Por Jesús Michel Narváez
Como aquel que tenía en la cuchara la sopa y se le cayó al plato, al gobierno de la Ciudad de México le dieron un raspón de aquellos.
Derivado de una aparente descoordinación entre el gobierno federal y el local, el VERDE semáforo epidemiológico cambió tan rápido que hubo atropellados.
Ya no es verde… es amarillo.
Y ello orilla a las autoridades educativas a suspender las clases presenciales.
El gusto duró escasos 10 días de asistencia a los escasos planteles que decidieron regresar después de 14 meses de estar cerrados.
Eduardo Clark, director general de Gobierno Digital en la capital del país, había anunciado que la semana que inicia mañana el verde -vida y alegría- seguiría iluminando lo mismo las zonas históricas que las modernas y, por tanto, se ampliarían los horarios de las actividades además de incluir una docena de nuevas aperturas.
Sin embargo, la tarde del viernes el sector salud ordenó cambiar el color de verde a amarillo… y amarillos, pero del coraje, quedaron desde la Jefa de Gobierno hasta el policía que se encuentra a la entrada del antiguo Palacio del Ayuntamiento.
Clark, sin embargo, tomó la medida del sector federal, como una más y decidió no dar marcha atrás a su anuncio mañanero.
Ignoró, por completo, que en una semana se registraron 8 casos de contagio a alumnos de escuelas públicas y privadas. Dejó en el limbo el incremento de hospitalizaciones y se declaró partidario de que la economía se reactive.
Además, reconoció que conocían la medida que se anunciaría por la tarde del viernes. ¿Si fuera cierto, por qué se adelantó el permiso para nuevas actividades y ampliación de horarios y aforos?
Por supuesto que para el gobierno capitalino es un severo golpe. Para los comercios y prestadores de servicios, no pasa nada. Seguirán con las autorizaciones porque, el Día del Padre, también se festeja y genera muchas ventas con las consiguientes utilidades.
Todos sabíamos, no por ser expertos sino por las opiniones de quienes sí lo son, que cambiar de amarillo a verde tenía tufo político-electoral. Se niega, por supuesto. Es la realidad.
Se trataba de tener más votos. De ganar todo y dejar a las oposiciones y a los ciudadanos a merced de los cuatroteístas.
El fracaso está a la vista y el bicho letal dijo: aquí estoy, no me he ido.
Con el color amarillo, se suspenden desde hoy las clases presenciales. Lo demás sigue igual. Dando oportunidad de que los ciudadanos de esta capital mantengan su relajamiento y le abran la puerta a un probable rebrote de la pandemia.
¿Cuál es la razón de poner en peligro la vida de quienes no se enteran o no quieren enterarse de que el Covid-19 está más presente que nunca?
Olivia López Arellano, la secretaria de Salud de la CdMx parece ser una de las tantas personas de la política capitalina en no entender que todo cambió para seguir igual. Creer que ya se superó y domó a la bestia, ha sido el error desde el principio. Por ello, las 240 mil muertes -oficialmente, aunque se hable del doble- y los 2.5 millones de contagio.
Es responsabilidad de los gobernantes velar por la salud y la vida de sus gobernados. No es chiste.
Y claro, era verde… tiempo pretérito.
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