Apenas Vamos en la Parte Alta de la Primera y Estamos 7-0

Lascas Económicas

*Bolas Dóciles Frente a los Adversarios

*Cuándo Estará al Bate Nuestro Equipo

*Eso es lo que Indaga la Palomilla Brava

Por Jaime Contreras Salcedo

Caramba Don, no vemos ni por dónde pueda demostrarnos que anda bateando arriba de 300 de porcentaje, como se ufana ante todos. Y nos imaginamos que también frente al espejo. Apenas estamos en el inicio del juego, de su juego, y ya el respetable empezó a mostrar las uñas pues en la parte defensiva, en eso del picheo pues, tomando en cuenta que presuntamente somos equipo local, se está viendo bastante mal junto al resto de su novena, en donde muy poco le ayudan a meter siquiera un out, por mucho que se empeñe en mostrarnos, dice, lo mejor de su repertorio.

El equipo contrario, los Machuchones de Escogido, y no hablamos de Dominicana como habrá de suponerlo, ya van, hasta el momento de redactar esta suerte de crónica, arriba por más de 7 carreras, y no hay Dios Padre que les pueda arrebatar el bate para que Usted luzca, Don. Diríamos que ellos se sienten en una suerte de práctica de bateo que inició viendo quién tiene más músculo y conoce las reglas, pero que ahora amaga con ponerse más feroz sin que nadie pueda impedirlo, al menos no ante el equipo que Usted dice representar.

Veamos cómo se mueve el score:

Desde el arranque de la sinigual contienda le vimos alardear con sus curvas y cambios de velocidad, pero no le vimos nada en su recta y su slider; los adversarios también se dieron cuenta de inmediato, se alisaron los bigotes y ya vamos en la parte alta de la primera, siete a cero. Y el home team no ve para cuándo se acabe su sufrimiento inicial, al grado que, en los jardines, pruebe si no, la ex palomilla brava que tanto le celebraba sus bolas ensalivadas, hasta el hartazgo, empieza a abuchearle –como a su merced le constó en el seudo partido Diablos-San Diego- porque el tanteador sigue avanzando a favor de los de Escogido y nadie mete las manos de este lado de la raya. Hablamos del campo de juego, desde luego.

Le falló la estrategia clásica del librito, convengamos, y se armó un aquelarre en el que se anotó la carrera de la quiniela con eso del batazo al aeropuerto en Texcoco, en donde todavía no encuentran la bola, o como asentaría el cronista caribeño, todavía no cae, y eso que le devolvía la esférica el primer bate, ese que nomás aspiraba a embasarse en la inicial esquina. ¿Nadie le dijo, acaso, que jamás hay que poner la de las costuras por el centro del plato, por pequeño que pareciera el enemigo? Parece nuevo, carambas.

El segundo en el orden, ese que roba no sólo bases sino también hidrocarburos, le tocó rumbo a la primera base y hete ahí que a una tal Rocío, menos siete en los dorsales, quesque especialista en esas jugadas, perdió la pelota entre las piernas que se internó débil pero segura en el jardín derecho, lo que aprovechó el Machuchón Huachicolero (así le llaman al bateador), para robarse segunda y tercera, y en pésimo tiro de su compañero de equipo, el mal llamado Diablito Pemex, anotó con facilidad sin siquiera sudar o ensuciarse la camisola.

Ahí empezó la preocupación: no había ni siete lanzamientos y ya teníamos dos carreras en contra, y decimos teníamos porque los de gayola, originalmente, le íbamos a los Diablos Cojuelos que Usted declara encabezar, el Pueblo Bueno que se le conoce en el bajo mundo. Pero no había tiempo para arredrarse y mucho menos para contemplar el box score: con renovados bríos el lanzador estelar se empleó a fondo y tomó el toro por los cuernos… Le endilgó tremendo pelotazo al tercero al bate, dejándole dos pómulos en lugar de uno, la cara desfigurada pues, aún a sabiendas que de eso vive. Hablamos de Marcos El Banquero –parece chiste viejo, pero siempre estaba en la banca- y como el famosísimo can, cuando quiso ladrar, le pusieron una terrible felpa.

Tras los útiles servicios de paramédicos y enfermeras, El Banquero se ancló en primera y en menos de un palmo ya estaba en la antesala, producto de generoso wild que Usted propinó al estadio, a la afición, los patrocinadores y a todo lo que oliera a béisbol, amigo. A su cátcher, el Coloradito Urzúa, que por más señas que le hacía para que no enviara la bolsa de esa manera, no lo peló, y en un dos por tres se puso de ese color ante los silbidos que empezó a emitir la Banda, que es algo así como la Sucursal del Infierno cuando se engalla con propios y contrincantes, sobre todo si la cajetean de manera absurda, como es el caso que nos ocupa.

Más tardó el Marcos en chillarle al couch de tercera el bolazo que se llevó entre ceja, oreja y madre, cuando una jugada después, ya le estaban pisando a Usted home por tercera y cuarta ocasión sin poder evitarlo. Súper Bar Coparmexo, cuarto en el orden, se llevó la barda por todo jardín central, y aunque pudo y debió hacer más el (muy) veterano Trenecito Espriú, las piernas no le dieron para más y esa línea si le dio a un par de pazguatos porristas morenos, para ser exactos.

Ningún out. El siguiente fue el doblete del Teacher CNTEño, que le dio baje no solo con las plazas beisboleras que usted decía iba a defender como perro, perdón, como Diablo Cojuelo y que nomás no. También le robó tercera en un santiamén, gracias a la probada ineficacia del seudo parador en corto, Esteban Dido, que cuando Usted se reviró andaba en babia, o sea normal, abriéndole literalmente la puerta al CNTEño que casi de rodillas añadió su rayita, cuando el Musulungo Trompas, che gringo mal hecho, descoció la bola internándola al fondo del jardín izquierdo gritando a todo lo que daba, en inglés claro, “les cerraré la frontera, fuck you”, pues si no le ponían la pelota a modo, como ocurrió quién sabe por qué, se la llevaría a su casa, en tanto que dueña de la misma, y del estadio, de pura pasada.

Ya entrados en gastos, como no, también Pedro el TMEC, jaló la pelota a la banda contraria y cuando todo mundo pensaba que iba a ser foul. No fue así. La séptima en la frente. Los calificadores de costumbre advirtieron que no iban a permitir ni una más.

En los momentos de pergeñar esta croniquita, hay junta en el cerrito. El manager del equipo local, su coach de picheo, el pitcher claro (los tres son Usted mismo, pero… en fin), y el cátcher. Es estrepitosa la silbatina. Pero, al parecer, no habrá Poder que le quite la pelota de las manos. Los adversarios quieren juego real. Y los que pagaron el boleto, se dan de topes amargados porque, todo indica, no verán a su equipo batear. No en este juego. Maldito juego. Nos vemos en la grama la semana entrante, dicen las Lascas Económicas. Ya les platicaremos. Jacs95@hotmail.com.

 

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