Curva de Aprendiza que no ha Superado

Galaxia Política

*La Culpa, de Otros, Nunca del Responsable

*A. Encinas Culpa a las Fiscalías Estatales 

*No Investigan los Asesinatos de Periodistas

JESÚS MICHEL NARVÁEZ

Curva de aprendizaje se define como el inicio de una nueva labor, sea el ámbito en el que fuere. Se explica que “después de un tiempo en el puesto, las personas adquieren experiencia y los resultados tienden a mejorar.

“Pero llega un momento en que las personas se acostumbran con sus tareas y se aburren de hacer lo mismo todos los días.

“Entonces llega el momento de plantear otros retos, llevarlos a una nueva curva de aprendizaje con la finalidad de que desarrollen habilidades para asumir responsabilidades de mayor jerarquía.

“Esta es una ventaja de la curva de aprendizaje de una empresa, evitando que las personas entren en zonas de confort”. 

No se establece por parte de los estudiosos en la materia cuánto es el tiempo del que dispone una persona para superar la curva de aprendizaje.

En el aspecto político, hay quienes dicen saber lo que hacen y que por ello están en ese espacio laboral. Sin embargo, las evidencias muestran que empiezan la curva de aprendizaje, pero no salen de ella. Ahí se quedan.

En esta administración difícilmente se encontraría a algún personaje, de altos niveles, que carezca de experiencia, aunque mala, la tienen.

Han pasado 39 meses desde que inició el “régimen del cambio” y en diversas actividades del gobierno, sus funcionarios mantienen la curva de aprendizaje. No han llegado al aburrimiento. Tampoco han cumplido las expectativas que despertaron por su “experiencia”.

Un ejemplo claro de que el haber pasado por distintas posiciones políticas no los hace expertos en todo y sí aprendices de mucho, lo representa un personaje del que siempre surge la expresión: “es una buena persona”. Lo que uno se pregunta es para qué sirve ser buena persona si en los cargos desempeñados no ha brillado por su excelsitud y ha quedado a deber demasiado.

El personaje tiene nombre y apellidos: Alejandro Encinas Rodríguez, que hoy trabaja de subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, la segunda subsecretaría en importancia de la secretaria de Gobernación.

Bonachón, de fácil sonrisa, barba blanca y abdomen voluptuoso, es probable que tampoco represente dignamente el papel de papá Noel. 

A cuento lo anterior, porque la semana pasada asistió al panel “La libertad de expresión en México: amenazas, avances y retrocesos”, organizado por Artículo-19 capítulo México, y en el que habló del incumplimiento de las fiscalías estatales para investigar y encontrar a los responsables de los asesinatos de periodistas que, en la presente administración, suman 62.

Como gallito de pelea que endereza la cresta para atacar, el funcionario afirma que “las cosas ya no pueden seguir así y tiene que haber cambios. Hay que cambiar las cosas. Existe el problema de la impunidad, la falta de castigo, y las fiscalías no están haciendo su trabajo”.

Se escuchaba el inicio de la Quinta Sinfonía. Había descubierto el hilo negro que conduce a la magia musical del filme Fantasía de Walt Disney. 

La regla de oro, hasta ahora, es asesinar periodistas de medios locales en diversos estados del país. Una regla que podría romperse en cualquier momento por la defenestración cotidiana que se hace de los comunicadores desde Palacio Nacional y a cargo del huésped temporal.

¿Dónde están parados los funcionarios como Encinas y su equipo de trabajo?

Por las expresiones, lejos, muy lejos de los gobernadores y los fiscales “autónomos”.

Utilizar un foro convocado por un organismo que “recibe financiamiento de otros gobiernos”, como lo ha dicho el amigo y superior de Encinas, para deslindar al mecanismo de protección para periodistas y defensores de los derechos humanos y a los mecanismos estatales de responsabilidades en cuanto a la impunidad en casos de homicidios a informadores, que se encuentra por arriba del 95%, no pareció lo adecuado.

Se entiende que su llegada a un cargo cuya responsabilidad está más allá de hacer grilla en partidos políticos y oficinas gubernamentales, haya sido difícil. Es ahí en donde entra el concepto de la curva de aprendizaje. A 36 meses de distancia, el subsecretario no muestra haber llenado las expectativas.

Bastaría colocar en este espacio un ejemplo irrebatible: la reiniciación de las investigaciones por la desaparición de los 43 estudiantes de la normal Isidro Burgos. 

Comprometido el ahora presidente de México con los padres, madres y abogados de los 43 de “encontrar la verdad”, generando falsas esperanzas, a 3 años y 3 meses de distancia no hay avances.

Lo único que las nuevas indagatorias han aportado es responsabilizar a exfuncionarios de la PGR de haber “torturado a detenidos” y acusarlos de violar los derechos humanos.

Concediendo sin aceptar que eso hubiera ocurrido, los ahora señalados y con petición de extradición, no dispararon, no encendieron el fuego, no mutilaron los cuerpos de los 43. Los verdaderos culpables siguen impunes.

Y que no se achaque al neoliberalismo la falta de eficacia de los investigadores actuales, porque algunos y quizá muchos, provienen de la misma corriente que tanto aborrece el señor López, gracias a las enseñanzas adquiridas en el Foro de Sao Paulo. 

Si las fiscalías estatales, autónomas o no, han dejado de cumplir con las obligaciones que les impone la ley, el subsecretario estaría facultado para presentar denuncias en contra de aquellos que estén en su lista por el delito del incumplimiento del deber.

Acusar así a las instituciones de procuración de justicia, es la forma ideal de tapar el pozo después de los 62 periodistas ahogados -coloquial literalmente- en 36 meses.

Van 7 en marzo. Y quizá para cuando esta entrega se publique la cifra habrá aumentado.

Sí, el señor Alejandro Encinas Rodríguez es un buen hombre, Que se nos explique para qué.

 

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