Julio Franco Corzo.
El país de los elefantes blancos:
Lecciones valiosas para
prevenir desastres
gubernamentales.
IEXE Editorial,
Puebla,
México, 2021.
Por David Marklimo
Ya pocos lo recuerdan, pero en el año 2006, poco antes de la elección presidencial más controvertida, el presidente Vicente Fox inauguró la Biblioteca Vasconcelos. En ese preciso momento aún estaban pendientes el auditorio, el jardín botánico, el invernadero, el restaurante, la cafetería, una galería y los elevadores. Más aún: sólo contaba con 500,000 ejemplares sin catalogar. Así, en marzo de 2007 cerró sus puertas durante 20 meses para concluir los trabajos pendientes. Fue vuelta a abrir en diciembre de 2008, ya en la presidencia de Calderón y desde entonces presenta graves problemas de filtraciones de agua. Así, lo que se presentó como “la obra de infraestructura cultural del continente”, pasó a denominarse un “elefante blanco”. Es decir, obras que tienen muy poca utilidad para los ciudadanos o que, de plano, no sirven.
La Biblioteca Vasconcelos, con todo, no es el mejor ejemplo: ahí está la corruptísima Estela de Luz, en pleno paseo de la Reforma. O los más de 500 hospitales que el gobierno de Peña abrió y que, al estallar la pandemia, se revelaron inservibles. No es gratuito que, en las últimas décadas, nos convirtiésemos en el sitio predilecto para este tipo de actos. El país de la corrupción, el lugar donde nunca pasa nada y no hay ningún responsable en la cárcel por lucrar con el Estado.
Para reflexionar al respecto, Julio Franco Corzo, fundador de la Universidad IEXE, escribió El país de los elefantes blancos. Descritos como verdaderos desastres gubernamentales, no es difícil comprender la tragedia de la administración pública mexicana: en un país con tantos problemas, y con tan pocos recursos, que estos se desperdicien es un auténtico desastre. Tenemos muchas deficiencias en la gestión de la infraestructura y resulta tragicómico notar que México no ha logrado evolucionar en las últimas décadas. Una gran carencia es no contar con un instituto encargado de la infraestructura, que va mucho más allá de planear los proyectos…
No tenemos el espacio institucional ni los procesos ni el conjunto de funcionarios con servicio civil de carrera, de carácter técnico, que estén generando diagnósticos de infraestructura en el corto o mediano plazos. Eso no existe.
En cambio, estamos llenos de mala planeación y peor presupuestación. Nuestros gobiernos subestiman sus ingresos; gastan más de lo presupuestado y realizan modificaciones discrecionales al presupuesto… que normalmente acaban en el gasto corriente. El libro de Franco es un valioso aporte, pues e investigaron a profundidad 621 casos. 32 de ellos, uno por estado, se presentan en el texto.
El patrón de estos casos tiene que ver con cinco lecciones valiosas:
- No se realizaron análisis de factibilidad financiera, legal y política.
- El líder del proyecto no tuvo las competencias técnicas adecuadas ni la experiencia para realizar el proyecto.
- No hubo un análisis adecuado del problema público a resolver, ni un análisis del costo-beneficio.
- El rédito político prevalece siempre sobre el interés público.
- Los distintos órdenes de gobierno cuentan contaban con insuficientes «capacidades institucionales» para realizar los proyectos.
Queda un punto interesante: el actual gobierno mexicano achaca todos, o casi todos, los males del país a la corrupción. Y no hay duda de que ese factor tiene un peso determinante. Pero algunos desastres gubernamentales tienen más que ver con chapulinismo político y con la ineficiencia que con la corrupción. También con la incapacidad de hacer diagnósticos adecuados, baste darse una vuelta por los múltiples informes de la Auditoría Superior de la Federación.
Las reflexiones sobre los elefantes blancos también ponen a debate la eficiencia de la burocracia nacional: ¿faltan competencias humanas o institucionales? Peor aún, ¿ambas? Ya juzgará el lector.
