adenauer, en el nùmero 1 en su año XXXV, 2019, se establece que las “promesas de soluciones radicales y definitivas y la comunicación directa entre el líder y cada ciudadano proponen sustituir las organizaciones que hasta ahora eran el fundamento de la democracia”. Esta situación prevalece en las acciones del pejismo.

Tambièn se señala: “Los numerosos escándalos de corrupción aumentan la desazón de los electores y los hacen más sensibles a ofertas populistas”, de lo que se aprovechó López Obrador para ganar las elecciones presidenciales pasadas y de lo que todos los mexicanos, con razón, ya estaban hartos. Sí, de la corrupción de los gobiernos anteriores.

Inclusive apuntan en dicha revista: “La democracia muere cuando se destruyen sus fundamentos formales, sus reglas de juego. No alcanza con votar, pero este acto es indispensable para dar legitimidad a los administradores de la cosa pública. Los nuevos desafíos requieren de una nueva ciudadanía, informada y comprometida con lo público y con el futuro”, lo que ya acontece con las manifestaciones “fifìs” –que conscientes de la pandemia han utilizado sus vehìculos y no utilizan las manifestaciones preseciales-, de miles de ciudadanos que se han dado cuenta de los propósitos del Ejecutivo Federal, de atacar a como de lugar a nuestra democracia y aplicar su 4T, con la pobreza por delante y en contra de otros millones de mexicanos que luchan todos los dìas por elevar su posiciòn social.

Alejandro Guedes, politólogo, maestro en Ciencia Política (Universidad de la República, Uruguay). Consultor en el Ministerio de Desarrollo Social. Investigador del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República, escribe en dicha revista con el tema “La Nueva Derecha Radical y Populista”. Dice:

“La estrategia de comunicación va más allá de las típicas campañas negativas. Lo que hemos visto son estrategias que no escatiman en lanzar ataques que se ubican al límite de lo que es tolerable en el marco de las reglas democráticas. Amenazas de prisión hacia los rivales, acusaciones de sabotaje de los procesos electorales, ataques a las minorías, amenazas a periodistas, a los medios y acusaciones de antipatriotismo. (EU y Brasil, yo incluyo a Mèxico pero en la izquiera populista)

“Desde hace un par de décadas el mundo está presenciando el crecimiento de una derecha más radical y populista. Poseen en cierta medida un núcleo ideológico común. En este sentido se identifican por su marcado perfil nacionalista, populista y autoritario. Ello se refleja en demandas que son recurrentes y que siempre son patrocinadas por estas formaciones, tales como el combate a la inmigración, en muchos casos expresada a través de actitudes manifiestamente xenófobas. Se presentan como euroescépticos, y en varios casos como antiglobalistas y contrarios al libre mercado”.

Los politólogos Steven Levitsky y Daniel Ziblatt (2018) ven en estos fenómenos populistas (sean de derecha o de izquierda) una anomalía que tiende a socavar las democracias liberales. Por otro lado, Steve Bannon (exasesor de Donald Trump) catalogado como uno de los estrategas más influyentes de la nueva derecha, tiene una visión política distinta. Señala que “el mundo se verá obligado a elegir entre dos formas de populismo: el de derecha o el de izquierda. El centro está desapareciendo”.

Explican que tras el triunfo de Donald Trump en el 2016 los principales medios escritos y portales web plantearon la conjetura del avance de la nueva derecha populista. Al igual que sus pares europeos, Trump captó el descontento de las clases medias con la elite política, el miedo a la inmigración y la pérdida de identidad nacional. En otras palabras, podríamos decir que supo gestionar los traumas del votante promedio estadounidense. Propuestas como la construcción de un muro en la frontera con México, el impedimento a la entrada de musulmanes o la oposición a los tratados de libre comercio alimentaron su mensaje nacionalista.

Y hay quienes señalan el caso de Mèxico, con Andrés Manuel Lòpez Obrador que cae en la izquierda populista y quien lleva a México hacia un sistema político que no está definido aún, pero que está dentro de los que ya se aplican en Venezuela y Cuba, lo que no es aceptado por muchos mexicanos y lo que se ve muy difícil y complicado ya que tenemos a los Estados Unidos vigilantes de lo que suceda y pase en el territorio nacional, su patio trasero.

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