Sobre Populistas y Fascistas

Federico Finchelstein.
Del Fascismo al Populismo
en la Historia.
Taurus. Madrid

Por David Marklimo

Con una frecuencia inédita en los últimos tiempos, los términos fascismo y populismo se repiten, definidos a gusto o conveniencia, en el discurso de periodistas, académicos y opinólogos de toda índole. Es citar esos dos conceptos y hacer patente el mal absoluto sobre el sujeto al que nos queremos referir. Todo es fascismo, todo es populismo.

Esto, por supuesto, nos deja en mal sitio a los politólogos, incapaces de clarificar qué es cada concepto, en qué se parecen y en qué son distintos. Por eso, es muy saludable la propuesta del profesor argentino, Federico Finchelstein en su libro Del Fascismo al Populismo en la Historia, quien pone el acento en el rango de posibilidades históricas que presentan esto conceptos, conservando las distinciones sociales y políticas esenciales entre la izquierda y la derecha, pero sin perder de vista las propiedades antiliberales que ambos proponen.  Entonces, ¿de qué hablamos cuando hablamos de fascismo y populismo? ¿Qué son? ¿Qué los asemeja y qué los diferencia? ¿Cuáles son sus conexiones en términos teóricos y cuáles en su curso histórico? ¿En qué se basan quienes llaman populista o fascista tanto a Hugo Chávez, a Donald Trump, a Andrés Manuel López Obrador?

El libro desarticula mitos, por ejemplo al hablar de populismo, la idea estereotipada resalta que es un fenómeno político nuevo. Finchelstein recurre a la historia y muestra que los orígenes del populismo son tres momentos globales del siglo pasado: las dos guerras mundiales y la Guerra Fría. En cuanto al fascismo, enfatiza que éste intentó dominar el mundo, creando una ideología a su medida y semejanza, en la cual lo irracional, lo inconsciente y lo mítico son una misma cosa y esa cosa sólo produce violencia política. Y esa violencia elimina la capacidad de pensar.

Por lo tanto, el autor no pone en un plano igualitario al fascismo y al populismo. El populismo nace del fascismo como resultado de la derrota de este último y en la necesidad de convertirse en una opción válida dentro de los cánones que se imponían en el mundo latinoamericano de la Guerra Fría y que tenían que estar dentro de un ámbito democrático. El populismo, de tal modo, viene a representar la imagen civilizada del fascismo. Con esto último en mente, parece necesario recordar el por qué los conceptos de líder y pueblo son esenciales para comprender la aparición histórica del fascismo y su desaparición para luego retornar convertido en lo que denominamos populismo, la trascendencia de lo popular en pos de un llamado patriótico, extraordinario. De esta manera, el estudio del liderazgo político cobra radical importancia.

El líder que se reconoce en la identidad del pueblo, en esa única voz que lo enaltece, que se define como la encarnación de la Patria y a sus opositores los concreta como la idea de anti patria, para Finchelstein, sería un populista. El populismo, así, busca la mayoría absoluta con medios que rozan los límites de la democracia y el republicanismo. Dicen interpretar a aquellos que son excluidos, que viven alejados de los beneficios sociales, de los que, como ellos, solo entienden a la democracia como una forma legítima de gestión y gobierno. En ese sentido, populistas han sido Juan Domingo Perón y los líderes priistas desde Lázaro Cárdenas. Andrés Manuel, por supuesto, no escapa a esta definición con su frase “por el bien de todos, primero los pobres”.

La obra invita a profundizar sobre los alcances de los movimientos sociales modernos y cómo se originaron gracias a experiencias políticas que fueron cambiando y mutando. Son movimientos populares, que se adhirieron a liderazgos de corte antiliberal o iliberal, como se les conoce ahora.  Y son, justamente, el fantasma que está recorriendo el mundo.

 

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