Es ¡espionaje!

Punto de Vista

Por Jesús Michel Narváez

Como parte de su “diferencia” con los de “antes”, el huésped temporal de Palacio Nacional ha repetido hasta el cansancio que en su gobierno no se espía a periodistas, activistas -de todos los órdenes- y mucho menos a los adversarios.

Sin embargo, como dicen los abogados: a confesión de parte, relevo de pruebas.

Y ayer confesó en su monólogo matinal que desde hace 15 días sabía que Xóchitl Gálvez sería la candidata de los opositores.

““Lo supe desde hace 15 días, de mis gargantas profundas que lo consultaron con los de arriba y hasta con los dueños de medios de comunicación”.

¡Eso se llama espionaje!

Insistir en que Claudio X. González es el “mero, mero” de las oposiciones, es negar la participación de otras personas que, aunque no lo crea, sí piensan y analizan cómo frenar la destrucción del país que lleva a cabo desde el triunfo, porque cuando “canceló” en Nuevo Aeropuerto Internacional de México, no era presidente en funciones… solamente electo.

Según la visión de alguien que se desgañita en la plaza pública para clamar que “nuestro movimiento está más fuerte que nunca”, se equivocan quienes suponen que la senadora por haber nacido en un pueblo -¿acaso Tepetitán es una urbe?- la apoyará el pueblo.

“¿Por qué deciden a favor de la señora Xóchitl?, porque ellos suponen que si nació en un pueblo va a tener el apoyo del pueblo y además en realidad es parte de ellos, no del pueblo. Ella forma parte de los conservadores. Desde luego no es de los de arriba, pero si forma parte del mismo agrupamiento, porque también en lo que conservador hay deditos que mandan”.

Ante las agresiones, la hidalguense no se quedó callada. Sin micrófonos, reflectores y la parafernalia que representa la transmisión, le dio en el clavo ardiente: usted es un machista y… me entregará la banda presidencial en 2024.

La posición presidencial no muestra respeto a la investidura y descarta el respeto por la democracia. No entiende que en un país democrático, con una Constitución sólida, fuerte que no ha podido destruir, existe la libertad en los partidos políticos para coaligarse o formar alianzas; también es derecho de los mexicanos crear organizaciones y sin censura alguna expresar lo que piensan y sienten.

Pretender la unanimidad para su persona, muestra claramente su inconformidad con terminar su gestión. Tenía la esperanza de convertirse en el segundo Álvaro Obregón, aunque suponemos que no el final que tuvo el caudillo de Sonora, y los ciudadanos se lo impidieron al no otorgarle la mayoría calificada a sus diputados.

Sin duda, con todos sus defectos y con la ambición de los dirigentes partidistas por delante, la conformación del Frente Amplio por México que, efectivamente está contemplado en la Constitución y en la Ley General de Partidos Políticos, es un intento de dique, que se confía en fortalecerse, para lograr competir en la elección presidencial y de renovación del Poder Legislativo Federal en términos menos desiguales.

Eso lo sabe el presidente y, desde la formación del FAM, ha tenido insomnio y más ahora que se ha convertido en el impulsor de la senadora hidalguense.

La mayoría de los ciudadanos confía en que el Frente salga a conquistar el voto y lo haga no solamente mostrando los desaciertos de la transformación de cuarta, sino con un programa político que impida la desaparición de la democracia y de las instituciones electorales.

Nada está escrito y el resultado de la elección del ’24 pudiera no ser la que festeja el “cosmopolita” huésped temporal de Palacio Nacional.

 

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