Yo Campesino
*Debemos ir a votar; para elegir el país que deseamos. Luego, no nos quejemos
Miguel A. Rocha Valencia
Más allá de lo impresionante que resultó la marcha el evento de la “marea rosa” por la democracia en el Zócalo y calles aledañas o de quien “ganó” el tercer debate de los candidatos a la Presidencia, está el hecho de que el día dos de junio, estará el juego el México del mañana.
Nadie deberá quejarse del resultado sin participar en los comicios donde se elegirán los titulares de más de 20 mil cargos de elección popular, incluyendo la Presidencia de la República y un Congreso federal donde se juega el equilibrio de poderes y la posibilidad de un país con democracia o autoritarismo.
Gane quien gane, tendrá ante sí una de las etapas más difíciles del México contemporáneo que apenas se recupera de perder a más de 800 mil compatriotas a causa de una pandemia y busca acomodo para cerca de 300 mil niños huérfanos por el fallecimiento de uno o dos de sus padres ya sea por enfermedad o a causa de los cerca de 200 mil asesinatos con que cerrará este sexenio.
Sólo hay de dos sopas, están a la vista hoy más que nunca como lo está el país, la sociedad polarizada desde la Presidencia, donde el sujeto que detenta la banda tricolor decidió ahondar diferencias, proclamar una nación de ricos y pobres, de clasemedieros aspiracionistas y un delirante gatopardismo que habla e doctrinas ajenas, de probado fracaso histórico y en donde se esconden para utilizar a las masas y con ellas, intentar sustentar un proyecto empobrecedor, porque de la miseria de otros, ellos se nutren, corrompen y enriquecen.
Un sistema que deja obras mediocres que en los tiempos actuales resultan aldeanas, sin futuro cierto y condenadas a vivir del presupuesto pues su inviabilidad financiera está probada así como el resumidero de corrupción en que se convirtieron bajo el cobijo de la impunidad que el mesías tropical obsequió a sus súbditos, incluyendo su familia.
Porque mientras para los suyos exigía pruebas para aceptar culpas, para los otros él mismo las fabricaba y aun sin ellas, por el simple hecho de ganar altos salarios o prerrogativas de Ley, fueron motivo de condena y ser quemados en la hoguera de Palacio Nacional, pero sin ningún indicio de prueba de corrupción.
Nadie estuvo a salvo, ni siquiera proyectos que hacían ver a México como país de avanzada, lo mismo en comunicaciones como el NAIM donde se tiraron cientos de miles de millones a la basura junto con la confianza de la inversión internacional, como el desarrollo de energías limpias, para alzan en su lugar una terminal aérea bananera y colocarnos como una de las naciones que más uso hacen de los combustibles fósiles y fomenta el monopolio del gobierno en el sector, entorpeciendo la inversión privada.
Olvidó el ganso que quien propicia desarrollo es precisamente el sector privado que incluso llega a sustituir la inversión pública que en este sexenio se centró en obras que insistimos, seguirán viviendo de un presupuesto ya muy dañado no sólo por las pérdidas de Pemex y CFE sino por los cerca de 500 mil millones que habrán de pagarse por el servicio de la mayor deuda contratada por gobierno alguno. Nada más 7.5 billones de pesos, y eso que no iba a pedir prestado.
Nos deja no sólo los muertos y asesinados, las deudas y las obras subsidiadas y corroídas por la corrupción e impunidad sino también el crimen contra la naturaleza, los casi ocho millones de árboles talados en Yucatán, los apagones, la refinería innecesaria por contar con seis que podrían hacernos autosuficentes sino también la destrucción de instituciones, las mismas que utilizó para llegar al poder.
Pero lo peor sería lo social, divididos como se vio ayer el Zócalo donde de nueva cuenta el ganso hizo todo lo posible por que fracasara una expresión de democracia, la de los no acarreados, de aquellos que aun creemos en las libertades para todos y en la posibilidad real de que los mexicanos tenemos capacidad para salir de hoyos, dificultades y superar obstáculos.
Para decidir que país queremos debemos salir a votar, por quien sea, no importa siempre y cuando seamos los más, que así como en este domingo, acudamos sin acarreos, convencidos de nuestra responsabilidad y digamos a quien sueña con un poder absoluto y permanente si deseamos ser súbditos o ciudadanos.
Lo mismo en la Ciudad de México que en las principales capitales del interior del país y algunas ciudades del extranjero la marea rosa dijo que desea democracia, respeto a la ley, a las instituciones.
Ayer se marcó un nuevo hito, lo intentarán desvirtuar, así es el caudillo y lacayos. Veremos si el día dos de junio decidimos democracia o autoritarismo. No hubo acarreados, estuvieron quienes deseaban estar, niños, jóvenes, ancianos, mujeres y hombres. Cientos de miles.