Estado de Derecho y Reglas Permanentes o no Habrá Inversión

Lascas Económicas

*El Problema es que Todo se Deteriora sin Asomo de Estos Elementos

*El Deterioro Debajo de la Mesa sin Miel Sobre Hojuelas

*Y en Palacio Nacional ni los ven ni los Oyen

Por Jaime Contreras Salcedo

A mediados de los noventa, cuando algunos andaban marchando y bloqueando pozos petroleros acusando a una empresa pública de saqueadora de los bienes nacionales, que ahora se pretende rescatar y todo mundo conoce como Pemex, el entonces presidente del Consejo Coordinador Empresarial llamaba una y otra vez a misa: hacía ver que si no había Estado de Derecho en México, si no se respetaban y mantenían las reglas en forma permanente, iba a ser muy difícil sacar al país de la crisis político económica en la que estábamos, derivada –como seguramente usted sabe o ha leído- de los errores de diciembre de 1995.

Héctor Larios Santillán.

En efecto, el líder del CCE, Héctor Larios Santillán, nos decía en corto que resultaba inconcebible acusar al comercio privado del origen del crack de ese momento –que ya no a los banqueros, los cuales eran funcionarios públicos y malos administradores, por lo que vimos- cuando de un lado se le habían quitado los alfileres que mal sostenían a la economía nacional desde el salinismo y, del otro, ni siquiera alcanzábamos a sobreponernos de la fuga de capitales y saqueo a las reservas internacionales del Banco de México que los mismos casabolsistas metidos a banqueros habían realizado, o propiciado, como consecuencia de la información privilegiada que poseían, nos reconocieron en su momento algunos de ellos mismos.

A casi 25 años de entonces, las cosas se tornan rojo blanco y muchos podrían decir que es consecuencia del legado corrupto y perverso de las últimas administraciones panistas y priistas que tanto daño hicieron a todos los mexicanos. Pero el problema de preservar el estado de derecho y mantener políticas permanentes en materia judicial e impositiva le toca, ni más ni menos, a los actuales gobernantes, encabezados por ya sabemos quién.

Los reclamos de la iniciativa privada de hace un cuarto de siglo siguen siendo más que vigentes hoy día, con un añadido pertinente: el aumento sin control alguno de la delincuencia organizada y su enorme caudal de violencia, en connivencia con varios actores lo mismo jueces y policías que empresarios, gobernantes, partidos y hasta representantes de la iglesia y otras religiones, que ha cercenado familias, tergiversado y en no pocos casos anulado la actividad económica, a lo que se debe sumar un daño a la sociedad en su conjunto, que no se va a unificar nunca más como ocurría de una u otra manera, digamos, hasta principios de los ochenta del siglo pasado, a menos que nuestra percepción se contradiga con la que usted tiene.

En este sentido, determinaciones como, por ejemplo, no enfrentar directamente a las cabezas de los cárteles de la droga y sus sicarios, y presuntamente amagarlos con reclamarles a sus progenitoras o llenarles de adjetivos dizque ofensivos no sólo es centro de burlas y diatribas, sino lo peor: ha alimentado una severa desconfianza de los que apuestan sus recursos a proyectos de inversión, sean nacionales o extranjeros, muy por encima de los prerrequisitos mencionados: el estado de derecho y el no cambio de leyes, al gusto de los actuales gobernantes, muchas de las cuales son adobadas sin criterio ni conocimiento de los negocios en donde se intentan implantar y que, además, luego se contradicen con las normatividades estatales y municipales.

Mucho ha preconizado quien vive en Palacio Nacional que la relación con los capitanes de empresas va miel sobre hojuelas y que miles de millones de dólares están cubriendo trámites aduanales para entrar ipso facto a mover proyectos, planes, programas, estrategias, empleos, productos y servicios, a favor de la alicaída economía doméstica. Se han reunido, han compartido pan y sal, se han tomado la foto y en eso de los discursos no hay quien los equipare. El problema es que el deterioro que hay debajo de la mesa, ni siquiera las patadas, se ha acrecentado en los últimos tiempos y el deterioro se agiganta en el día a día, derivado en gran parte de lo que le contábamos líneas arriba. Pero como dicen que dijo el corrido, como que no entienden razones los que, asesorados o no, toman decisiones en este país y en estos momentos.

Además del ahora más que menguado sector energético, y todo lo que esto implicaba, nos deslizan buenos amigos, se han detenido trabajos en los que ya se tenían prospectivas seguras, en rubros como infraestructura carretera, hotelera, automotriz, restaurantera, en la rama aeroespacial y bueno, hasta en maquiladoras, en donde de plano hasta se están saliendo muchas firmas en aquellas plazas donde generaban trabajos seguros con todo y prestaciones, ni hablar del rubro de los servicios, en donde los problemas se multiplican para crear empleos formales, aunque fuesen de manera transitoria. No se ven muchas salidas que digamos, y eso ni siquiera se puede cubrir con cifras arregladas, nos dicen nuestras fuentes con un tono lacónico que nada tiene de burlón.

¿Salidas? Al respecto, estos expertos, basándose en hechos y expectativas, refieren escépticos que sí se está viendo un cambio radical en la forma de hacer gobierno, pero no necesariamente significaría que vaya a haber beneficios para eso que entendemos por pueblo y tampoco entienden cómo se va a portar bien la ciudadanía en un marco como el descrito, por mucho que se les convoque a ello desde el púlpito, perdón, desde los micrófonos presidenciales rentados de aquí al 2024. Por lo menos.

Lo que ya se anticipa desde ahora, con independencia de la incendiaria retórica en el corto plazo, es relativamente sencillo: de un lado veremos cómo el poder fáctico llamado narcodelincuencia se sigue encumbrando día a día, ante el declive o debilitamiento en general de los otros, incluyendo el presidencial ni modo, y a la par, el pesimismo porque, de nuevo, el factor esperanza no se haría realidad y, por el contrario, se generarían elementos perversos adicionales a los mencionados, en una suerte de sicología colectiva adversa en donde, y queremos equivocarnos, pudiera presentarse fenómenos masivos de incalculables y negativas consecuencias.

Veremos cuando amanezca.

Por lo pronto, estas Lascas Económicas andan trabajando con otras piedras plomizas y delgadas, en el laboratorio de los proyectos caídos, para ver si se pueden reverdecer a base de una terapia intensiva que coadyuven a frenar a los perversos que, en una de esas, sí le hacen caso a los llamados maternos para regresar por el sendero del bien. No será sencillo, y le esperan en este mismo espacio, pero la semana entrante. Jacs95@hotmail.com.

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