La Maldición de la Maldición

La Tiendita de los Horrores

Por Emilio Hill

Hay que ver con cierta lástima, tal vez indulgencia a La Maldición Renace (The Grudge, Nicolas Pesce, 2019) para no sentir que hemos sido estafados en la taquilla.

El asunto en general es un reinicio –de algún modo-, que comparte el universo a su vez de las adaptaciones que hizo Hollywood a partir de 2004, con dos secuelas, de un asunto que, de inicio, era bastante original: Ju-on (Takashi Shimizu, Japón, 2002). Un clásico del horror japonés. Y todo con el mismo nombre: La Maldición.

El origen de las sagas es demasiado largo y poco abonan al resultado final del filme que hoy nos ocupa. Porque en La Maldición Renace –el renace es cortesía de la distribuidora en México-la abulia por iniciar una franquicia, ya explotada hasta el cansancio, se nota desde el tono de los actores: monótono aun en los momentos que debieran ser de mayor tensión.

Hay, además, una indefinición genérica que empobrece las fortalezas de la historia original: en el actual remake parece que vemos un monótono episodio de serie policiaca de mediano cachete, aunado a que las escenas clásicas de horror a pocos sorprenden por lo manoseado del asunto.

Ya entrados en gastos, el filme cuenta con una paleta de colores que resulta demasiado ocre; el tono es más referencial que efectivo.

En este remake-reboot, muy anodino para tener alguna luz de donde sostenerse, vemos la historia de los Detectives Muldoon y Goodman –es neto así se apellida-, interpretados por Andrea Risenborough y Demián Bichir, respectivamente. La primera es una madre soltera un poco paranoica que se le va la vida entre el trabajo y cuidar a su pequeño hijo. La aparición del cuerpo de una mujer, hará que se obsesione con el caso.

Su nuevo compañero, el detective Goodman –que ve películas religiosas en sus ratos libres- parece tener información sobre los hechos, pero místico como dicta su apellido, no suelta prenda. Cabe añadir que Bichir demuestra algo más que oficio en una historia que nunca encuentra su vocación genérica. No sabemos si pesa un filme de horror, o un asunto policiaco.

Detrás de la primera muerte hay una maldición que persigue a los lugares donde ha habido una muerte violenta: y así, la mala suerte va detrás de varias parejas de esposos: el que tiene más de cinco décadas juntos, el que se reúne después de que ella hizo un largo viaje a Japón y una más que espera un bebé.

Y cabe añadir que la maldición toca hasta los resultados en taquilla y de crítica del largometraje, ya que le fue bastante mal.

El filme –en el mejor de los casos- se sostiene en la puesta en escena de las ideas que la preceden y sus mejores momentos son de franco humor involuntario.

Por momentos, incluso, se acerca más a las parodias que de los anteriores largometrajes – y otros del género, que se hicieron-. Los hermanos Wayans palidecerían al ver el manejo de resultados satíricos involuntarios finales.

Lástima por Bichir y sobre todo del ingenuo público que caiga en la trampa.

La maldición será si la ve.

 

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