Aspectos Multilaterales de la Migración

 

Por Silvestre Villegas Revueltas

 

Cuando se escriben las presentes líneas la gritería, y en esta semana, centra sus vociferaciones en torno al lamentable suceso de los migrantes muertos/calcinados en las instalaciones del Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez, Chihuahua. Actualmente se repite como artículo de fe que “la migración es un derecho humano”, ello es cierto y una equivocación. Desde que el hombre prehistórico cruzó el estrecho de Bering y fue bajando a lo largo de los siglos para poblar el hoy Continente Americano, las migraciones son sucesos históricos, las más de las veces violentos.

 

Recordemos algunos de los más significativos. Entre los siglos primero y quinto de la Era Cristiana, el Imperio Romano tuvo que enfrentar en su frontera nororiental la llegada de lo que los historiadores llamaron “la invasión de los pueblos bárbaros” que entre otros eran pueblos germánicos como los vándalos, los visigodos, los burgundios y los francos que al entrar en los territorios romanos “vandalizaban” pueblos y ciudades del imperio. En el peor de los casos se sustrajeron al poder e influencia de Roma como lo fueron aquellos que vivieron arriba del río Rhin en el norte Germánico, otros como los francos se romanizaron, cambiaron pantalones y camisas por la toga y sandalias romanas, se cortaron las barbas y utilizaron el pelo corto como las efigies de Julio César y los primeros emperadores. Aceptaron el vino y la comida mediterránea, paulatinamente fueron adoptando el sistema jurídico romano. Se mezclaron, se adaptaron, fueron la base de la latina Francia, pero ello no borró las matazones descritas por César en su libro “La guerra de las Galias”.

 

El Imperio Romano cayó, no solo por los problemas internos de corrupción en el aparato de gobierno y la quiebra económica, sino porque los territorios imperiales finalmente cayeron en poder de una migración masiva que por igual se adentró en la hoy Europa occidental, los Balcanes, el norte de África y el Medio Oriente. Los pueblos que invadieron Roma a su vez huían de las depredaciones de otros pueblos más orientales que salían de la hoy Mongolia, atravesaban toda la estepa asiática y llegaban a los bosques europeos. Unos y otros huían de la pobreza, de otros pueblos vecinos que siendo belicosos los asesinaban, pero también huían de la hambruna, de malos gobernantes y ejercían su “derecho humano” a trasladarse por el planeta. 

 

Pero, lo mismo en los tiempos del emperador Augusto, como en el accionar del germánico Alarico o del Mongol Atila, en uno y otro estado, éste siempre protegió sus fronteras con soldados, vigías, legislación, etcétera. Ello se estableció en la Roma de inicios del cristianismo, pasó al tiempo de la globalidad temprana con el imperio español en América y en el mundo contemporáneo, estimados lectores, pregúntenle a la ciudadanía y autoridades de Estados Unidos, Inglaterra, Dinamarca, Japón, Buthan, Australia, España si la migración es un derecho humano y si a los migrantes ilegales se les recibe con los brazos abiertos. Me y nos dirían ¿son pendejos o qué?

Dicho lo anterior, conviene hacer algunas afirmaciones y reflexionar sobre el fenómeno de la migración, del tiempo más reciente, y que entre otras latitudes fluye de América del Sur a la frontera mexicano-americana.

 

La migración de seres humanos y pueblos enteros es resultado de malas acciones de gobierno, de inseguridad y de pobreza económica sufrida por determinadas sociedades nacionales. Así es. A los mexicanos que principalmente migran a los Estados Unidos les cabe las razones aquí señaladas; también son razones para conglomerados humanos en Guatemala, Honduras y Venezuela. Pero en otra lectura, la migración en el Continente Americano es un negociazo para ciertos intereses porque les cobran miles y miles de dólares por persona para trasladarlos de un punto a otro; si es así ¿son realmente pobres de solemnidad? O más bien tienen deseos de vivir en los Estados Unidos. Ya se dijo hace un par de décadas: para llegar a la tierra prometida, a la nación donde las buenas oportunidades se materializan y donde todo es seguridad y moralidad, primero hay que pasar por el infierno mexicano, lleno de orcos prietos y violentos. Porque el purgatorio burocrático está solamente apartado para los migrantes VIP que lo mismo están en Miami que en la ciudad de Madrid. Ellos se divierten, ganan dinero y no se acongojan.   

 

Es innegable que el fenómeno de la migración en México siempre ha sido un espacio para la corrupción y ahora es más lucrativo porque hay más gente que quiere migrar al norte del Río Bravo. Es un hecho que en tiempos recientes el gobierno de Donald Trump dobló al mexicano al amenazar que impondría aranceles del 30% a todos los productos que exportara México a los Estados Unidos o vía ese país a terceros, ello, si la administración de López Obrador no modificaba su discurso de bienvenida a migrantes y establecía muros desde la frontera del Suchiate. ¿Qué hacen los gobiernos centroamericanos para detener los flujos migratorios? Muy poco. El programa “Sembrando vida” no sirve para los muy evidentes intereses de todos aquellos que sí quieren migran y que el mentado programa les vale un cacahuate.

 

Finalmente, también es cierto que el Instituto Nacional de Migración no es el modelo de eficiencia que todos desearíamos, hay mucha corrupción en espacios como revisiones en carreteras, poblados, aeropuertos y en las instalaciones de detención. Y sí son de detención, porque muchos migrantes en México han entrado al país como ilegales; igual de ilegal es la migración de los paisanos que mueren en el trayecto texano por Falfurrias, por Uvalde, por el desierto de Arizona o víctimas de un ranchero gringo a lo largo de la frontera, donde dicho sea de paso tienen permiso para venadear a quien haya entrado ilegalmente por sus terrenos. Por último, no se nos debe olvidar que el fenómeno de la migración por México ha transitado de unos cuantos miles, a un alud de cientos de miles de personas que se topan en sus 6/7 partes con un muro infranqueable. Se quedan en Tijuana, en Juárez y Piedras Negras, otros tantos en la Ciudad de México, en el trayecto sureste de la república; pregúntenles a los vecinos de tales ciudades, ¿qué piensan de la masiva migración? Ellos tienen en el terreno de lo real y menudo, una visión absolutamente distinta del vociferador profesional Álvarez Icaza.  

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