Qué nos Pasa

Por Alberto F. Mena Mallen

Qué pasa con nuestra participación ciudadana y democrática. Muchos consideran que nuestra contribución a una vida más libre nos pueda ocasionar mayores problemas a los que ya padecemos. Es como si de repente hubiera un apagón energético -que ya ha sucedido- y nuestras actividades en casa, trabajo o cualquier lugar, se detienen, ya que muchas de las cosas que tenemos están ligadas a la electricidad. Las nuevas generaciones no pueden resolver los obstáculos que los más viejos si podíamos.

No tenemos internet, no hay luz para el refrigerador por lo que se pueden echar a perder los alimentos en su interior, no podemos usar los utensilios de cocina, que facilitan la labor de las cocineras, los celulares no se pueden cargar en caso de que tengan poca batería, los que tienen portones eléctricos, lo deben de abrir manualmente y muchas cosas más que se limitan ante el corte de energía eléctrica.

Sucede lo mismo como cuando hubo escasez de gasolina. Muchos que tienen autos prefirieron apoyarse y coordinarse con amigos o compañeros de trabajo para poder trasladarse a sus empleos o cualquier otro rumbo; mientras que el transporte público la padeció ya que sus viajes se limitaron y por ende sus ganancias, mientras que los pasajeros sufrieron las grandes filas que provocaron mayores tiempos de espera y traslados. Recuerdo que había grandes filas de vehículos en las estaciones de servicio a los que se limitaban los litros del combustible.

Y quien no tiene empleo, busca la manera de allegarse recursos ya sea vendiendo comida, pasteles, empanadas, o diversos productos que revende o en su auto o con los vecinos y amigos o de plano usan su emprendimiento y comienzan un negocio propio que muchas ocasiones no dan resultado por la falta de recursos para iniciarlos.

En todo lo anterior, incluso en afectaciones que provoca la naturaleza, estamos prestos a apoyar a quienes tienen problemas, pero no participamos en elecciones ante la desconfianza que nos generan los candidatos propuestos por los partidos políticos, quienes ya no son creíbles ante la ciudadanía y es por eso que debemos tener conciencia de participar más en las elecciones y en las demandas ciudadanas.

El caso es que, si no participamos en elecciones, ahora en la votación para la revocación del mandato del presidente de la República, en marzo del próximo año, no te quejes si continúan los problemas de nuestra existencia diaria. Hay que hacer ciudadanía para que nuestra participación en la solución de los problemas que nos aquejan, se hagan una realidad.

Demetrio Sodi de la Tijera, anda promoviendo una asociación que denominaron SUMA, que tiene el propósito de conjuntar a una diversidad de organismos ciudadanos que puedan agruparse para demandar la solución de asuntos que tienen años sin resolverse, pero sin meterse en política para evitar que intervengan los partidos políticos y echen todo a perder, porque no tienen el fin de apoyar a todos los mexicanos, sino a sí mismos,

Pero considero que debería de iniciarse una jornada política para crear un partido de ciudadanos que permita recuperar la confianza y la credibilidad de estos organismos que han perdido la batalla con los mismos habitantes, quienes ya no creen en ellos y es, tal vez, una de las consecuencias de la baja votación.

Requerimos de algún valiente, -no un pillo como los que siempre existen y que se aprovechan de las circunstancias- para que ahora que todos tenemos en mente que requerimos de un cambio de sistema político, se atreva a iniciar una tarea de esta envergadura, pero que demuestre que no se ensuciará el plumaje si cruza un pantano. ¿Dónde lo he oído?

Andrés Manuel López Obrador, se aprovechó del hartazgo de los mexicanos ante tanta corrupción y abuso de los gobiernos en turno, así como de los políticos, por lo que obtuvo una alta votación de aproximadamente 30 millones de sufragios, y que ha utilizado para hacer su “cambio” de régimen, que lo único que nos ha traído hasta ahora son más problemas de los que ya padecíamos, de los que provocó la pandemia y de los que aún no se resuelven.

Y se atreve a afirmar y presumir que “México, de los pocos países que están saliendo sin deuda de la crisis económica causada por la pandemia”, pero no explica las carencias que existen en muchos rubros que, incluso, ha provocado muertes como el asunto de los niños con cáncer o de la falta de medicamentos en el sector salud, que ocasiona que los enfermos tengan que erogar sus propios recursos para evitar enfermarse más o no morir en el intento.

Tampoco presume la falta de recursos al campo y a muchas otras áreas que, con los días, ya no ven lo duro sino lo tupido, aunque habrá que darle gracias a la sociedad civil que ha ayudado a personas con problemas en casos de desalojo por sismos, o por derrumbes, como ha sucedido con los desplazados del Cerro del Chiquihuite, que, aunque el gobierno federal y municipal los han apoyado, no ha sido lo suficiente. Lo mismo pasa con otros afectados por inundaciones, quienes perdieron todas sus pertenencias, aún no se reponen.

El primer mandatario ha utilizado mucho el concepto de corrupción, pero hasta la fecha, a la mitad de su gobierno, aún no ha demostrado que esa promesa de campaña va en serio, aunque considera que ir a presumir a la ONU esta lucha que según él ha emprendido, tal vez quede como un presidente “atrevido” porque en la realidad no lo ha demostrado.

Y el ejemplo de Emilio Lozoya que se pasea campantemente sin importarle las criticas o que su proceso se encuentre empantanado. Está demostrando que la impunidad es el sello de la casa y la lucha contra los corruptos solo fue un slogan de campaña para atraer votantes desorientados con la realidad del país.

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