Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Desde hace 71 años ningún jugador de beisbol ha alcanzado más de 300 de porcentaje en su bateo.
Alcanzar la marca de.400 es algo casi imposible actualmente, y el último que lo logró, con suficientes apariciones al plato como para calificar al título de bateo fue Ted Williams de los Boston Red Sox en 1941.
Tema sumamente importante. ¿A poco no?
Sin embargo, el fondo es lo que cuenta: la salud del presidente de la República.
No han sido escasas las voces que se levantan para solicitar saber en qué condiciones físicas y mentales se encuentra el señor López, sí, el inquilino de Palacio Nacional.
Incluso, en el INAI existen solicitudes para conocer el estado de salud del Presidente. La información, por supuesto, se reserva por “seguridad nacional”.
Para nadie es desconocido que después de la segunda derrota electoral en busca de la Presidencia de la República, el 3 de noviembre de 2013, sufrió un ataque cardíaco que lo llevó a ingresar por su propio pie a las 2:30 de la mañana al hospital Médica Sur.
La nota informativa publicada en Excelsior dice: “Con un fuerte dolor en el pecho y sudor frío, Andrés Manuel López Obrador ingresó por su propio pie al Hospital Médica Sur alrededor de las 2:30 de la madrugada de ayer; los médicos le informaron que estaba sufriendo un infarto agudo al miocardio.
“Minutos después, los cardiólogos sometieron al dos veces candidato presidencial a ‘una intervención coronaria cutánea’ la cual tuvo un resultado exitoso. Detallaron que fue sometido a una angioplastia con colocación de un stent, un dispositivo metálico que se introduce en la arteria coronaria para mantenerla abierta y que el flujo sanguíneo quede restaurado. La intervención duró alrededor de una hora y 15 minutos”.
El 21 de enero de este año, el presidente fue internado en el Hospital Central Militar en medio de confusiones de la razón por cual fue ingresado. Primero, el vocero Jesús Ramírez Cuevas informó a través de su cuenta de Twitter -no hubo comunicado oficial- que López estaba en una “revisión de rutina”.
Sin embargo, horas después se dio a conocer que registraba un problema cardíaco.
El sábado, el propio presidente de la República, difundió un video cuyo mensaje se centró en el reconocimiento de que le fue practicado un cateterismo cardíaco. Para su recuperación durmió en el nosocomio militar.
Tampoco es desconocido que fue contagiado de Covit-19. Aunque la versión se mantuvo sin cambiarle una coma, la difusión de otro video, grabado en Palacio Nacional, mostró a una persona con la mano izquierda cruzada hacia el lado derecho y se observaba una protuberancia que no cubrió el abrigo que utilizó. Las hipótesis fueron diversas, pero una llamó la atención: trae un aparato que, seguramente, le marca el ritmo cardíaco. Especulación, si usted quiere, pero ahí estuvo.
Ignoro si en estos días haya mostrado algún síntoma que reflejara una salud deteriorada.
Es lo más probable, porque no es muy dado a informar sobre su estado de salud.
Y ayer se despachó con la cuchara grande. “… tengo más fortaleza que antes, estoy entero, estoy bateando arriba de 300, entonces haremos muchísimo y siempre para atender a la gente que necesita justicia, siempre”.
Como dice el presidente, parafraseando a Hugo Chávez: “yo ya no me pertenezco…le pertenezco al pueblo”, sería sano para la Nación conocer, en realidad, su estado de salud físico y mental.
También aplicando lo que dice: “el que nada debe, nada teme”, podría hacer público los análisis, reales y no maquillados, de cómo anda al interior de la deteriorada carrocería.
Claro, es capaz de todo si osa modificar las reglas del beisbol. Nunca en su vida alcanzará los 300 y menos los 400 de bateo… ¿querrá imponer su récord con esporádicas apariciones? La regla dice que el promedio se obtiene participando en la mayoría de juegos de una campaña… no electoral.
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