Por Jesús Michel Narváez
No es generosidad. No se trata de una acción aislada. No es una muestra de solidaridad.
Es la búsqueda de 18 millones de posibles votantes.
Sí, ese es el fondo de la decisión presidencial de legalizar los 18 millones de autos chocolate que existen en el país, sobre todo en los estados fronterizos del norte y aledaños.
Y sin darse cuenta o a sabiendas, legaliza el contrabando. Delito que se persigue de oficio. Perdón para los que violan las leyes.
Sin importar el daño económico que genera la medida, asumió el reclamo de los habitantes de la zona fronteriza y autorizó, por la módica cantidad de 2 mil 500 pesos, que todos los autos que se encuentren en el país y hayan llegado de manera ilegal, es decir, de contrabando, sean emplacados en cada una de las entidades correspondientes.
Con el número de “beneficiarios”, el presidente López busca que acudan a las urnas el 27 de marzo para que la Revocación de Mandato “sea un éxito” y lo “ratifiquen”, aunque no ira la palabra en la pregunta, para contar”con la “moralidad suficiente” y seguir gobernando hasta… ¿quién lo sabe?
Se podrá o no estar de acuerdo con la forma de gobernar, en lo que no se puede estar en desacuerdo es en la hábil forma de sumar adeptos.
¿Cuánto significará en dinero el pago de la legalización?
En dinero, si todos pagan, alrededor de 45 mil millones de pesos.
Y ¿Cuánto perderá el sector automotriz con esta medida?
Hasta ahora no está calculada la suma. Serán, sin embargo, miles de millones de pesos.
La decisión presidencial, populista en todo su esplendor, repercutirá no solo en la economía sino en el medio ambiente.
¿La Razón? Son automóviles que dejaron de circular en Estados Unidos por contaminante y para impulsar la venta de autos nuevos.
Pero eso no importa, porque al gobierno de la cuatroté lo que menos le interesa es el ambiente. Una prueba irrefutable es la reforma eléctrica para que la Comisión Federal de Electricidad eche a andar todas sus plantas de generación que trabajan con combustóleo y carbón.
Ambos combustibles están siendo eliminados en Europa y Estados Unidos. Aquí, por supuesto se impulsan porque “tenemos mucho” y, en virtud de que nadie los compra, mejor utilizarlos en la Empresa Productiva del Estado.
A Pemex le sobra combustóleo. Antes lo vendía. Hoy nadie lo adquiere.
Quizá el presidente no reparó en que lo que autorizó no será tan benéfico para los usuarios. Las refacciones para autos viejos son difíciles de obtener. Cuando hace falta algún repuesto y no existe, vienen los inventos y el resultado es más contaminación.
Todos los razonamientos técnicos que se hagan, son ignorados por el presidente de la República.
Su intención es “servir a los pobres” y no importan los costos.
En el caso de los 18 millones de autos chocolate que ya podrán circulan sin limitaciones, el fondo no es beneficiar a sus propietarios ni que los estados y ayuntamientos tengan recursos para bachear sus calles.
Es para que “vivan agradecidos” y paguen la factura durante la Revocación de Mandato.
Nada más y nada menos.
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