“Lo Público”

Del Cine y las Leyes

De Bibliotecario a Trabajador Social

Por Horacio Armando Hernández Orozco

“Lo Público” (“The Public”), película dirigida y protagonizada por Emilio Estevez (Stuart Goodson), el elenco también incluye a Alec Baldwin (Detective Bill Ramstead), Taylor Schilling (Angela), Jena Malone (Myra), Christian Slater (Josh Davis), Jacob Vargas (Ernesto), Gabrielle Union (Rebecca Parks), Michael Kenneth Williams (Jackson) y Jeffrey Wright (Anderson); estrenada en abril de 2019.

Stuart Goodson es un bibliotecario, quien, ante una tormenta de nieve ártica en Cincinnati, está en el medio de un enfrentamiento entre un grupo grande de indigentes que se niegan a salir de la Biblioteca Pública y las autoridades que se empeñan en sacarlos a la fuerza.

La trama de la película gira en torno al rol social que han adquirido en los últimos años las bibliotecas públicas convirtiéndose en estancia provisional de desamparados en los Estados Unidos.

ABIERTAS LAS PUERTAS DEL SABER

Aun no dan las diez de la mañana y ya hay gente esperando a que abra la Biblioteca Central de Cincinnati; Ernesto, uno de los trabajadores, le comenta a una mujer que quiere ya entrar, que debe esperar, a lo que ella contesta que debe ser un complot de judíos.

Nadie pensaría que desde temprana hora estuviera la gente esperando a que abriera sus puertas una biblioteca pública, a menos que existiera un evento programado; la respuesta no se hace esperar; las personas que están ansiosas de ingresar son, en su mayoría indigentes que utilizan los baños públicos para asearse, pero también hacen uso de los servicios propios de la biblioteca, como es la lectura y la consulta de información en los equipos de cómputo.

Desde las primeras escenas de la cinta se advierte que la biblioteca tiene un rol social en pro de los indigentes urbanos, dentro de los cuales, algunos de ellos son alcohólicos, drogadictos o padecen de cierta enfermedad mental, tan es así que en el tercer piso hay un indigente completamente desnudo cantando “I can see clearly now” de Johnny Nash.

LA DEMANDA

El señor Anderson, director de la biblioteca, llama al salón de juntas a Stuart y a Ernesto, donde se encuentra el fiscal Josh Davis, quien hace del conocimiento que un indigente de nombre Jeremy ha demandado a la ciudad, ya que le negaron su derecho a estar en la biblioteca pública pidiéndole que se retira del lugar porque olía mal.

En esta escena se hace hincapié en que todos los ciudadanos tienen el derecho de acceder a las instalaciones públicas, como lo es la biblioteca central, y que no puede restringirse su acceso por cuestiones de raza, credo, género o ideología política, pero ¿podrá restringirse su estancia por el mal olor de la persona?

Stuart aduce que varios usuarios se quejaron del desagradable olor que expedía Jeremy, y que esa fue la razón para pedirle que se retirara; agregando el Director Anderson que se deben ponderar los derechos de los unos y de los otros, y que la biblioteca garantiza a todos los usuarios el derecho a la información, sin embargo el fiscal es contundente: a Jeremy se le negó ese derecho y ahora demanda una indemnización de 75 mil dólares.

UNA CRISIS Y DOS POLÍTICOS

A la mañana siguiente, antes de que la biblioteca abra sus puertas como todos los días, el servicio de emergencia recoge el cuerpo de un indigente que ha fallecido de hipotermia, esta situación consterna a Stuart y a Ernesto, pues era un asiduo visitante de la biblioteca; las noticias alertan que esa noche habrá una baja drástica en la temperatura.

Durante toda la película se muestra al personaje del bibliotecario Stuart como una persona dubitativa sobre la función humanitaria que debe tener la biblioteca, aunque está plenamente convencido que está haciendo lo correcto al permitir que los indigentes utilicen las instalaciones y al escucharse en los altavoces que en diez minutos la biblioteca cerrará, Stuart se percata que aquéllos no pretenden salir del lugar.

La ocupación inusual de la biblioteca es aprovechada por dos políticos que están en campaña para ser alcalde, el Fiscal Josh Davis y el reverendo Earl Bradley; mientras tanto, Jackson, líder de la ocupación, solicita que Davis se acueste durante cinco minutos en el asfalto sin cobija alguna, las cámaras de televisión lo graban, y el Fiscal da la nota que los indigentes son rehenes de Stuart, al cual considera autor intelectual de esto.

El reverendo Bradley aprovecha la ocasión para en forma “discreta” llevar comida y cobijas a los indigentes que están ocupando las instalaciones de la biblioteca, lo cual también captan las televisoras.

El director Emilio Estévez vio en un noticiero la historia de un bibliotecario que decía que la realidad lo había convertido en una especie de trabajador social, porque estaba en contacto constante con indigentes, de ahí surgió la idea de contar esa realidad y saber cómo reaccionarían ante una crisis los políticos y la policía.

Es un hecho que las bibliotecas públicas deben dar servicio a todas las personas, sin importar que sean ancianas o jóvenes, que tengan estudios o que no los tengan, que sean ricas o pobres; son una institución que representa al máximo la noción de democracia, sobre todo en tiempos de exclusión social y desigualdad de renta y riqueza, la película toca y cuestiona los límites del concepto “público” en los propios espacios públicos.

El director Jackson expresa esta idea en una frase: “Caminar en una biblioteca pública es el último bastión de la democracia que tenemos en este país.”

La película contó con el apoyo de la American Library Association que promueve el acceso a la información para todas las personas y reconoce la necesidad urgente de responder al creciente número de personas pobres en los Estados Unidos, que se ven afectadas por una combinación de limitaciones, que incluyen el analfabetismo, la enfermedad, el aislamiento social, la falta de vivienda, el hambre y la discriminación, que dificultan la eficacia de los servicios bibliotecarios tradicionales.

Por lo tanto, han exigido al gobierno que reconozcan el rol social de las bibliotecas para permitir que las personas pobres participen plenamente en una sociedad democrática, utilizando una amplia variedad de recursos y estrategias disponibles.

El elemento fundamental de toda biblioteca, independientemente del tipo que sea, siempre es el usuario, sin importar credo, raza, género o condición social y económica; pero ¿las bibliotecas tendrán que cubrir las necesidades básicas de los indigentes o el gobierno debería crear más refugios para ellos?

La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…

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