Tercer Informe de Gobierno

*Es el más Importante de los Presentados en un Sexenio

*Ya no le Queda Culpar al Neoliberalismo, al Pasado y a los Conservadores

*Deberá Informar Sobre Rubros del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024

*Imprescindible que sea Amplio, Preciso, Verídico, Oportuno y Realista

*Antes, Obligado a Rendir Cuentas de Cada una de las 19 Secretarías de Estado

Por Ezequiel Gaytán

El próximo 1 de septiembre, de acuerdo con el artículo 69 constitucional, el presidente de la República entregará por escrito, ante la nueva legislatura, el estado que guarda la Administración pública del país. Es el informe de la mitad del camino y debe hablar de sus primeros logros, ya no le queda culpar al neoliberalismo, al pasado y a los conservadores. Es tal vez es el más importante de los seis informes debido a que a partir del tercero apuntala el camino, asienta su proyecto ante la nueva legislatura y despliega con certidumbre su proyecto de transformación.

La mejor referencia que he encontrado acerca de su proyecto transformador está en los doce rubros que integran el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024. Léase: Honradez y honestidad; No al gobierno rico con pueblo pobre; Al margen de la ley nada, por encima de la ley nadie; Economía para el bienestar; El marcado no sustituye al Estado; Por el bien de todos, primero los pobres; No dejar a nadie atrás, no dejar a nadie afuera; No puede haber paz sin justicia; El respeto al derecho ajeno es la paz; No más migración por hambre o por violencia; Democracia significa el poder del pueblo y, Ética, libertad y confianza. Para lo cual define tres ejes de trabajo: a) política y gobierno; b) Política social y, c) economía.

Lo anterior es una cita textual, pues supongo que en su tercer informe nos rendirá cuentas acerca de esos conceptos y sus expresiones en lo cualitativo. Para lo cual, sigo suponiendo, ese será su mensaje a la nación. Una hora antes, por principio constitucional, nos debe informar acerca de los realizado por cada una de las 19 secretarías de Estado organizadas en sectores administrativos y hacer notar con cifras comparativas los logros y proyecciones de su gobierno. No espero que se nos hable de estancamientos y retrocesos, pues ya sabemos que eso no lo hacen los presidentes en sus informes.

Los informes de gobierno son básicos en la vida democrática de las naciones. Desde la Constitución de 1824 está estipulado que los presidentes nos hagan saber acerca del estado que guarda el país. Guadalupe Victoria fue el primero en rendir su informe y, con variantes, todas nuestras cartas magnas, han contemplado esa obligación presidencial. Lo cual se debe a que los ciudadanos tenemos el derecho de conocer acerca del rumbo del país. Cabe destacar que en el espíritu de nuestros documentos normativos no está contemplado que se escondan los otros datos. También es vital el informe, pues permite a los partidos políticos de oposición saber acerca de las pifias y, por lo mismo, criticar al gobierno. Éste por su parte, debe enmendar esos errores y entonces todos ganamos. De hecho, esa paradoja es la llave de la dialéctica que permite la evolución de los países democráticos. Mi siguiente argumento por el cual el tercer informe de gobierno es el más importante es debido a que ya no se puede cambiar tan fácilmente de rumbo. La certidumbre económica y la consecuente confianza o desconfianza de la inversión nacional y extranjera son decisivas en el reforzamiento del camino trazado y la celeridad del avance. Aún más, ese informe en su mensaje a la nación debe invitar a la unidad nacional, por lo que debe ser incluyente, conceptual, emotivo y que demuestre el talento y talante de quien lo lee.

A partir del 1 de septiembre la nación tendrá acceso a los elementos cualitativos y cuantitativos que nos permitirán evaluar de manera menos subjetiva acerca del rumbo que lleva el gobierno. Las bases de las construcciones hipotéticas ya estarán dadas y las proyecciones estadísticas serán bastante acertadas, lo cual acota la especulación y nos permite ensanchar los criterios de evaluación. Así nos digan que alguien tiene otros datos en el buró de su recámara. El gobierno ya no podrá justificar sus omisiones, ahora las tendrá que explicar, lo cual marca una gran diferencia, pues en política la justificación va de la mano del señalamiento de causas naturales o de señalar un responsable o supuestos responsables por los cuales los proyectos no fructifican. En cambio, la explicación está sujeta a la comprobación y demostración de hechos.

Se avecina el tercer informe y debe ser amplio, preciso, verídico, oportuno y realista. Esa es la responsabilidad ética, histórica, política y administrativa de un gobierno democrático. Al día siguiente la suerte ya estará echada y no habrá vuelta atrás. Esa es precisamente una de las claras diferencias entre el político y el estadista. Cuestión de días para saberlo.

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