Por Emilio Hill, (Segunda parte)
La semana pasada en este mismo espacio escribí sobre una serie de filmes nacionales –todo como parte de la programación del Festival de Cine de San Andrés Cholula, que se llevó a cabo del 6 al 10 de noviembre y que por cierto rindió homenaje al actor de rostro y voz emblemáticas de la filmografía mexicana Salvador Sánchez- y que son obras alejadas de la convención genérica y comercial ya que tienden a la búsqueda artística.
Cría Puercos (Ehécatl García, 2018), fue la obra fílmica abordada en este espacio. Toca en esta segunda entrega – habrá una más- el turno a las dos ganadoras del certamen y una más que no desmerece de sus contrincantes a pesar de no haber obtenido algún premio: Soles Negros (Julián Elié, 2018).
En esta entrega toca Soles Negros y Oblatos, el Vuelo que Surcó la Noche, Moronga, inclasificable relato surrealista, merece un espacio aparte.
Soles Negros, documental que por cierto estuvo también en la más reciente edición de Ambulante – la gira de documentales – y dirigido por el canadiense Julián Elié, hace un recorrido por el México bronco, el de realidad lacerante de la violencia. Elude el recurso fácil de las llamadas Talking heads (las cabezas parlantes del género) y le apuesta incluso a la estética de lo esperpéntico.
Porque Soles Negros no solo es un testimonio documental sobre el asesinato y desaparición de mujeres, la violencia en contra de periodistas e incluso sacerdotes, hay una fabulación melodramática, cinematográfica y narrativa sobre esta lacerante realidad.
En el filme, vemos testimonios de madres que buscan a sus hijas y se encuentran con la indolencia de las autoridades, a familiares de periodistas asesinados por el poder político y a una sociedad descompuesta desde la médula. Hay también un fino relato cinematográfico, estético, visual, que no solo convierte a Soles Negros en una radiografía dolorosa, sino en cine puro y desnudo.
También dentro del género documental se proyectó en competencia dentro del ya mencionado Festival, Oblatos el Vuelo que Surcó la Noche (Acelo Ruiz, 2019). El filme ganó Mención Honorífica.
En Oblatos, el Vuelo que Surcó la Noche, se cuenta la odisea épica, política, moral y espiritual de un grupo de internos del penal de Oblatos, en Guadalajara, en los años setenta que pertenecían a la Liga Comunista 23 de septiembre.
El 22 de enero de 1976, se fugaron Antonio Orozco Michel y El Guaymas. El primero actualmente comerciante en Jalisco y el segundo hoy empleado del Metro de la Ciudad de México. En el grupo se encontraban también Enrique Pérez Mora – el tenebras -, quien murió en el intento, Francisco Mercado Espinoza y Antonio Escalante Morales, desaparecidos.
Los testimonios de los sobrevivientes sobre los años de guerrilla urbana, sus motivos e incluso sus cuestionamientos sobre algunas de las acciones cometidas en el pasado, así como una épica con un muy buen manejo del suspenso carcelario a manera de género cinematográfico, dan a Oblatos, el Vuelo que Surcó la Noche, un entramado fílmico de entretenido resultado y a la vez reflexivo vuelo para el espectador.
Porque, por un lado, el filme se sostiene de la indudable y atractiva personalidad de los protagonistas. Funcionan en pantalla, son cinematográficos. Pero también, se adentra en la reflexión política –clara en su posición reivindicativa-, pero nunca moralista ni panfletaria.
La fuerza de algunos momentos: ver a estos hombre que ya rebasan la madurez convertidos en padres y abuelos de familia, que viven en el anonimato pero con un pasado épico, nos muestran la mano firme como realizador y fabulador de Acelo Ruiz.
Hay un exceso en cuanto a las Talking heads, vicio del documental, pero la fuerza cinematográfica de los protagonistas salva este problema.
De próximo e indudable coyuntura nacional, la película dará seguro mucho de qué hablar.
La próxima semana toca escribir sobre la ganadora: la indescriptible e incatalogable ficción Moronga de John Dickie. Y también de El Irlandés, la más reciente obra de Martin Scorsese, envuelta en el escándalo de su berrinche marveliano.
