Un Niño Culpable y una Sociedad También

Del Cine y las Leyes

Por Horacio Amando Hernández Orozco

Un niño culpable (Responsible Child) película británica dirigida por Nick Holt y escrita por Sean Buckley, con la actuación de Billy Barratt (Ray McCullin, James Tarpey (Nathan McCullin), Michelle Fairley (abogada Kerry), Debbie Honeywood (Verónica), Shaun Dingwall (Scott) y Stephen Boxer (Juez Walden); estrenada en diciembre de 2019 por la BBC.

Ray y su hermano Nathan están siendo procesados por homicidio de su padrastro Scott, quien frecuentemente golpeaba a su madre Verónica, pero el caso es que Ray sólo tiene 12 años de edad y será juzgado como un adulto.

La película está basada en una historia real, pues desde 1963, en Inglaterra y en Gales, a partir de los 10 años, los menores pueden ser juzgados como si se tratara de un adulto, lo que ha sido muy controversial para un país que se jacta de respetar los derechos humanos y sobre todo los de la niñez.

PROBLEMAS CON PAPÁ

Ray tiene problemas con su padre, por lo que decide irse a vivir con su madre Verónica y su hermano Nathan, ella ya tiene una nueva relación matrimonial con Scott, quien es sumamente violento y no quiere que Ray se quede con ellos.

Las familias disfuncionales son un factor, entre muchos otros, para los adolescentes delincuentes; el sociólogo Gabriel Tenenbaum Ewig, en un trabajo publicado por el Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, señala que las condiciones socioestructurales que configuran a las familias como un grupo social pueden incrementar el riesgo de los adolescentes en concretar conductas delictivas, en particular la violencia en el hogar, la ausencia de los cuidados materiales e inmateriales que se deben brindar, propician que los adolescentes entren en conflicto con la ley.

Tenenbaum analiza los condicionamientos mediatos que obstaculizan el desarrollo del cuidado material (cobertura económica de necesidades básicas: alimentación, vestimenta, salud, educación, etc.) e inmaterial (habilidades emocionales y cognitivas de los cuidadores para fomentar el desarrollo integral de las personas cuidadas: transmisión de afecto, comunicación asertiva, construcción de vínculos de confianza, etc.) de los referentes familiares y que, en ese sentido, potencian el riesgo de los adolescentes de cometer delitos.

En la cinta Ray carece del cuidado inmaterial, pues asiste a la escuela y tiene una beca por sus buenas notas, aunque el cuidado material es básico goza de alimentación, vestido y hogar; sin embargo, existe una ausencia total en lo afectivo.

PROBLEMAS CON EL PADRASTRO

Cuando Ray llega a casa de su madre advierte que las cosas no están bien, su padrastro Scott no sólo maltrata de manera verbal y física a su mamá, sino también a su hermano Nathan al grado que un día lo atacó con un hacha, por lo que fue detenido por las autoridades.

La mayoría de los adolescentes repiten patrones de violencia vista o sufrida en carne propia en su hogar, y por lo general esa violencia aprendida es aplicada en gente ajena al núcleo familiar, o al menos no en el agresor.

La reacción Nathan, quien ya cuanta con 23 años de edad. pareciera ser más bien una defensa al constante abuso físico de su padrastro hacia él y hacia su madre, por lo cual es un mecanismo de defensa y supervivencia que responde a una cuestión de instinto y no así de aprendizaje conductual.

PROBLEMAS EN LA ESCUELA

Ray es un buen estudiante, pero empieza a llegar tarde a la escuela y tiene problemas frecuentes con sus compañeros, quienes ejercen un constante bulling disimulado, hasta que, sin motivo aparente, golpea a otro escolar.

Es claro que Ray presenta emociones de enojo y frustración que desahoga en la escuela ante sus compañeros.

Siente frustración porque no tiene el cariño de sus padres que a esa edad es tan necesario como cualquier otro bien material, y eso lo hace sentir vulnerable y molesto.

El enojo es generalmente una respuesta a una amenaza, a sentirse avergonzado, o a alguna injusticia. Sentirse frustrado constantemente puede causar ira, la cual es una emoción más intensa. Los niños pueden expresar su enojo gritando, empujando, peleando o portándose mal.

En el caso de Ray ese enojo lo desahoga agrediendo a un compañero.

PROBLEMAS ANTE LA LEY

“Demasiado joven para comprar un hámster, pero sí para ser juzgado por asesinato”, así lo dice el asistente de la defensa, lo cual es cierto, pues con arreglo a la Ley de Infancia y Juventud de 1963, los niños de apenas 10 años pueden ser juzgados por asesinato en Inglaterra y Gales.

“Si tuvieras 30 años en tu mente, serías juzgado no apto para ser juzgado. Pero no lo eres, Ray “, así lo dice el psicólogo Kerry, lo cual demuestra lo implacablemente absurdo y la injusticia del fracaso moral de la Corona Inglesa, pues el psicólogo determina que, tras recordar lo ocurrido Ray, presenta un desorden por estrés postraumático, pero no es un psicópata, que muestra empatía y sensibilidad, es inteligente, reservado y comedido.

“Rafael McCullin, no se imagina la tristeza que me produce verle aquí acusado de matar a un hombre. Y brutalmente”, así lo dice el juez Walden. Y en efecto, para el juez será una tristeza, pero para la Comunidad Internacional es una vergüenza juzgar a un niño de 10 años como si fuera un adulto.

7.057 niños de edades comprendidas entre 10 y 14 años han sido juzgados desde 1995, siendo ese año, cuando la ONU señaló que tener una edad tan temprana de responsabilidad penal era incompatible con las obligaciones del Reino Unido bajo la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño.

Finalmente, el jurado declara culpable a los dos hermanos. Ray explica a su madre que lo hizo para protegerla a ella y a su hermano, pero ella le dice: “¿De qué ha servido si no estamos juntos?”

Ray no era el encargado de proteger a su madre y a su hermano, sino la sociedad y las autoridades, esas mismas que en palabras de Kerry, abogada defensora, son las culpables de todo esto, pues le han fallado a Ray al no brindarle el auxilio frente a un padre alcohólico y ante un padrastro violento que ponía en peligro su vida, frente una madre entumecida con una personalidad completamente corroída después de años de sufrimiento y abuso por parte de sus parejas.

Desde diciembre de 2005, en México se puede juzgar a los menores desde los 12 años de edad como adolescentes y no como adultos, lo cual representa un cambio al paradigma que se tenía de la justicia tutelar; se parte de la noción que la conducta delictiva de un adolescente puede derivar de las fallas de la sociedad frente a ese menor; pero ¿el punto es juzgarlos como menores que son, o atender a las raíces de sus actos delictivos?

La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…

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