Al Servicio Secreto de la Tercera Edad

La Tiendita de los Horrores

Por Gerardo Gil

Un filme de un gusto complaciente y quizá algo edulcorado son elementos que pueden definir a El agente topo (Mayté Alberdi,Chile, 2020). En todo caso no se le puede ver desde una perspectiva formal o académica, aunque tiene un par de puntos a su favor en este sentido. El largometraje está hecho para generar empatía. Lo demás hay que dejarlo pasar por alto.

Permea una suerte de corrección política y de ahí su fortuna en Netflix, donde se puede ver y que tiene una muy posible nominación al premio Oscar, en la categoría de largometraje extranjero. El agente topo es este tipo de trabajos que se ve en punto neutro y genera una simple felicidad. Hay por supuesto la intención de generar reflexión sobre un tema polémico para la sociedad –el trato y abandono a las personas de la tercera edad-, pero francamente se aborda de manera directa, sin ambigüedades ni dilemas. Simple es el asunto.

Híbrido documental y claros elementos narrativos convencionales que lo acercan al relato ficción, que de hecho pesa más en el filme que lo testimonial, cuenta la historia de Sergio Chamy, un hombre de 83 años, quien cansado de no hacer nada, encuentra en los avisos de empleo de un periódico trabajo en una agencia de detectives. El anciano resulta ser el menos malo de los candidatos y a pesar de su nula habilidad para la tecnología (momentos realmente cómicos de la historia) le encomiendan la investigación de posibles maltratos en un asilo. Solo que para hurgar en la verdad deberá internarse y pasar por alguien más.

De paso, debe ser muy específico sobre las condiciones de vida de una mujer ya muy mayor -que casi no lo pela- ya que su hija es la que paga la investigación.

Sergio, desde un principio es un desastre: se convierte en el galán de las señoras que viven ahí, olvida mandar reportes diarios a su jefe, el neurótico Rómulo, quien respira hondo para no perder la paciencia y de paso avanza poco. Una cámara visible, sigue a Sergio ya que se les ha dicho a los encargados del asilo que se filma un asunto muy diferente. Cine dentro del cine, digamos para ser amables.

En realidad, y a pesar del disfraz del género documental, el filme resulta tan maniqueo y estructurado, que se nota y pesa la vocación de la ficción cinematográfica. Por esta razón es un híbrido y pone de manifiesto que la directora, Alberdi, sabe su negocio y se desenvuelve con soltura, aunque lo narrativo le sale mejor que lo testimonial.

El agente topo, eso sí y a pesar de que parece la hora de las complacencias para el público masivo, con todo y que es demasiado visceral, emotivo y rústico, nunca le falta al respeto a los personajes –porque eso es lo que son- que retrata. El valor del trabajo está en engañar con lo documental y salir avante en lo narrativo.

En suma, la película está hecha para verse de buen humor, observar un asunto doloroso y polémico como las condiciones de las personas de la tercera edad , pero nunca perder la sonrisa. Y esto lo dice todo.

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