Por Emilio Hill B.
Cuenta el prolífico autor Stephen King, en su autobiografía y manual de redacción para aspirantes a escritores, “Mientras Escribo”, publicado en el año 2000, poco después de un fuerte accidente que lo hizo reflexionar sobre su vida, que cuando tenía seis años, una adolescente que el escritor recordaba con el nombre de Eula-Beulah, rolliza y afroamericana, de escasos dieciocho años, lo cuidaba mientras su madre trabajaba.
La chica, se ganó el cariño del pequeño Stephen, entre otras cosas, porque compartían el sentido del humor. Cuando el niño se portaba mal, Eula, lo ponía en sus espaldas y desahogaba, por decirlo de algún modo, un problema estomacal en la cara del futuro escritor. El niño, según cuenta el propio autor en el libro, se privaba de la risa y el asco. La anécdota la remata con la siguiente reflexión: “esto me preparó para tratar con la crítica literaria y cinematográfica”.
Viene a cuento lo anterior, ya que la crítica de cine, literaria o de arte, puede tener diferentes niveles. Desde la honesta y profunda opinión que generó Eula en Stephen King, hasta ensayos de nivel superior como el que dedica Mario Vargas Llosa a Los Miserables, de Víctor Hugo, en “La Tentación de lo Imposible”, publicado en 2004.
En México, no siempre los espacios públicos de la crítica, en este caso la de cine, los han ocupado blogueros o yutuberos. Por increíble que parezca, en medio de funciones de prensa que se llenan de gente, al grado de ocupar una sala tipo estadio, hubo un tiempo allá en la lontananza (para citar a Tokien) que el ejercicio crítico tenía un peso específico y un respeto.
El tema sirve para dar continuidad al publicado la semana pasada en este espacio: la influencia o mala participación a nivel cultural que algunos intelectuales, periodistas y cineastas españoles, tuvieron en México.
En concreto, el tema es el grupo Nuevo Cine. A principios de la década de los sesenta, cuando la llamada Época de Oro del cine mexicano ya había desaparecido, un grupo de periodistas, intelectuales, y aspirantes a cineastas, además de escritores, que no habían publicado aun lo más importante de su obra, se propusieron renovar los contenidos e ideas que formaban nuestra cinematografía.
En realidad, el grupo Nuevo cine, no estaba formado de manera exclusiva por personajes nacidos en España, pero afincados en México, aunque sí algunos de ellos…
Es el caso del intelectual y promotor cultural Luis Vicens o el crítico de cine Emilio García Riera, quien en su autobiografía “El Cine es Mejor que la Vida” (Cal y Arena, 1990) relata que la idea surgió no solo por la urgencia de levantar la calidad del cine mexicano y hacer propuestas sobre el tema, sino también por la inquietud ante esta situación de muchos cineastas, como Luis Buñuel, Luis Alcoriza o bien escritores mexicanos como Carlos Fuentes o Carlos Monsivais.
El caso es que, a principios de los sesenta, el grupo Nuevo Cine publicó algunos números de una revista del mismo nombre que elaboraba el grupo que hacía crítica de cine. Se publicó entre abril de 1961 y agosto de 1962.
García Riera relata en el libro antes mencionado, que la publicación tenía en realidad pocos anunciantes. Su manutención resultó a la postre imposible. Sin embargo, el movimiento dio pie, entre otras cosas, a que algunos años después, en 1965, se realizara el Primer Concurso de Cine Experimental convocado por el STPC.
El primer lugar lo ganó el filme, hoy un ícono, “La Fórmula Secreta” (Rubén Gámez, 1964). El segundo lugar fue para “En Este Pueblo no hay Ladrones”, de Alberto Isaac.
Estas acciones, dieron como consecuencia, una nueva etapa dentro de la cinematografía nacional, que fueron una opción al mediocre panorama cinematográfico, que se veía desde inicios de los sesenta.