Por Jesús Michel Narváez
Muchos discursos.
Demasiadas reuniones.
Abundancia de donaciones.
Y ellas, las familias afectadas, siguen viviendo bajo lonas, sin agua, sin energía eléctrica, sin baños, sin muebles.
Hace dos años, un día como hoy a las 13:40 horas, el suelo se cimbró. Las estructuras de edificios comenzaron a fracturarse. Unas no resistieron y se desplomaron en su totalidad. Era la réplica, 32 años después, de aquella tragedia de 1985 y en la que se estima murieron más de 10 mil personas y en la cual el entonces secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz –hoy purificado- se opuso a que el ejército saliera de sus cuarteles. “Después cómo los regresamos”, habría dicho.
El mismo día.
El mismo mes.
384 meses después.
Del ’85 quedan los recuerdos. Los malos. Y algunas familias que todavía habitan en los campamentos que fueron habilitados para darles un techo.
Del ’17 la tragedia aún se vive.
Y el tiempo pasa mientras las autoridades, no solamente de ahora sino de la pasada administración, “dialogan”, hacen “mesas de trabajo”, hablan y hablan y declaran y declaran mientras miles de personas esperan tener, alguna vez, su propio hogar.
Aquel que perdieron cuando la naturaleza desató su furia.
Es verdad: no es obligación del Gobierno, de los gobiernos, cubrir los daños. Lo es, sin embargo, cuando hay recursos provenientes de donaciones y en el Presupuesto de Egresos de la Federación hay rubros específicos, como el FONDEN para atender las emergencias.
Mucha “solidaridad de dientes para afuera” y poca realidad para los afectados.
Dos años de distancia. Veinticuatro meses. 730 días.
Y nadie sabe a ciencia cierta que se hizo con los recursos provenientes de donaciones no solo de mexicanos solidarios sino de gobiernos, instituciones y personajes del extranjero.
¿Se perdieron?
Es un crimen su desaparición o la mala aplicación de los mismos.
Porque llegaron para solventar, en lo que se pudiera, las necesidades que generó la tragedia.
Hoy, a dos años de distancia, la gente pregunta dónde están las donaciones.
Y la gente espera y desespera.
Porque se anuncia que en 2021 estará reconstruida la Ciudad.
¿Y qué pasa con los afectados de Morelos, Estado de México, Puebla y Tlaxcala?
Además, por supuesto de los de Chiapas, Oaxaca, Veracruz y Tabasco, sobre todo las primeras entidades, que 12 días antes resintieron otro temblor. El Istmo oaxaqueño dejó de ser lo que era: una representación de la realidad.
Los discursos siguen… los recursos no llegan. Ah, eso sí, un macro simulacro para recordar la tragedia. Es todo.
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