Por Jesús Michel Narváez
Videos, discursos, fotos en las que muestran sus sonrisas, felicitaciones en las redes sociales… fue Día del Niño.
El presidente y su esposa, felices relatando un cuento que solamente ellos conocían y que está ilustrado por el cartonista que firma como El Fisgón -aliado de la 4t- difundieron un video en el que felicitan a los niños y las niñas de México.
Olvidaron, por supuesto, a los niños con cáncer, a aquellos que carecen de estancias infantiles y los que ya no se alimentarán por el cierre de las escuelas de tiempo completo.
En diversos escenarios hubo ”fiestas”.
Lo mismo organizó la Jefa de Gobierno que el Senado de la República y diversas dependencias.
Era el Día del Niño.
Una vez más se muestra la insensibilidad, la soberbia, la acción inhumana.
Sin embargo, “vamos requetebién”.
Festejar a los que están sanos o que medio lo están, se aplaude. Claro, con palabras y no acciones.
¡Hechos!
No existen.
El gobierno está preocupado por sus “grandes obras”, por su lucha contra la “corrupción de otros”, con aplicar vacunas a velocidad supersónica porque tienen fecha de caducidad y jamás se inyectaron a quienes tenían y tienen derecho a ello.
Tienen prioridad los mensajes en contra de la “desmoralizada oposición” y de los “traidores a la Patria”; es más importante hablar de los pseudo ambientalistas “farsantes” y decir que con la reforma electoral se acabarán los fraudes y que el Tren Maya seguirá adelante en su construcción pese a los abusivos empresarios que no quieren vender los terrenos que compraron para especular.
Tres años y 5 de meses de gobierno formal y es momento en el que la escasez de medicamentos para niños con cáncer no se supera. Tampoco los fármacos para enfermos crónicos hay en el Sector Salud.
¿Cómo festejar el Día del Niño cuando miles de ellas están tratando de cerrar las puertas de la muerte?
Los políticos y menos los de ahora, no tienen sensibilidad humana.
El actual presidente, que cada que puede hablar de Jesucristo, lo hace y reconoce que le preocupaban los pobres. Omite recordar el pasaje en el que ordena “dejad que los niños se acerquen a mí”. Y conforme al dogma eclesiástico, “los curaba”.
Aquí eso no rifa.
Porque los niños no votan… los pobres sí.
Para miles de niños de la calle -existen, aunque lo niegue la autoridad-, los enfermos de cáncer, los que tienen capacidades diferentes, no hubo fiesta.
Son invisibles para el personaje que siente saber hacia donde conduce a “su pueblo”.
No es al paraíso… mientras, el otro pueblo, el malo, el fifí, el aspiracionista, se encuentra en el infierno y no de Dante.
¡Basta ya de manipulación, de engaño, de soberbia!
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Foto: cáncer.org