Por Emilio Hill
De tono melancólico y personajes de diversas capas emocionales, que los eximen de jugar simples juegos de roles narrativos, Nadie sabe que estoy aquí (Chile, Gaspar Antillo, 2020), puede ser en principio un reto para el espectador promedio, sin embargo, la poética fotografía de Sergio Armstrong y una fábula sobre la dignidad y la redención, circulan el tono empático del filme.
Porque los personajes por pueden parecer un poco repelentes, sacados quizá de una especie de La forma del agua (Guillermo del Toro, 2017) culturizada, pero el arquetipo a lo marginal que manejan, sin lugar a dudas, concuerdan con los sentimientos reivindicatorios de la sociedad líquida, término acuñado por el sociólogo polaco-británico Zygmund Bauman.
Netflix, plataforma en donde se puede ver el filme, es especialista en explotar esta moda.
Más allá lo anterior, la película mantiene un tono de melancolía crepuscular y la mayor parte de la responsabilidad recae sobre el actor de origen estadounidense, cubano y chileno, Jorge García, quien alcanzara la fama gracias a la serie Lost (2004-2010). Un mutismo y nihilismo permanente ayudan a construir al personaje principal: Memo, una especie de outsider que vive con su amoroso tío Braulio (Luis Genecco), quien soporta como parte de la rutina el extraño comportamiento de su sobrino.
En realidad, Memo, quien pela ovejas en el campo chileno, huye de un pasado humillante: su padre, Jacinto (Alejandro Goic), lo obligó cuando era niño (interpretado por Lukas Vergara) para dar su talentosa voz a un engreído adolescente Angelo (Vicente Álvarez), para ser lanzado por la industria musical.
La llegada de una joven Marta (Milaray Lobos) quien recoge la lana de las ovejas y un accidente que Braulio tiene, obligarán a Memo a salir de su mutismo. Eso y que la chica, que insiste en entablar amistad con el traumado joven, lanza un video con la voz de Memo, interpretando un éxito del bribón Ángelo.
Ya adultos y luego del escándalo mediático, Ángelo, (Gastón Pauls), se verá la cara con su víctima en un programa de chismes. En Nadie sabrá que estoy aquí, a pesar de la premisa, los personajes viven gracias a sus matices, Ángelo no es ningún Sergio Mayer de marras, pero si deberá ajustar cuentas con Memo, quien tampoco ha sido una víctima pasiva.
En medio de una industria de exhibición frenada por la pandemia, el entretenimiento audiovisual ofrece productos algo más selectos en su construcción fílmica, sin que se aleje de un gusto general. La película fue estrenada en el pasado festival de cine de Tribeca y no es un blockbuster, pero seguro su público lo tiene y es una inversión de tiempo mucho mejor que ver lo que sea que se convierte en tendencia.