*El Banxico sí Contribuye al Crecimiento
*Pero no se lo han Dicho al Ejecutivo
Por Jaime Contreras Salcedo
¿Una de las misiones de los bancos centrales es impulsar el crecimiento? En el caso de nuestro país, ¿el Instituto Central está cooperando o no con la denominada #4T?
Si nos vamos a la experiencia de otros países, nos damos cuenta que el mayor aporte de las instituciones guardianas de la política monetaria es mantener, aunque suene a pleonasmo, la estabilidad de la divisa local como forma de pago, dotar de seguridad externa e interna a la moneda, fortalece el ahorro doméstico e impide, desde luego, que los precios se salgan de control fortaleciendo el poder adquisitivo de los consumidores, alertando de posibles choques que pudieran tener el resto de la variables de la economía que afectasen estos objetivos.
Hasta ahí la teoría.
La respuesta a las dos preguntas, para el caso del Banco de México, es que sí.
Cumpliendo con sus objetivos marcados en la Constitución y en la Ley que le rige, vaya que contribuye el BdM con un apoyo decidido al crecimiento nacional, pues impide a toda costa que el resto de los agentes que inciden en la economía se salgan de sus cauces, empezando por el sector público.
Para ello, y vaya que la Historia lo hizo posible, el Banco Emisor logró su plena autonomía en el Congreso –con el respaldo, por cierto, de todas las bancadas de oposición, incluyendo la izquierda- tras los catastróficos errores de diciembre de mediados de los noventas del siglo pasado, que seguimos y seguirán pagando las nuevas generaciones de mexicanos.
De ahí que llame la atención el planteamiento del Presidente Andrés Manuel López Obrador expuesto a una agencia de noticias internacionales especializada –más tarde comentaremos esa suerte de desdén por los medios nacionales, bajo el manifiesto argumento de que no contribuyen ni ayudan a la Cuarta Transformación, o “no son serios”-, en el sentido de que la Junta de Gobierno del Banxico bien pudiera bajar las tasas de interés primarias, virtualmente por decreto, y así no solo contener la inflación, “que no está mal”, sino sobre todo “apoyar el crecimiento”, con lo cual nos estaba diciendo que, hasta el momento, el Banco Central no lo estuviera haciendo.
Más allá de criterios ideológicos, de apuntes sobre si la política está por arriba de la economía o viceversa, e incluso muy por encima de comentarios muchas veces carentes de toda lógica según los cuales los Bancos emisores se dedican a ser neoliberales per se, abatir los réditos primarios de la noche a la mañana para que, en automático, bajen las tasas de interés de las entidades financieras privadas que se mueven en el mercado nacional y así se estimule tanto el ahorro como la inversión, pareciera una fórmula muy simplista para hacerse realidad y, en los hechos, resultaría altamente contraproducente a lo que la #4T dice perseguir.
De entrada, habría que recordarle al hospedado en Palacio Nacional que su mensaje en el sentido de que nuestra nación tiene una moneda fuerte, “la más fuerte del mundo” ha dicho, es no tanto por una política económica plagada de incertidumbre, nos lo recuerdan a cada rato los especialistas y los empresarios, sino precisamente por lo elevado de las tasas de interés, que en la actualidad se sitúan en 8.25 por ciento, muy lejos del 2 por ciento que rige en la economía de nuestro principal socio y vecino, Estados Unidos.
Y como lo ha dicho ni más ni menos que el mismo gobernador del Banco de México, Alejandro Díaz de León, y lo subrayaron en su momento sus antecesores, disminuir la tasa base acarrearía severas presiones sobre la llamada inflación subyacente, esa que no incluye los precios de alimentos primarios ni los combustibles, que en el mediano plazo (digamos, en este caso, a finales de este año) resentirían disparos significativos, carestía pues, mermaría más el casi nulo crecimiento que se espera en todo 2019, y frenar las pocas expectativas que se tienen para el año venidero, pese a que en otros lares, no sabemos en cuáles, se tengan otros datos.
Disminuir esos réditos primarios, además, haría que muchos inversionistas locales y no tanto se fueran a otros instrumentos de deuda mucho más atractivos precisamente, originando incertidumbre en los mercados financieros. O para decirlo de otra manera, le quitaría tachuelas al presente y futuro económico del país. Lo advierten expertos, que conste.
Lo que sí sabemos es que la máxima regidora de las tasas primarias a nivel global, la Reserva Federal estadounidense, bajó sus propios réditos en 25 puntos base para situarlos ahora en 2 por ciento, previendo un aliento mayor de la economía de esta potencia, en declarada guerra comercial con China y postergando la ratificación del TMEC con mexicanos y canadienses.
Lo más que pensamos, derivado de lo que ocurre en Washington, es que, en México, en una de esas, bajarían los réditos de la próxima junta de gobierno del Banxico, quizá, en un cuarto de punto porcentual para dejarlo en 8 por ciento, como espejo de lo que adoptaron los vecinos. Pero nada más ni nada menos.
Eso no dispararía el crecimiento del país, como lo pide López Obrador, ni de lejos.
Si en una de esas los dos nuevos miembros de esta Junta, designados por el Ejecutivo, “convencen” a sus pares y le dan un mayor empellón a la baja a las tasas, los mensajes serán dos: se desequilibrará la llamada autonomía del Banco Emisor y, en una de esas, se pierde; y del otro lado, preparémonos a resentir consecuencias inmediatas de estas medidas, medidas en precios de bienes y servicios, con lo cual el BdM no cumpliría con su mandato constitucional, en eso de defender al peso como perro. ¿O cómo era?
Por lo pronto, estas Lascas Económicas anuncia que no bajará sus tasas, para no provocar un efecto desmadre en sus mercados. Le inyectará, eso sí, múltiples recursos medidos en ceros para beneficiar a la economía de todas sus piedras ahorradoras nacionales y globales. Y le esperan con toda calma, eso sí, pero la próxima semana. Jacs95@hotmail.com.