*Preeminencia de lo Electoral Sobre las Instituciones
*La FGR se Observa Completamente Rebasada
*Preocupación: Revertir Tendencias, no Hacer Justicia
*Escándalo, Linchamiento y Demerito de los Enemigos Políticos
Por Alejandro Zapata Perogordo
Después de varias semanas de estar en el centro del debate político el tema de la pandemia y sus secuelas, rubro donde al Presidente y su estrategia operativa encargada al subsecretario López-Gatell les va mal y lo que le sigue, aunado a una serie de críticas marginales incluyendo los pleitos y acusaciones de lavadero en su partido MORENA, requería dar un giro que finalmente logró.
En efecto, no es lo mismo recibir descalificaciones que ir al ataque, máxime si se tienen elementos para hacerlo, utilizando el viejo refrán: “en la política como en la guerra todo se vale”. Así, los cuestionamientos públicos tienen un diferente enfoque cuyo eje central se localiza en la conducta de los adversarios políticos, personajes que se encuentran obligados a dar la cara y explicaciones, sin embargo, desde el pulpito oficial y ante los ojos de la sociedad ya han sido declarados culpables.
Ante esa realidad, observamos la preeminencia de la política electoral sobre las instituciones, al advertir que la Fiscalía General de la República se ve completamente rebasada y avasallada por el Ejecutivo, pues sin pretender justificar ninguna conducta indebida, el hecho de someter y filtrar a la opinión pública versiones unilaterales ante una sociedad harta de impunidad y corrupción, es tanto como auspiciar un linchamiento callejero.
Por lo visto su preocupación era revertir las tendencias y no necesariamente hacer justicia, en un país que urgentemente necesita convertirse en una nación de leyes, de legalidad y de instituciones, pues es la única manera de llevar a cabo un fortalecimiento de la cultura democrática, de garantizar las libertades, de respetar los derechos humanos y de hacer valer el imperio de la ley.
Seguramente en donde busquen van a encontrar actos que muy probablemente provengan de corrupción y se han tardado en limpiar la casa, es más me atrevo a decir que lejos de tener esa intención, en muchas áreas sigue la misma tendencia sin que se aprecie una real voluntad más allá del discurso para combatir ese lamentable lastre que seguimos padeciendo.
Así las cosas, si el objetivo es erradicar la corrupción en este país, al tener las herramientas jurídicas y las instituciones encargadas de esa tarea, lo primero que se debe hacer por convicción y congruencia es respetarlas, en su caso, presentar las correspondientes denuncias y acreditar los hechos aportando las pruebas que demuestren la adecuación típica del delito, siguiendo los cauces previamente establecidos hasta obtener sentencia y reparación del daño.
Por el contrario, si únicamente la idea es el desprestigio, la descalificación y rentabilidad política para enquistarse un grupo en el poder, la estrategia del escándalo, el linchamiento y el demerito social de los enemigos políticos les viene como anillo al dedo, lo demás sale sobrando.
Es una jugada de varias bandas, al colocar en la agenda un tema sostenido por el morbo, sacudiéndose el problema de la pandemia y su irregular manejo, enfocando las baterías en una cuestión de gran interés nacional como es el combate a la corrupción, aunque se lleva a cabo con propósitos distintos, lo que desde luego tiene un relevante impacto, sin embargo, desde el aspecto jurídico e institucional seguimos exactamente igual, sin resultados.