*Además del Avión, en Oferta Propiedades del Estado Mexicano
Por Joel Armendáriz
Sorpresivamente el presidente López Obrador anunció la venta de “propiedades del Gobierno en el extranjero y en el país”.
Habla de representaciones diplomáticas. Y México las tiene con 190 países del mundo, algunas de ellas concurrentes.
Justifica su nueva “subasta” o “rifa de lotería” no lo aclaró, para “devolverle al `pueblo lo robado”.
Un nuevo naipe sacado de la manga para distraer al “adversario” y tratar de ganar la partida, aunque cuente con solamente dos cartas que, contra la ortodoxia del crupier, no tienen corazones, espadas, reyes ni reinas. Están en blanco. Un bluf, como se le conoce.
Que se sepa, el Gobierno no es propietario de los bienes de la Nación si bien es el depositario.
¿Cómo vender lo que no es suyo?
Se sabe y bien que al Presidente eso no le preocupa y como ejemplo más acabado de que no se respetan contratos y mucho menos se cuenta con las facturas de los bienes, está la “lotería” para recuperar el valor del Avión Presidencial al que nunca se subirá porque “es una falta de respeto al pueblo”.
La mayoría de legaciones diplomáticas con que cuenta el país no son propias. Son rentadas.
Pero eso no se toma en cuenta.
“Acerca de las propiedades va hacer una revisión la Secretaría de Hacienda. Ya tiene la relación de todos los bienes que se tienen tanto en México como en el extranjero. Para devolverle al pueblo esos recursos en obras, servicios, en mejorar la calidad educativa, en mejorar los sistemas de salud y bienestar”, expuso en su conferencia del pasado viernes.
¿Cuántas propiedades tiene México en el exterior?
Sería bueno conocer el listado. Y de ahí se partiría el supuesto de cuánto podría obtener el Gobierno con su venta.
Remate, porque está demostrado que en la 4t no hay agentes inmobiliarios o vendedores de aeronaves y autos.
Ante la falta de compradores que anden buscando ofertas, el Gobierno decidió subastar los bienes.
Algunos decomisados, otros abandonados y muchos sin saber de dónde provienen.
Las subastas no han sido exitosas del todo.
Y como se anunciaba que lo obtenido se destinaría a obras, apoyo a los atletas –por adelantada su beca de un año-, agua potable, drenaje, energía eléctrica, caminos de concreto hidráulico cuya mano de obra la ponen los habitantes de los municipios, cual ingenieros calificados etcétera.
López Obrador habló del cierre de 51 representaciones de Pro México, un ente que generaba negocios pero que en su opinión eran lujosas y poco eficientes. Había, habría dicho en su momento, personajes que se daban vida de jeques con dinero público. ¡Eso se acabó!
Y sí, ya no hay promoción turística, no hay invitaciones a inversionistas para que traigan sus dineros a México, no hay publicidad de la imagen del país. Y por supuesto, ya no hay fifís al frente de ellas.
¿QUÉ MÁS SALE A REMATE?
Ante el anuncio –insistimos: sorpresivo- surgieron muchos comentarios: ¿Qué más puede rematar el gobierno para regresarle el dinero al pueblo sabio y bueno?
Hay muchas propiedades.
Edificios que albergan Secretarías, Institutos, Organismos Autónomos, Petróleos Mexicanos, Secretaría de la Defensa, Colegio Militar, la Comisión Federal de Electricidad,
la UNAM –y muchas otras universidades-, el IPN, el IMSS, el ISSSTE, el Palacio de Bellas Artes, el Castillo de Chapultepec… ah, y el ¡Palacio Nacional!
Ya puso en venta decenas de aeronaves que usaban los “funcionarios del pasado (fifís), automóviles lujosos, joyas, obras de arte y un sinfín de artículos que durante décadas fueron adquiridos o regalos hacia los gobiernos de México, no a los PRESIDENTES.
Porque ninguno de ellos se llevaron los obsequios a sus casas particulares.
¿Por qué vender los bienes de la Nación?
La primera explicación sería que no alcanza el dinero del Presupuesto de Egresos de la Federación para cubrir los caprichos presidenciales.
La segunda: solo para dejar claro quién manda en el país.
Vender los edificios de las sedes diplomáticas conlleva un deterioro de la imagen de México, el “hermano mayor de América Latina” como lo ha pregonado el Presidente.
¿A dónde acudirán los mexicanos que tengan problemas en el extranjero?
Seguramente a carpas habilitadas de embajadas.
¿Y dónde vivirán los diplomáticos?… ¿Dónde se harán las recepciones?
Quizá el nuevo slogan de la 4t debería ser: “bara— bara…bara”.