Por Jesús Michel Narváez
Al momento de protestar como ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, expresó ante el Pleno: ¿Protestáis desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que se os ha conferido y guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión?”
Ministro: “Sí protesto”.
Desde ese momento se convirtió en la cabeza del Poder Judicial de la Federación y como responsable de defender la SEPARACIÓN DE PODERES y hacer valer el peso de la Constitución de la cual es garante y la última instancia para mantener el Estado de Derecho, con todas las consecuencias que ello representa. Es, en la proporción guardada, el equivalente a quien detenta el Poder Ejecutivo federal y los integrantes del Congreso de la Unión. No se trata de un funcionario más. Es el ministro presidente del Poder Judicial de la Federación. Ni más, ni menos.
En situación álgida, que preludia el fin de la INDEPENDENCIA DEL Poder Judicial, el ministro presidente caminó desde su despacho ubicado en Corregidora y Pino Suárez hasta Palacio Nacional, para “entrevistarse con el consejero jurídico de la Presidencia de la República, Julio Scherer Ibarra”.
Es la segunda ocasión en que hace lo mismo. Hace una semana, caminó solo y su alma -no se observaba seguridad personal- e ingresó al virreinal inmueble, ocupado habitacionalmente por el presidente de la República, en una imitación de lo que hacía Juárez, quien vivió y murió en el mismo edificio.
¿Qué necesidad de exhibir la debilidad?… ¿por qué tuvo que ir él y Scherer a su oficina? La distancia es la misma entre Palacio y la Corte o de la Corte a Palacio.
No se puede entender de otra manera. El senador Heriberto Galindo Quiñones posteó en su cuenta de Twitter: “Quien se debería ser quien visite al Ministro Presidente, por dignidad o por cuidado deberían de verse por la noche en lo oscurito. ¡Caray!”.
Sin duda, Galindo pone el dedo en la llaga y lo entierra. Dignidad, algo que parece haber perdido y que pone en entredicho la INDEPENDENCIA del Poder Judicial. Acudir a “consultar”, “informar” o “simplemente platicar” con un inferior jerárquicamente, nunca será bien visto. El consejero es un empleado del Presidente, no es el Presidente. Usted, señor Zaldívar es empleado del Estado Mexicano.
Como se dice en política: la forma es fondo.
Y la forma en que usted acude a Palacio para ¿hablar de qué? lleva al fondo… al Poder Judicial de la Federación.
No saber respetar el cargo, ignorar el valor de la INDEPENDENCIA y guardar el músculo -si lo tiene- para los débiles, no habla bien de usted, señor ministro presidente.
Amplía las dudas generadas por la orden de aprehensión librada por un juez de control, para satisfacer el reclamo del fiscal general de la República.
¿Fue a informar: ¡misión cumplida!?
Como se dice coloquialmente, sus visitas a Palacio Nacional, son de pena ajena.
Si como afirma el presidente de todos los poderes, la transparencia es su bandera acompañada de los banderines de no mentimos, no engañamos y no robamos, el señor Zaldívar tiene la obligación de informar a los ciudadanos qué tanto trata con el señor Scherer.
A menos que se trate de reuniones en donde se hable de la “Seguridad Nacional, la Conservación del Estado Mexicano” y entonces la información se vuelva secreta.
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