El Enigma de la Literatura y la Lectura

Irene Vallejo.
El infinito en un junco:
la invención de los libros
del mundo antiguo.
Siruela,
Madrid, España.
2021,
452 páginas.

Por David Marklimo

La literatura tiene estas cosas, es rara. ¿Cómo puede ser que un ensayo sobre la invención de los libros este considerado el mejor libro del 2020? Desde el punto de vista de la cultura de masas, ¿a quién le interesa saber sobre la relación entre la oralidad y la escritura o sobre cómo ha sido la poesía la que ha dado origen a la literatura? Parecería que a nadie, que la mayoría de las personas estarían pendientes del último libro de autoayuda o del último best seller de Dan Brown. Pero, decíamos, la literatura tiene estas cosas y es muy, muy rara. Pero no cabe duda de que estamos ante una verdadera obra de orfebría. Pocas cosas han impactado tanto en la civilización como la escritura y la invención del libro.

Así, en El infinito en un junco, un amenísimo ensayo de la filóloga y novelista española, Irene Vallejo, seguimos la fortuna de esta extraordinaria invención durante sus primeros siglos de vida. Vamos a asomarnos a la fundación de Alejandría, derivado de un sueño de Alejandro. Veremos a Ptolomeo, primero un diadoco y más tarde un faraón, que manda construir la Biblioteca y el Museo (la casa de las Musas), porque le pareció importante que su nueva capital emblematizará el poder real con la casi infinita acumulación de saberes. Pasaremos por Roma, con su lengua y su idea de universalidad. Nos asomaremos a los albores del Renacimiento, con esos paseos a los palacios florentinos. Con ciertas proyecciones al futuro, es decir, a nuestro tiempo, Vallejo nos muestra que muchas veces el futuro está revestido de antigüedad.

No es para nada un ensayo aburrido o pretencioso. El infinito en un junco cuenta a los lectores la aventura milenaria de los libros, una historia nada convencional y que todavía está en construcción. El espectro va desde las tablillas mesopotámicas hasta el iPad. Pero también indaga en las primeras veces: las primeras librerías, bibliotecas, libros y lectores de los que tenemos noticia. Al mismo tiempo, es un libro de viajes, que nos transporta desde Alejandría y Roma a Oxford y Sarajevo, con numerosas paradas intermedias. Incluye ingredientes poco habituales en el ensayo: humor, narraciones, pasajes periodísticos, poéticos, reconstrucciones de época, etimologías, breves biografías. Es un recorrido apasionado y humanista por los laberintos de la palabra y las rutas por las que los libros, en su fragilidad, han conseguido sobrevivir a la destrucción.

Los libros son entendidos como un instrumento de unión, de defensa “frente al inexorable reverso de toda existencia”, dice Stefan Zweig, “la fugacidad y el olvido”. Nadie mejor que los primeros compradores de libros, esos mensajeros del ya faraón Ptolomeo, para dar validez a la cita: iban hasta los confines del mundo buscando cualquier libro publicado. La literatura, pues, es un viaje físico, pero también mental. Quizá quien haya leído Los detectives salvajes de Roberto Bolaño logre entender esta metáfora.

El libro pone sobre la mesa la relación entre el autor y el lector, un juego absoluto de seducción. Entre Homero y un estudiante de preparatoria ya no hay, no existen, las barreras del tiempo y del espacio, algo que seguramente sorprendería al viejo poeta ciego (si es que realmente existió). No falta una reflexión sobre los profetas del apocalipsis del libro. Vallejo dice que estos pronósticos concuerdan con nuestras sensaciones en este tercer milenio, algo que ya había sucedido en la época helenística y que siempre sucederá. Es un error pensar, nos advierten, que cada novedad borra y reemplaza tradiciones tan arraigadas como la lectura. El teléfono móvil no es más que el último de la fila: primero la tablilla de arcilla de Mesopotamia, luego los rollos de papiro, los pergaminos, los copistas, la imprenta…

El encanto particular de este libro reside en su estilo. Vallejo ha decidido sabiamente prescindir o liberarse del estilo académico y ha optado por la voz del cuentista, la historia entendida no como una sucesión de hechos memorizados, sino como fábula. Donde otros fracasaron (Greenblatt, Turner, Straten, Cánfora, Reynolds, Wilson, Casson, Steiner y muchos más) Vallejo llega un puerto espléndido, con un libro inaúdito, bello, claro que, al final de cuentas, no es más que un homenaje de parte de una lectora apasionada. Que lo disfruten.

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