*Ocioso, En Efecto, El Debate Entre Analistas De Cómo Denominarlo
*Mientras Tanto, Autoridades Y Empresarios Soslayan Su Resolución
Por Jaime Contreras Salcedo
La madrugada del miércoles 16 de enero anterior, molesto, el relativamente recién estrenado presidente López Obrador formuló severas críticas a los analistas de diversas entidades financieras, particularmente las extranjeras, que ya desde entonces anticipaban una caída importante en el crecimiento del Producto Interno Bruto para todo 2019. Tenían otros datos.
En ese entonces, en su mañanera, el Jefe del Ejecutivo, de plano, retó a los expertos de Bank of America, que habían anotado con cierto pesimismo, que México llegaría, si acaso, a uno por ciento en este ejercicio. Fallaron. Será peor. Mucho peor.
Con su gabardina invernal, hacía mucho frío fuera de Palacio Nacional y dentro de la vieja Tesorería de la Federación, el político tabasqueño puso en entredicho a los consultores privados de otras latitudes porque, a su juicio, si se quitaba “el ingrediente de la corrupción”, sin duda nuestra nación registraría niveles de alza superiores al 2 por ciento. Y de 3 por ciento en el 2020, qué carambas.
Bueno, cómo estarían las cosas que en ese momento le hizo ver a estos economistas especializados que su exposición estaba basada, además, en dos cosas más: en esa fecha ya tenía dos días apreciándose el peso –y en 45 días de su gestión, entonces, ya había ganado 1.30 frente al dólar, dijo- y se “estaba resistiendo con éxito” el tema del robo de combustible, el huachicoleo, que en esos momentos estaba muy en boga.
Y añadió, con singular acento, y tras mostrar su preocupación pues eso analistas con esas ideas catastrofistas “solo se desprestigian” que al final del camino alguien iba a tener razón. Y alguien no. “Yo acepto los retos, dijo así con singular acento, si ellos dicen 1 por ciento, yo digo más de 2, o sea, digo el doble, y está grabado. Entonces vamos a ver quién tuvo la razón”.
Al parecer, las cosas no están resultando mucho que digamos a favor de los planteamientos presidenciales. No en este año. No pocos consultores tienen dudas también de lo que sucederá de aquí al 2024, pero lo que sí es cierto es que todos insisten en que las señales de infraestructura, de obras (faraónicas o no), que se han venido comentando en los últimos días, todavía no convencen no sólo a los economistas privados, sino al resto de los agentes que inciden en la producción, en los servicios, en la economía en su conjunto.
Como se ha documentado en los últimos días, el último informe del INEGI sobre el comportamiento oficial del PIB al final del tercer trimestre, nueve meses pues, nos indica que el desempeño económico en ese lapso es menor que cuando lo comparamos con el valor para los primeros nueve meses de 2018. En sus tablas, el Instituto nos consigna que el Producto “creció” a una tasa de cero por ciento.
Mientras tanto, los mismos consultores domésticos como los internacionales han venido diciendo que, independientemente de los factores foráneos, lo cierto es que las condiciones locales y las decisiones de política pública no han ayudado mucho a generar expectativas positivas. Difícil, insisten, tapar el sol con un dedo.
Al contrario, podría decirse que con todo y los programas multimillonarios que se han anunciado en los últimos días, de todas maneras esto no es suficiente para recuperar la confianza de los empresarios pequeños, medianos y micros, esos que generan el 85 por ciento del empleo formal en nuestro país.
En este sentido, las perspectivas para el trimestre que corre no son muy favorables que digamos. Los más conspicuos optimistas hablan de 0.2 por ciento. Bueno, hay una consultora privada que habla de 0.4, tomando en cuenta el Buen Fin y el manejo de las remesas de mexicanos en el exterior, éstas últimas que hace años ni siquiera se tomaban en cuenta en la balanza de pagos, como tampoco se consideraban, por ejemplo, el ingreso por ventas de maquiladoras.
Bajo este criterio, amigos. Tiene razón el subgobernador del Banco de México, o Carlos Slim. No es recesión que es estancamiento. El problema, en los hechos, es que el presente y el futuro inmediato para millones no se advierte nada bonancible. Y las estrategias contra cíclicas que alguna vez aludió el propio secretario de Hacienda, Arturo Herrera, son tibias en el mejor de los casos. O inexistentes en el peor. Poco o nada parece importarle al que está de inquilino solitario en Palacio Nacional.
Por cierto, y a la par, comentábamos hace un par de días con un viejo banquero esto del Programa Nacional de Infraestructura 2018-2024, y nos hacía ver que la osadía de los líderes de las entidades privadas institucionales –que no necesariamente de las grandes firmas y de los verdaderos capitanes de empresa-, no podían ir a contrapelo de la fuente del Poder, el Ejecutivo, en esta suerte de regreso sin gloria de la Historia nacional a los tiempos priistas de los años setentas.
Acotaba, incluso, que esta administración está arrancando con un nivel de credibilidad muy alto, en términos populares, pero la luna de miel con los sectores se ha agotado con demasiada premura, siendo el de la iniciativa privada uno de los que más rápido se ha agotado, desde la cancelación del Aeropuerto en Texcoco, el caso de los contractos de ductos petroleros y gaseros, el lanzamiento de la terminal aérea de Santa Lucía, el tren Maya, el Transístmico y, por supuesto, la casi inexistente refinería de Dos Bocas, allá en el que nos dijeron era el edén, en Tabasco.
Los números son elocuentes. Esos que desdeña #YasabeQuién. Resulta imposible hablar a estar alturas de que lo que más nos debe importar es el desarrollo y el bienestar. Si no hay qué repartir producto de la economía boyante que nos prometieron, si no hay industria que camine al ritmo de la #4T, si no hay ingresos por exportaciones. Si se dice con bombos y platillos que lo importante es el recurso que llegará a sus familias de los que están trabajando del otro lado de la frontera. Si, en fin, se sigue manejando la economía con poco o ningún cuidado desde el Ala Sur de Palacio, la resultante será a todas luces negativa y, por ende, más que desalentadora para los más, esos que se dice defender, y que de nueva cuenta cubrirán la mayor parte de los costos de esta aventura populista. ¿O usted qué piensa?
Por lo pronto, estas Lascas Económicas trabajan denodadamente al lado de otras piedras puntiagudas y calizas para ver si se pueden incrustar en las costillas de los que toman decisiones. Para ver si así se nos despiertan, un poco al menos. Y le esperan con toda calma, sí, pero la semana entrante, en este espacio. Jacs95@hotmail.com.