Por Jesús Michel Narváez
Si las quejas de los nuevos gobernadores que ya tomaron posesión y de los alcaldes de la Ciudad de México que lo harán el 1º de octubre, sobre la ausencia de recursos en las Tesorerías estatales y de las alcaldías son ciertas, estaríamos ante un saqueo generalizado.
Informaciones proporcionadas a través de declaraciones por el gobernador de Zacatecas, David Monreal Ávila, revelan que su antecesor, Alejandro Tello Cisterna, no le dejó un centavo. No puede pagar salarios y ya recurrió a la Secretaría de Hacienda para solventar el problema. El rector de la Universidad de Colima, Christian Jorge Torres Ortiz Zermeño, presentó una denuncia ante la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción, porque la administración de Ignacio Peralta, quedó a deber 264 millones de pesos y “por falta de recursos no se podrá pagar la siguiente quincena”.
Lía Limón, alcaldesa electa en Álvaro Obregón, junto con Mauricio Tabe, en Miguel Hidalgo, Luis Gerardo Quijano, en Magdalena Contreras, Alfa González, en Tlalpan y Sandra Cuevas, en Cuauhtémoc, denuncian que sus antecesores les están dejando las arcas vacías, por lo que solicitaron a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, recursos extra para cumplir el pago de la nómina por los siguientes tres meses. La respuesta fue lacónica: no hay de dónde tomar dinero para apoyarlos.
En San Luis Potosí, José Ricardo Gallardo Cardona, dio a conocer que su antecesor Juan Manuel Carreras López, endeudó el estado y no dejó saldos en las cuentas bancarias.
Maru Campos, la nueva mandataria en Chihuahua, encontró limpias las arcas y deudas con proveedores. Tampoco tiene “cash” para librar los pagos de nómina.
Hasta ahora ninguno de los gobernadores (ras) ha encontrado el mecanismo para solventar los gastos prioritarios y todos se preparan para denunciar a sus antecesores por la desviación o desaparición de recursos.
Llegaron a las gubernaturas, algunos de ellos en contra de la decisión y oposición de sus antecesores, y en menos de un mes han descubierto que los dineros públicos están comprometidos ante instituciones financieras privadas (Bancos) y proveedores, además de no tener liquidez.
Ante la realidad, incluso el presidente López se comprometió a otorgar préstamos o adelantos de las participaciones fiscales, a fin de que paguen a los empleados. Ello, sin embargo, es solamente un paliativo.
El problema de fondo, por ejemplo, en la Ciudad de México es que los alcaldes salientes contaron con presupuestos aprobados por el Congreso Local y que no solamente cubrían su estancia hasta el último de septiembre, sino hasta el 31 de diciembre.
Víctor Hugo Romo, saliente en Miguel Hidalgo, realizó contrataciones de último momento para dejar a la alcaldía sin presupuesto frente al cierre del año, según afirma su sucesor, Mauricio Tabe. Por su parte, Quijano advierte que en el Capítulo 1000 hay déficit de 4 millones de pesos. La alcaldesa electa de Tlalpan, González, confirmó que la “transición” no se ha iniciado por lo que no cuenta con información fidedigna de cómo están las finanzas de la demarcación.
Insisto: si las denuncias y quejas a través de los medios de comunicación tienen sustento y existen las pruebas, estaremos frente a un saqueo insólito que superará y con creces la llamada estafa maestra.
Lo que ocurre en la Ciudad de México es alarmante. Los y las que se van son de Morena, el partido del gobierno y en el que su lema es: no mentir, no engañar y no robar.
¿Qué significa que las arcas de las alcaldías que ganaron los opositores no cuenten con un céntimo para cubrir los gastos prioritarios de los últimos tres meses del año?
Es una pregunta para el diablo mayor.
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