Un Poco de Medicina

La Tiendita de los Horrores

Por Emilio Hill

En estos momentos, es fundamental distraerse. Y ver una buena película es una excelente opción. Los estrenos cinematográficos, por obvias razones se han pospuesto, y el revalorar viejos filmes se ha convertido en parte de la actividad diaria. Por lo menos para el espíritu cinéfilo. Medicina para la mente y el alma.

Pero no olvidemos que los verdaderos protagonistas, héroes vaya, sin miedo a caer en el lugar común, son todo  el personal médico que libra batallas diarias además de soportar declaraciones desafortunadas desde el poder. Sirva este texto como un muy modesto homenaje. Hagamos un breve recuento de largometrajes que rescatan la noble labor médica.

Patch Adams:

Hunter Doherty Adams, mejor conocido como Patch Adams, es un personaje complejo. ¡No solo fundó la Risaterapia, y el Instituto Gesundheit!, sino a lo largo de su vida se ha caracterizado por ser un activista político de ideas más bien de izquierda. La terapia del humor del cual es uno de los padres, digamos, y se ha copiado en casi todo el mundo, es un ejemplo. Un humanista sin mezquindades de mesías.

Tiene su película es protagonizada por Robin Williams. El filme se llama así: Patch Adams, lo dirige Tom Shadyac en 1998. El largometraje, descafeína de algún modo, la actividad como activista de Adams y se enfoca en su labor, sobre todo, como fundador de la Risaterapia y el ya mencionado Instituto Gesundhelt. No está ajena, sin embargo, de picos dramáticos, y Williams se da vuelo como un actor casi sin control.

Digamos que, a su favor, el filme dio a conocer a nivel mundial, la labor de Adams, y como producto dramático puede ser excesivo.

El protagonista no se contiene y endulza la historia de un hombre lleno de matices.

Sin embargo, vale la pena verla, ya que no se puede negar un efecto emotivo efectivo, sobre todo si uno es de lágrima fácil.

Despetares (Awakenings, Penny Marshall, 1990)

Otra vez el malogrado Robin Williams, interpreta a un galeno y de nueva cuenta en un caso real, por supuesto endulzado por la dulce droga de la fantasía hollywoodense.

Autobiografía del neurólogo Oliver Sacks, interpretado por Robin Williams, con el nombre de Malcolm Sayer, el cual rescata del estado catatónico a varios pacientes, gracias a una droga que ha estado investigando. Entre los beneficiados del experimento, se encuentra Leonard (Robert De Niro), quien lleva ya tiempo en tal condición.

Williams es una bomba de tiempo, pero Marshall sabe contenerlo y Despertares es una obra mucho más redonda y sobria que Patch Adams.

De Niro estuvo nominado como Mejor actor de reparto en el Oscar de 1990. Y el largometraje compitió también por Mejor Película y Guión adaptado. No ganó ninguno.

El verdadero tema, es la relación médico paciente y el respeto y la dignidad.

Se puede decir que está película, que tiene sus excesos, es un clásico noventero. De Niro y Williams, por momentos están en el tono de la Buddy film y lo hacen de manera efectiva.

Dos egos que se encuentran en pantalla, nunca ajenos a sus manierismos, pero que la habilidad de la directora logra matizar.

El cine y las historias médicas, en la que los doctores son en buena parte protagonistas, nos recuerdan lo noble de esta labor.

El arte y el humanismo se funden y estas películas nos alejan de la mezquindad política y declarativa.

 

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