Destapes y Dedazos

*Formado en las Tuberías del Viejo 

Sistema Político Mexicano

*Todo Indica que el Próximo año Será 

una Elección de Estado

*Imposiciones Antidemocráticas, envueltas 

en Eufemismos y Engaños.       

EZEQUIEL GAYTÁN 

Los mexicanos, muy dados a la ironía y al sarcasmo, utilizamos la expresión dedocracia al régimen de gobierno en el cual, la figura presidencial autoritariamente, designa a su sucesor mediante un acto unipersonal. Léase es una imposición desde la cúspide del Poder Ejecutivo Federal que resulta de varios factores. Algunos de ellos son: a) los acuerdos con las llamadas fuerzas vivas, tales como cámaras empresariales, confederaciones sindicales o campesinas; b) arreglos de intereses copulares entre grupos políticos gobernantes a fin de protegerse debido a la corrupción imperante y, c) caprichos presidenciales. Por supuesto que hay otras razones mediante las cuales se explica el dedazo y se construye todo un andamiaje burocrático-partidista a fin de legitimar al sucesor o sucesora.

Una de las reglas de oro aún vigentes que nos heredó el Partido Revolucionario Institucional (PRI) fue precisamente que lo fundamental de un gestión presidencial era la de no perpetuarse en el poder: Había que respetar los tiempos políticos, entregar la banda presidencial, permitir la movilidad social y generacional y dar oportunidad a nuevos equipos políticos, para todos priistas, a fin de que el botín fuese repartido. De ahí que el premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, se refiriera al Sistema Político Mexicano como la dictadura perfecta. 

 

El dedazo es una forma de señalar de entre varios precandidatos al sucesor. En otras palabras, todos sabíamos los nombres de los posibles ungidos, por eso les llamábamos “tapados” y el proclamado era el destapado. Así funcionó desde 1924 cuando Álvaro Obregón se inclinó por Plutarco Elías Calles y, con la creación del partido oficial se pulieron las formas hasta la administración de Ernesto Zedillo, quien dijo metafóricamente “me cortaré el dedo” y dio a entender que no impondría a su sucesor, lo cual cumplió y, aunque destapó a Francisco Labastida, no desplegó el aparato de Estado, a fin de imponerlo, sino que permitió elecciones libres. Por su parte Vicente Fox quiso imponer a Santiago Creel, pero debido a sus clásicas torpezas, su partido se lo impidió. Lo mismo sucedió con Felipe Calderón quien trató en vano de imponer a su secretario de Hacienda Ernesto Cordero Arroyo, pero fue incapaz de implementar su dedazo. Lo mismo ocurrió con Enrique Peña Nieto quien descuidó la sucesión presidencial intrapartidista y acabó su gestión como una de las más corruptas. Consecuentemente llegó al poder Andrés Manuel López Obrador, un personaje tenebroso, politiquero, muy dado a la mentira, al engaño y a la hipocresía. 

Nuestro actual presidente, formado en las tuberías del viejo Sistema Político Mexicano, decidió que su Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) fuese en muchos sentidos la renovación del PRI y con su sapiencia y gran facilidad en el manejo de los eufemismos decidió, como su nombre lo indica, regenerar al viejo sistema y a los “tapados” les llamó “corcholatas”, a los acarreados les denominó “pueblo sabio y bueno”, al juego de la sucesión presidencial le endosó el nombre  “encuestas”, a la elegida le llamó “triunfadora legítima y legal” y ahora la denomina “Coordinadora Nacional en Defensa de la Cuarta Transformación”, con lo cual desea tapar el sol con un dedo y recurrir a un pretexto leguleyo a fin de que su partido no sea multado por iniciar la precampaña antes de tiempo. Por cierto, a los críticos de esa mascarada antidemocrática e ilegal nos llama conservadores.

 

Pero la historia no termina con la imposición de la señora Claudia Sheinbaum, quien muy probablemente sea la ganadora al poder Ejecutivo Federal debido a que todo indica que el próximo año será una elección de Estado. El presidente López Obrador vio que su gran teatro y el montaje de las escenografías le dieron resultados positivos y ahora se nos aparece en su circo como un lector de naipes. Léase, enseña las cartas al público y mediante su hábil e ignominioso asistente Mario Delgado, pone y descarta nombres hasta que quedan los previamente seleccionados. Después volverá a instrumentar un juego de encuestas y, por supuesto, el o la ganadora será quien el tabasqueño decida.

 

Es un proceso que muy seguramente divierte y entretiene al presidente, pues le permite construir su fachada de demócrata y de transformador del viejo sistema político. Sin embargo, no deja de ser un gatopardismo, ya que las imposiciones por dedazo seguirán imperando, pero Morena nos dice que ellos son diferentes. Peor aún, ahora son malabarismos más caros que sin duda dejarán heridos en el camino como ocurrió con Marcelo Ebrard. De ahí que los destapes a las nueve gobernaturas también serán actos ilegales de precampañas, aunque se maneje el eufemismo de Coordinares estatales de defensa de la cuarta transformación. 

 

Destapes y dedazos siguen siendo, con la actual gestión, simples imposiciones antidemocráticas, envueltas en eufemismos, mentiras y engaños.         

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